Carlos Vecchio, el representante diplomático de Juan Guaidó en Estados Unidos, se reunirá este lunes en el sur de Florida con el almirante Craig Faller, jefe del Comando Sur de este país, para abordar cómo restaurar la democracia en el país latinoamericano.
Cerca de 300 venezolanos celebraron en Miami este martes lo que esperaban fuera "el principio del fin" del presidente Nicolás Maduro, mientras se enfrentaban en Caracas fuerzas leales al gobierno y opositores, tras la sublevación de un grupo de militares.
Juan Carlos Bermúdez, alcalde del Doral, ubicado en el estado Florida, Estados Unidos, fue el anfitrión de una ceremonia realizada en el ayuntamiento de la localidad en la que se proclamo el 17 de octubre como el "Día de Oscar D' León".
Se llaman entre ellos "chamo" o "pana" y se los escucha decir que "está difícil la vaina". Conversan sobre sus familiares en Caracas, Valencia y Maracaibo. Son unas 80 personas que esperan en fila bajo un intenso sol mientras una furgoneta blanca se estaciona frente a una iglesia de Miami. De la camioneta baja un grupo de voluntarios que en tres mesas portátiles entregan quesos, yogurt, arroz, pan y frijoles a los inmigrantes que habían comenzado a llegar más de una hora antes. A unos 10 minutos en automóvil, en un depósito de un área cercana al aeropuerto de Miami, unos 60 venezolanos hacen fila para recoger sábanas, colchonetas, toallas, ollas, platos y otros implementos donados.
En Miami existe una amplia oferta gastronómica, de todas partes del mundo, que poco a poco ha mejorado los estándares a los que estaban acostumbrados quienes vivían en la ciudad más latina de los Estados Unidos. En Doral, la inversión venezolana es importante y uno de los sitios que más gustan es el restaurante La Fontana Ristorante
Residentes, activistas y organizaciones civiles y proinmigrantes de Doral, cerca de Miami (EEUU), quieren que el precandidato presidencial republicano Donald Trump devuelva las llaves de la ciudad que el alcalde le entregó en marzo pasado.
Quizás tenemos que agradecer el apretado vestido de Miss Venezuela, Migbelis Castellanos, durante el concurso Miss Universo. Si ese trapo color rubí no le hubiese apretado su contorneado estómago –ocasionando que el infame bullying de las redes sociales la bautizara como “Mig Belly”–, los jueces se hubieran decantado por ella