Publicidad

#madrugada

Caracas de madrugada y un viaje en camionetica

Caracas, 2:00 a.m. En la parada de autobuses me acompañaba el frío de la madrugada y los mariachis que andaban de guardia por Altamira (no sabía que aún quedaban algunos en esta ciudad). Esperábamos una Encava beige oxidada, la del farol roto, la de los cauchos cojos, la que tenía a María Lionza rotulada en el vidrio de atrás, la que me rescataba cuando me quedaba hasta tarde en casa del gordo y no quería gastar plata en un taxi que me llevara a la mía.

Sucede un domingo a las 2 de la madrugada

A las 2:00 de la madrugada, los perros ladran. Generalmente también ladran de día, aunque les prestamos menos atención debido a los ruidos de las personas y los objetos que éstas han inventado.En la madrugada, cuando ocurre un gran acontecimiento relacionado con el deporte venezolano, siempre hay alguien que lanza fosforitos. No tengo ni la menor idea de dónde se consiguen fosforitos en pleno mes de junio, a menos que pertenezcas a un “colectivo” o algo por el estilo, pero en todo caso, las explosiones (inofensivas) propician un cierto sentimiento de comunidad. De que uno no está solo aunque algunos usemos la cama para ver la TV y otros para otras cosas.

Publicidad