El principal grupo talibán de Pakistán, el Tehrik-e-Taliban Pakistan, se atribuyó el derribo del helicóptero, algo que desmintió el Ejército, que aseguró que el siniestro se debió a un "problema técnico" surgido cuando la nave aterrizaba.
Dos de los atacantes se inmolaron haciendo estallar las bombas que portaban, mientras que el tercero fue herido por las fuerzas de seguridad y murió posteriormente.
El gobierno pakistaní preparó una lista de 615 altos cargos insurgentes y la suma de las recompensas por su captura o muerte sería 7,5 millones de dólares.
El asalto a la escuela gestionada por el Ejército puede quedar en el imaginario colectivo de los paquistaníes como una tragedia similar al 11-S estadounidense o al 11-M español.
Banderas a media asta, vigilias, pequeños ataúdes rodeados de muchedumbres en entierros y lágrimas protagonizaron la jornada en un país parcialmente paralizado, con escuelas e instituciones gubernamentales cerradas en algunas zonas, entre ellas Islamabad.
Ban Ki-moon, Barack Obama y Malala fueron unas de las prominentes figuras que hicieron referencia al atentado que causó la muerte de 121 niños en Pakistán.
Devotos musulmanes paquistaníes se reúnen en el santuario del santo sufí Syed Ali bin Osman Al-Hajvery, popularmente conocido como Data Ganj Bakhsh, durante la fiesta religiosa Urs, que se realiza anualmente en Lahore
El jefe de Gobierno del estado norteño de Jammu y Cachemira, Omar Adbulá, confirmó el número de víctimas y aseguró que "no puede ser una coincidencia" que el ataque se produzca mientras la India y Pakistán participan en Nepal en la Cumbre de la Asociación para la Cooperación Regional en el Sur de Asia (SAARC).