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Obama cumple su promesa y lanza la esperada propuesta migratoria

El asunto migratorio fue uno de los pilares en la campaña presidencial en el año 2008, pero hasta ahora no había actuado porque el Congreso no se lograba poner de acuerdo sobre este asunto.

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Fotografía de AP

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, cumplió por fin su promesa de actuar desde su poder ejecutivo en materia migratoria a falta de un acuerdo legislativo sobre una reforma del sistema, lo que supone un reto al Congreso, que ahora vuelve a tener la pelota de inmigración en su tejado.

Consciente de la necesidad de adoptar soluciones para un sistema migratorio al que todos califican como «roto», Obama ya hizo de este asunto uno de sus pilares de campaña cuando se presentó a la Presidencia en 2008, sin embargo, seis años más tarde, aún no ha logrado llevar a buen puerto un marco legal en el Capitolio.

Hace año y medio, la propuesta presentada por un grupo bipartidista de senadores logró la aprobación del Senado, y parecía más cerca que nunca; pero la Cámara de Representantes, de mayoría republicana, nunca sometió el texto legislativo a votación.

Ante la negativa de los conservadores, y pese a los insistentes llamados de la Casa Blanca y de numerosas asociaciones proderechos de los inmigrantes, el presidente aseguró que actuaría por su cuenta hasta donde se lo permitiese su autoridad, cargándose así con la responsabilidad de las respuestas más inmediatas.

Su postura ha levantado ampollas entre los republicanos, quienes pese a no trabajar sobre una reforma integral en los pasillos del Capitolio, aseguran una y otra vez que las medidas unilaterales del presidente simplemente «matarán las opciones» de cualquier solución permanente en el Legislativo.

Obama «ha elegido deliberadamente sabotear cualquier posibilidad de promulgar las reformas bipartidistas que dice buscar», dijo el presidente de la cámara baja, el republicano John Boehner, al día siguiente del anuncio, acusando al mandatario de estar «dañando la Presidencia en sí misma» con sus acciones unilaterales.

Con una orden ejecutiva de amplio alcance como la que finalmente tendrá lugar, «las posibilidades de una acción legislativa serán efectivamente cero», pero de no haberlas adoptado, las perspectivas de conseguir una acción legislativa seguirían siendo «muy bajas», dijo a Efe Harry Holzer, profesor en la Universidad de Georgetown.

A su juicio, el inmovilismo en el Congreso sobre esta materia seguirá en los mismos niveles, mientras los demócratas piden un camino a la ciudadanía y los republicanos apenas están dispuestos a trabajar sobre el aumento de la seguridad fronteriza y «tal vez algún programa para trabajadores temporales».

«Si Obama los espera, nunca harán nada», considera Darrell West, director de Estudios de Gobierno en el centro de análisis político Brookings. El presidente «toma la acción ejecutiva porque sabe que la Cámara no puede aprobar una ley de inmigración», agregó.

Además, «la Cámara que se avecina en el próximo año es aún más conservadora que la actual, lo que hará que sea aún más difícil cruzar la división política sobre este tema», aseveró el experto en referencia a la abrumadora victoria republicana en las legislativas.

Pese a marcar el fin del verano como fecha límite para actuar, el presidente estadounidense retrasó sus medidas a petición de varios senadores demócratas que veían peligrar sus escaños en los comicios celebrados el pasado día 4, un gesto que decepcionó sobremanera a la comunidad latina.

Mientras tanto, los republicanos aprovecharon los últimos estertores de la sesión legislativa previa a las elecciones para aprobar un proyecto de ley en la Cámara Baja que pretendía eliminar la conocida Acción Diferida (DACA), otra medida ejecutiva que tomó Obama en 2012 para evitar la deportación de jóvenes estudiantes.

La polarización que vive el Congreso, una de las más extremas que se recuerdan en las últimas décadas, no mejorará tras la nueva medida unilateral de Obama, quien ya advirtió a comienzos de año que ante el bloqueo legislativo actuaría por su cuenta.

Sin embargo, su actuación, lejos de conciliar posturas, sí deja en manos del Legislativo una demanda social que lleva años resonando en Washington y cuyo peso había llevado él sobre sus hombros en los últimos meses con la incesante presión de los activistas.

En su discurso a la nación del jueves Obama dejó claro su reto a la oposición republicana: «A aquellos congresistas que cuestionáis mi autoridad: aprobad una ley».

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