Espectáculos

El primer capítulo de "El Comandante" visto por un historiador

La serie colombiana El Comandante se estrenó esta semana y parece haber tenido más sintonía entre los venezolanos a través de caminos verdes que en su país de origen por la televisión formal.

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 Que si Chávez jamás quedó guindando de un avión. Que si no se le muestra fumando como una chimenea, como solía hacerlo muy en privado. Que la verruga no era así. Que no existe tal cosa como un alcalde mayor de Valencia. Que su equivalente en la vida real, el ex gobernador zuliano Oswaldo Álvarez Paz, asegura que jamás recibió malos tratos y mucho menos un puñetazo de su captor del 4-F, Francisco Arias Cárdenas.

José Alberto Olivar, historiador egresado de la UCAB y profesor de la USB, disfrutó El Comandante en las mismísimas oficinas de El Estímulo y aportó una visión más reposada sobre el primer capítulo. Pero no se cohibió para hacer algunas observaciones estrictamente artísticas: “El actor Andrés Parra estuvo un poco sobreactuado al principio, daba la impresión de que, más que imitar a Chávez, estaba imitando a un imitador de Chávez, el peruano Carlos Álvares”.

Sobre la construcción de Chávez como personaje:

«Rescato que la serie muestre a un Chávez más humano que el que se ha vendido en la propaganda oficial: un hombre inseguro, que arrastra carencias afectivas, en ocasiones cobarde, indeciso y que titubea en los momentos decisivos, como está hartamente documentado que ocurrió en varias oportunidades. Un Chávez que constantemente convocaba a la muerte en sus alocuciones, pero que en la misa a la que acude en Barinas meses antes de su muerte muestra un temor terrible a la muerte, le pide a Dios que no se lo lleve.

Un poco lo que somos todos. La primera escena en el avión de paracaidistas no ocurrió, pero suponemos que la intención es mostrar cómo la vida le pasa enfrente en fracciones de segundos precisamente por ese temor. También se plasma al Chávez histriónico que recurre a la arenga y maneja símbolos históricos para impresionar. Y al que forma parte de la estrategia de utilización mutua en la que incurrieron la izquierda, un sector de la oficialidad y el propio Chávez. Hay una intención de desmitificar al Chávez heroico. Resta ver si el resto de la serie mantiene esa inquietud».

Sobre los límites entre historia y ficción:

«Es perfectamente válido mezclarlas a ambas. Una serie de TV es concebida, antes que nada, como entretenimiento. Va a un televidente que puede estar interesado o no en la realidad histórica. Necesariamente se recurrirá a elementos de exageración o se fundirán varias situaciones o personajes en una sola escena. El Comandante no está dirigida a venezolanos, sino a una audiencia internacional de habla hispana. Aunque el gobierno haya intentado censurarla fronteras adentro, retrata a un Chávez con luces y sombras, diferente al líder antiimperialista infalible. Podríamos decir que este primer capítulo es el anti-Amaneció de golpe, la película de Carlos Azpurua. La vida de Chávez es una gran telenovela y todavía estamos viviendo la cara trágica de un drama que no ha tenido desenlace”.

Sobre el posible masoquismo de los venezolanos al ver la serie:

“Hay algo de morbo. Al venezolano le gusta proyectarse y ver cómo es reflejado en los medios de comunicación internacionales a través de uno de sus íconos. Es cierto que los tiempos del mundo del espectáculo parecen acotarse cada vez más para llevar hechos históricos a productos de ficción, pero lo positivo es que permite a nuevas generaciones acercarse a los hechos en tiempo real, por decirlo de algún modo”.

Sobre si todo el mundo estaba enterado del golpe menos CAP:

“No tengo dudas de que hubo un segmento importante de la élite política y económica que estaba dateada e informada, quizás no con lujo de detalles, pero sí se había generado una sociedad de cómplices. CAP estaba alertado pero tendía a la autosuficiencia, consideraba impensable que le derrocaran. En cambio el 27-N sí tomó más preparado a su gobierno y probablemente promovió incluso el estallido para terminar de hacer purgas”.

Sobre la responsabilidad por las muertes militares y civiles:

“En este tipo de acciones siempre habrá un saldo lamentable de bajas y Chávez confesó en muchas oportunidades su dolor por ellas. Pero no debemos perder la vista de que el 4-F se trató de un acto delictivo, una violación de la Constitución. Es significativo, y así lo muestra El Comandante en una imagen, que el inicio de la revolución nace con las manos manchadas de sangre. Está comprobado que una buena parte de esa ‘muchachada’, como la llamaba Chávez, no fue informada por sus superiores inmediatos de que participaría en un intento de golpe de Estado”.

Sobre la justificación de una salida violenta cuando parecen haberse trancado todas las salidas democráticas, 25 años después:

“La historia venezolana ha demostrado que, cuando se cierran todos los caminos civilizados, de consenso político y de coexistencia política, es inevitable que se produzca un quiebre. No es lo ideal, pero existe un largo expediente al respecto. Sin ser adivino, es muy probable que más tarde o temprano se presente una situación muy lamentable. La dinámica actual la favorece, no sólo por la violación de la Constitución, sino por la anomia institucional y social. Cuando los gobernantes no respetan las leyes, cualquier militar o civil puede optar por medidas extremas y pasar a una fase superior de la violencia que ya tenemos”.

Sobre la bibliografía esencial sobre el 4-F y Chávez:

“25 años es muy poco en los tiempos de la historia. Habrá que finalizar este ciclo histórico para tener visiones realmente imparciales, pero para aproximarnos contamos ya con libros de entrevistas, testimonios personales y ensayos imprescindibles como Habla el Comandante, de Agustín Blanco Muñoz; Los golpes de febrero¸ de Enrique Ochoa Antich; El delfín de Fidel¸ del general Carlos Peñaloza; Los golpes de Estado desde Castro hasta Caldera, del general Iván Darío Jiménez Sánchez; Chávez sin uniforme, de Alberto Barrera Tyszka y Cristina Marcano; y por supuesto toda la obra sobre Chávez de Alberto Garrido, uno de los primeros analistas de estas logias militares”.

José Alberto Olivar. Historiador. Doctor en historia egresado de la UCAB. Profesor-investigador adscrito al departamento de ciencias sociales de la USB

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