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Las cicatrices del vientre en alquiler: la dura realidad de una migrante venezolana [Fotos]

Kely Pumero es una migrante venezolana que alquiló su vientre en Estados Unidos para mejorar su calidad de vida. Durante el embarazo tuvo varias complicaciones como diabetes gestacional, placenta previa, hipertensión y altas probabilidades de que le extrajeran el útero. A través de esta fotogalería, la fotógrafa Yadira Pérez muestra su experiencia y cuenta sus reflexiones

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Una cicatriz vertical atraviesa el vientre de Kely Pumero, una migrante venezolana de 36 años que en octubre de 2022 decidió alquilar su vientre en el estado de La Florida, al sur de Estados Unidos. La herida va desde la vejiga y hasta debajo del ombligo y es un recuerdo de una de sus más grandes decisiones: la gestación subrogada.

Al igual que casi 7 millones de venezolanos, Kely salió del país caribeño para escapar de la crisis económica.

Pumero cuenta que desde que llegó tuvo la idea de la gestación subrogada como una vía para cambiar drásticamente su situación económica y la de su familia. Al inicio, su perfil de salud se lo impidió, pero una vez mejoró, comenzó el proceso.

«Estaba en una situación muy difícil, entonces decidí hacerlo para darle mejor de calidad de vida a mi familia”, relata.

En Estados Unidos, Kely está junto a su madre y sus tres hijos, quienes la acompañan desde 2021. Ellos la apoyaron en todo el proceso de la subrogación materna, una etapa que ella define como «algo muy duro».

Durante los ocho meses de gestación, Kely afrontó días de mucha preocupación, la posibilidad de perder al bebé y el impedimento de estar junto a su familia.

«Mi contrato estaba firmado en Florida y no me permitía salir del estado, mi familia estaba en Ohio, y eso me hacía sentir muy triste porque los últimos días fueron muy duros y no tenía la compañía de ningún familiar», explica Kely.

Diabetes, hipertensión, descenso del útero, fueron algunas de las complicaciones que presentó Kely durante el embarazo. Sin embargo, afirma rotundamente que no se arrepiente de su decisión.

«No me arrepiento porque para mí la economía mejoró muchísimo y contribuí con cumplir el sueño de una familia que quería tener un bebe biológico, el señor Wile siempre quiso un hijo y no se le daba, finalmente yo contribuí, eso me hace sentir feliz», confiesa.

Los últimos meses de su gestación fueron los más complicados, tuvo miedo de perder al bebé o de presentar alguna complicación que le impidiera salir con salud del parto.

Kely expresa que  aunque recibió un pago de casi 90.000 dólares, un monto que le da cierta tranquilidad económica, «no lo haría otra vez». Sin duda dice que más allá de la cicatriz, el apego emocional es duro: “No quedé bien».

En las siguientes líneas Yadira Pérez, fotógrafa venezolana, relata visual y narrativamente cómo fue el proceso de gestación de Kely Pumero.

Un proceso de más de nueve meses

Kely Pumero es madre soltera. Su piel es clara y tiene un cuerpo corpulento en apariencia sana. Sin embargo, para que el trato de la gestación subrogada se consolidara, debía someterse a rigurosos exámenes médicos y tener un aval legal de un buffet de abogados.

Allí se llenan largos documentos cargados de letras chicas. Pumero debía firmarlos para aceptar la gestación de un bebé en sus entrañas y entregarlo al nacer.

El embarazo de Kely se controló durante las primeras 12 semanas en una clínica de fertilidad ubicada en Boca Ratón, Florida. Después debió hacerse chequeos regulares en Miami.

La primera reunión presencial de Kely con la familia Wile y la abogada Teresa se dio en las oficinas de Fertility Center Miami. Ese día conversaron acerca de las pruebas de ADN para certificar que el embrión implantado sea de la familia Wile.

Kely tuvo guía médica en todo momento. Recibió indicaciones de cómo debía colocarse los parches de estradiol, una hormona sexual femenina, y las inyecciones de progesterona para sostener el embrión en sus entrañas.

Hasta donde pudo, Kely se mantuvo acompañada de sus hijos. Aquí compraban juntos un test de embarazo para confirmar la gestación.

Esa prueba fue motivo de alegría para la familia Pumero y para la familia Wile, pues Kely confirmó su embarazo.

Una vez se confirmó el embarazo, Kely tuvo que incluir las hormonas y vitaminas en su día a día, además tuvo que tomar pastillas para controlar su presión arterial.

«Al principio mis hijos no entendían eso del alquiler del vientre, pero ellos me apoyaron en todo momento del proceso. Solo la niña me decía: ‘Mamá quédatela, tráela a casa cuando salgas del hospital'», cuenta Kely.

Kely fue diagnosticada con placenta previa, por lo que su embarazo fue controlado en la unidad de embarazos de alto riesgo del Hospital Jackson en Miami.

Durante los embarazos previos a la gestación subrogada, Kely no había tenido complicaciones, pero las cosas no siempre son iguales. Esta vez fue diagnosticada con hipertensión arterial, diabetes gestacional y salieron estrías en su abdomen.

El 15 de julio de 2023 Kely comenzó a sangrar. «Eran coágulos gigantes». Estaba trabajando, haciendo una carrera de Uber cuando sintió algo caliente correr entre sus piernas, como si se estuviera orinando.

«El plan es darle algunos medicamentos para ayudar con el cerebro y los pulmones del bebé. Parece que tiene una placenta acreta, por lo que se comunicarán con médicos de alto riesgo para analizar el cuidado. Estarás allí por lo menos unos días. Parece unas contracciones en el monitor. Me harán una cesárea después que maduren los pulmones y el cerebro de la bebé y me sacarán el útero», me escribió Kely por un mensaje de WhatsApp.

Rene Wile viajó desde Wisconsin hasta Miami para acompañar a Kely. La noticia de que le sacarían el útero tocó las
emociones más profundas de ambas mujeres.

El 24 de agosto de 2023, a las 10:24 pm, nació Emersyn Wile. Para que todo saliera bien, a Kely le practicaron una cesárea de emergencia con 35 semanas de gestación. Durante el control del embarazo tuvo contracciones y el útero llego a dilatar dos centímetros.

En las negociaciones iniciales, Kely se negó a extraerse la leche para alimentar a la bebé. Sin embargo, la condición de salud de Emersyn la hizo cambiar de parecer. Durante los días que estuvo en el hospital, la venezolana se extrajo la leche y se la envió a la bebé para que la alimentaran. Ese acto hizo que el vínculo se creara y la tristeza se apoderó de Kely.

«A pesar de las complicaciones fue una experiencia muy bonita. Una mujer embarazada es una bendición de Dios. Uno se convierte en el templo donde crece la felicidad de otro hogar», expresa Kely.

«No lo haría otra vez por el apego, emocionalmente no quede bien», dice sincera Kely sobre alguna posibilidad de intentarlo de nuevo.

Acompañar la vulnerabilidad

Yadira Pérez conoció a Kely Pumero a través de unos amigos en 2021. Su primer vínculo e interés fue la historia migratoria de la mujer de entonces 34 años: estaba sola en Estados Unidos y buscaba la manera de llevar a sus hijos y su madre hasta ese país.

Kely lo logró, pero hubo muchas dificultades en el camino: su hijo mayor estuvo detenido un mes y los dos menores, de 10 años cada uno, pasaron la misma cantidad de tiempo en un albergue migratorio infantil. Solo la madre de Pumero llegó a Miami directamente.

Durante ese tiempo, aunque la fotógrafa se mantuvo en comunicación, no pudo documentar la realidad de la familia. Sin embargo, un día Kely le comentó que tomaría la opción que al llegar a Estados Unidos se metió en sus pensamientos: iniciar el camino de la gestación subrogada.

«Le pregunté si ella me permitía documentarlo, hacerle fotos, seguirla y me dijo que sí. Estuvo durante todo el proceso muy abierta. La acompañé desde que empezó a hacerse el tratamiento con progesterona y cuando le hicieron la inseminación», cuenta Yadira.

Tampoco hubo problema con la familia Wile: «Ellos fueron muy abiertos. A ellos les parecía increíble que se documentara todo el proceso porque hay muchas familias a las que se les ha hecho cuesta arriba tener hijos y si hay información de este tipo, entonces algunos pueden aprovechar estas opciones y hacerlo».

Para Yadira, que es madre, el acompañamiento fue una constante vinculación con la vulnerabilidad de dos familias: «Lo más complejo es entender cómo una persona utiliza su cuerpo como vehículo para tener el bebé de otro. Luego entendí que ambas familias tenían necesidades, unos querían un hijo y no podían y Kely necesitaba dinero».

«Yo creo que más que complejo, es admirable, sobre todo la entereza de este mujer para enfrentar las situaciones. Kely tuvo una actitud increíble ante todas las situaciones que se le presentaron durante el embarazo», expresa la fotógrafa.

Sobre el trabajo de Yadira Pérez

Yadira Pérez es una fotógrafa venezolana que reside actualmente en Estados Unidos. Este reportaje lo documentó fotográfica y narrativamente en la ciudad de Miami.

Pérez ha colaborado con Prodavinci, Open Democracy, AFP, The New Humanitarian.

Puede ver parte de su trabajo en Instagram:

Nota del editor: todas las fotos y el texto con la historia de Kely Pumero pertenecen a Yadira Pérez. El trabajo fue editado por María José Dugarte y Daniel Hernández para El Estímulo.

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