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El ensayo clínico de una de las vacunas experimentales contra el ébola ha sido suspendido porque algunas de las personas que fueron inoculadas han desarrollado dolores musculares, según confirmó hoy Mary-Paule Kieny, directora general adjunta de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El ensayo clínico de la vacuna contra el ébola, VSV-ZEBOV, desarrollada por la Agencia de Salud Pública de Canadá y cuyo derecho de patente posee actualmente la farmacéutica Merck, ha generado en las personas vacunadas dolores musculares. Esto llevó a los investigadores a suspender durante varias semanas el estudio.
La directora general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirmó que no hay que alarmarse y que de hecho el ensayo iba a suspenderse durante el periodo navideño e iba a reanudarse en enero, algo que por ahora, no se ha modificado.
El estudio comenzó el pasado 10 de noviembre y el 2 de diciembre los responsables del Hospital Cantonal de Ginebra, que gestionan el ensayo, informaron que los primeros resultados eran muy positivos.
Los dolores musculares en manos y pies aparecieron entre 10 y 15 días después de ser vacunados. Los síntomas duraron algunos días y después desaparecieron, y los pacientes no presentaron ninguna otra dolencia. Aunque lo dolores son relativamente normales tras una inmunización -sucede con frecuencia tras la inoculación de la vacuna contra la rubeola-, no habían sido previstos y por lo tanto no se había informado a los voluntarios.
«Esta suspensión es un procedimiento estándar en cualquier ensayo clínico con humanos. Es por ello que se llama ensayo para verificar todos y cada uno de lo efectos secundarios», explicó Margaret Harris, del sistema de comunicación de la OMS
En principio 115 voluntarios iban a participar del ensayo, una de ellas la propia Kieny. Sin embargo, hasta la fecha han obtenido la vacuna unos 50 voluntarios, porque el hospital sólo tenía la capacidad de atender a 15 personas por semana.
Los requisitos para ser voluntario es que sean adultos entre 18 y 65 años, que den su consentimiento por escrito, que estén sanos y, en el caso de las mujeres, que no estén embarazadas ni sean lactantes.
El ensayo se organizó en dos grupos y cierto número de participantes recibieron un placebo para descartar los falsos efectos secundarios, como podría ser un dolor de cabeza, explicó la científica.