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"Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos": Marvel amplía su universo

Las artes marciales llegaron a Marvel en toda su potencia, belleza y sensibilidad. "Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos", de Destin Daniel Cretton, es toda una sorpresa de origen. El clásico personaje de Steve Englehart y Jim Starlin se convierte en el centro de una película de deslumbrante frescura. Con su aire enigmático, esuna de las mejores películas de la casa de las ideas y también un homenaje cultural

"Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos"
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Mandarin (Tony Leung) protagoniza la escena que abre la película “Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos”. El personaje, que había sido parte de una de las escenas más criticadas en la película “Iron Man 3”, de Shane Black, llega finalmente al Universo Cinematográfico de Marvel, en todo su esplendor. Pero lo que hace asombrosa la secuencia no es únicamente la aparición de una figura popular dentro del mundo marvelita.

También se trata de la forma como Marvel expresa sus intenciones sobre la película —y el tono, en general, de su fase 4— con un despliegue espectacular de mitología, belleza y cultura por completo original. El film de Destin Daniel Cretton comienza con la sutileza de una mirada mitológica a algo más profundo y también con una declaración de intenciones del estudio. Hablada por completo en Mandarin (y con subtítulos), la primera gran escena es una celebración a un mundo amplio más allá de los superhéroes conocidos de la franquicia. Y también, de su manera de analizar lo cultural.

Pero pronto la película avanza hacia extremos más elaborados y consistentes sobre su identidad. Más cercana a una historia cápsula al estilo “Black Panther” que a una historia de superhéroes, el argumento tiene su propio ritmo. “Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos” estructura su historia a partir de la maravilla.

Toda su primera parte es una narración rápida, coherente y deslumbrante sobre el poder, ponderado y construido desde dos puntos de vista distintos. Y es quizás esa línea que divide y pondera el mundo no entre el bien y el mal, sino entre ideales, lo que haga que la película resulte tan intrigante. El film es un homenaje a un tipo de narración elaborada a partir de lo extraordinario. Hay un especial interés en el espectáculo visual de las peleas de arte marciales, pero sobre todo, de su subtexto simbólico.

Además de eso es un homenaje cultural que toma lo mejor del cine de acción chino para dotar a sus escenas de una sofisticación asombrosa. En una evidente reinvención de “La casa de las dagas voladoras” (Zhang Yimou), las secuencias de acción tienen un enigmático peso emocional. En especial, en la forma en que dialogan con los personajes y sostienen una mirada profunda sobre sus motivaciones.

El comienzo de la historia de amor entre Mandarin y Leiku Wu (Fala Chen) es un despliegue de buenas decisiones de ritmo y estructura visual. Y es justo esa escena la que parece marcar el ritmo de lo que será “Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos”. En adelante, la unión de dos mundos (y la percepción heróica de esa diferencia) será una forma de narrar que reestructura la fórmula Marvel por completo.

Una nueva mirada

Si a “Black Widow” se le llamó “la película menos Marvel de la década”, sin duda “Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos” es la más atípica hasta ahora. Aunque conserva la estructura formal de toda historia de origen, el film está más interesado en temas que la casa de las ideas no había tocado. O al menos, no de la forma en que lo hace en una película sinceramente comprometida con estudiar, explorar y mostrar un tono cultural distinto.

“Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos” es un recorrido legendario, pero también entretenimiento en estado puro. Su héroe, un Shang-Chi que se aleja de su versión del cómic gracias a la frescura de Simu Liu, sorprende por su cualidad amable. De hecho, una de las grandes adiciones al universo de Marvel es este superheroe que utiliza su cuerpo como un arma. La conciencia de Shang-Chi sobre su origen y los hilos que le unen a su familia y su historia, son el centro del argumento. Y aunque como toda película Marvel, el espectáculo termina por consumir buena parte de la historia, el héroe sigue siendo un hombre de peculiar fortaleza.

"Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos"
Wenwu (Tony Leung) y Shang-Chi (Simu Liu) (Fotos Cortesía de de Marvel Studios)

Mientras Mandarin tiene capacidades y poderes relacionados con los Diez Anillos, el poder de Shang-Chi procede de un pozo de fortaleza profunda. Y el enfrentamiento entre ambos pone de relieve el hecho dde que las fuerzas que chocan son de naturaleza contraria. Mandarin está envuelto en el manto de un pasado y una historia que se relaciona con un tipo de poder inexplicable. Por el contrario, Shang-Chi celebra la herencia de su madre -y su innata habilidad y valor- como una herencia invisible. Cuando ambas fuerzas confrontan, la película alcanza su mejor momento y quizás, el punto de completa diferencia con otros films de Marvel.

Para esta ocasión, no se trata de una lucha entre el bien y el mal, sino entre las versiones de un mismo mundo segmentadas por el poder. Con un considerable trasfondo filosófico basado en la moral china, la película enfrenta a padre e hijo desde lo esencial. Y logra una de las historias más relacionadas con la profunda humanidad de sus personajes de toda la franquicia.

Un escenario sorpresivo

Pero más allá de sus bondades como historia, “Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos”, también es un espectáculo puro. Uno emotivo, lleno de registros novedosos y con momentos extravagantes y humorísticos. Todo envuelto en cierta aura de puro descubrimiento de un nuevo tipo de forma de dialogar con la figura del héroe.

El director se toma el suficiente tiempo para mostrar la divertida dinámica entre Shang-Chi y Katy (Awkwafina) para crear momentos emocionales. También muestra de forma incompleta pero con suficientes puntos de interés, el complicado vínculo entre Shang-Chi y su hermana Xialing (Zhang Meng).

Poco a poco, Creton envuelve a su héroe con la noción de su hilo con el pasado, a medida que avanza hacia su sentido del propósito. Y lo hace al estilo de las grandes épicas chinas, con escenas que recuerdan a las emocionantes luchas cuerpo a cuerpo de Bruce Lee. Las artes marciales llegan a Marvel revestidas de magia, pero también como una metáfora de lo poderoso.

"Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos"
Xialing (Meng’er Zhang), Shang-Chi (Simu Liu) y Katy (Awkwafina)

La adición más reciente del universo cinematográfico de Marvel incluye tres cameos que vinculan a la película con la franquicia central. Y aunque resulta inevitable preguntarse si eran necesarios, si dejan claro que “Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos” forma parte de algo mayor. Un acento necesario que tiene una evidente relación con la necesidad de vincular una película con historia independiente a la fase 4 de Marvel.

¿Lo logra? Quizás uno de los puntos bajos de la película es esa cualidad de excepción y su escasísima vinculación con el resto de las historias de la franquicia. Aun así, hay una celebración de la idea de Marvel como un todo de ideas, escenas y personajes, que en la fase 4 es más notorio que nunca.

Por supuesto, son los post créditos los que dejan claro hasta que punto pertenece “Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos” a Marvel. Y se agradece, ese regreso inesperado de dos rostros familiares. La aventura hacia otra región de Marvel comienza. Lo hace a través de un tránsito de enorme interés hacia el centro de sus historias menos conocidas. Pero disfrutando de esa nueva dimensión en un universo en constante crecimiento.

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