Espectáculos

La versión íntima de Luis Irán en un país a golpes

El artista dio inicio a la edición 2017 de Ciclo y Aparte en el Hard Rock Café del Sambil, la noche del jueves. Ofreció un poco de La metamorfosis: su primer álbum como solista tras su período en Los Paraoinas.

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Fotografía: Harold Escalona

El país está en una terrible mutación desde hace años. Y últimamente atraviesa sus peores estadios. Un Tribunal Supremo de Justicia que quita la inmunidad a los parlamentarios de la Asamblea Nacional por estar en “desacato”.

Un Tribunal Supremo de Justicia que quita competencias a la Asamblea Nacional, por seguir en “desacato”. Gente –pocos– que salen a las calles a reclamar. Gente –muchos– que no se han enterado todavía porque en la cola para comprar comida solo piensan en que aún quede algo cuando les toque su número. Y en la mitad, una ciudad que sigue transitando, aporreada. Episodios culturales que se mantienen, a pesar de todo. Ciclo y Aparte es uno de estos.

Este jueves, luego de que se disolviera la protesta en la autopista Francisco Fajardo (a la altura de Santa Fe), arrancó la primera sesión 2017 de este ciclo de conciertos que hace “combinaciones imperfectas de géneros”, según se define en Twitter (@CicloYAparte).

Esta iniciativa de Magenta Castillo y Tony Maestracci tiene más de 20 ediciones en cuatro temporadas y por sus escenarios han sonado artistas como La Pagana Trinidad, La Pequeña Revancha, Somalunar, La abuela disco, Kung Fu Club, Vargas, Octavio Suñé, Boston Rex y Gustavo Casas.

Arrancó en Teatrex El Bosque, pasó luego a un formato acústico en Vintage Stereo en El Hatillo y ahora se realiza en el Hard Rock Café del Sambil, donde anoche Emir Bartolozzi y Luis Irán sanaron con su música algunas heridas.

“El merecedor”, “Uno más”, “Sensatez” y un cover de Tío Simón de la canción “El superbloque” fueron algunos de los temas de Bartolozzi, a quien acompañaron la guitarra de Fernando Bosch y la batería de Armando Lovera (ambos de La Pagana Trinidad) y el bajo de Raymond Mariño (de La Fleur). “Bailar” fue la canción escogida para cerrar.

Cerca de las 10:00 pm, tras dejar su vaso sobre la mesa y besar a su pareja, Luis Irán arrancó su propuesta en vivo de La metamorfosis, el primer trabajo discográfico como solista tras sus años en Los Paranoias.

“El libro”, “Maiquetía”, “Clavos”, Dragones” y “Siniestro” abrieron la tanda. Los músicos esta vez fueron Víctor Rodríguez (teclados), Luis Gerardo Méndez (bajo) y el ex Fauna Crepuscular, Chewie (batería).

Con una melodía que recuerda inexorablemente a Los Paranoias, esta versión de Luis Irán es más intimista. En sus composiciones –que no pierden sus golpes de rock ‘n roll– están su casa, su familia, su ciudad y las reflexiones que vienen con las cuatro décadas de edad.

Antes de cerrar, amigos se juntaron en la tarima: Vargas cantó con él en “La metamorfosis” y Hana Kobayashi en “Don’t Let Me Down”.

Después finalizó el día, muchos ya se habían ido a su casa. Luego seguirían los coletazos del golpe a la legitimidad venezolana. La música quedó (y quedará siempre) como un refugio de nostalgias y temores.

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