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FOTOS: Erradicación de coca, trabajo duro en Perú

Usando una herramienta con una cabeza cilíndrica, los erradicadores de cocales arrancan de raíz las plantas usadas para producir cocaína.

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Fotografías de Rodrigo Abd.

Cobran el equivalente a 17 dólares al día, o 510 al mes, que en Perú es casi el doble del salario mínimo. Y mucho más que los dos dólares al día que perciben cantidades de campesinos que viven en condiciones miserables.

Hombres contratados para brindar seguridad a los "erradicadores" almuerzan en la selva pocos minutos antes de que un helicóptero de Estados Unidos los recoja. Estuvieron 8 días trabajando en una comunidad remota dentro de la selva amazónica de Perú. Foto por Rodrigo Abd.
Hombres contratados para brindar seguridad a los «erradicadores» almuerzan en la selva pocos minutos antes de que un helicóptero de Estados Unidos los recoja. Estuvieron 8 días trabajando en una comunidad remota dentro de la selva amazónica de Perú. Foto por Rodrigo Abd.

Pero el suyo es un trabajo extenuante, bajo un sol abrasador y que requiere caminar hasta cuatro horas diarias, ya que las zonas de cultivo están a dos horas a pie, escondidos detrás de zonas llenas de vegetación, subiendo lomas y cruzando ríos donde por lo general vive una familia que escapó de alguno de los numerosos pueblos pobres de los Andes.

Un día reciente, unos 300 erradicadores comenzaron su jornada en Nueva Esperanza, un pueblo aislado de la selva amazónica. Desembarcaron de cuatro helicópteros UH-2H del gobierno estadounidense, que costea buena parte de su trabajo.

Un trabajador arranca una planta de coca de un campo en la selva peruana. Foto de Rodrigo Abd.
Un trabajador arranca una planta de coca de un campo en la selva peruana. Foto de Rodrigo Abd.

Son custodiados por unos 100 policías antinarcóticos peruanos con rifles, por más que ningún erradicador haya sido asesinado desde el 2012, el año en que Perú fue declarado el mayor productor mundial de cocaína. El director del programa de erradicación Juan Zárate dijo que 46 personas han muerto mientras destruían plantas desde que comenzó esta campaña en 1983. Agregó que en total hay unos 2.300 erradicadores.

Si bien los erradicadores destruyeron 55.000 hectáreas de plantaciones de coca en el 2013 y el 2014, no han sacado un solo arbusto de la principal región productora, el valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro, al sur de esta zona. Se calcula que hay 15 organizaciones traficantes de drogas en la zona.

Un "erradicador" toma una ducha en el campamento base antes de ir a trabajar para destruir campos de coca. Foto por Rodrigo Abd.
Un «erradicador» toma una ducha en el campamento base antes de ir a trabajar para destruir campos de coca. Foto por Rodrigo Abd.

Los pobladores saben que los cocales son ilegales, pero no tienen opciones. En muchas aldeas remotas no hay carreteras que las conecten con las ciudades para llevar a vender los productos alternativos como café o cacao.

Los servicios educativos son malos y los de salud lejanos. Se debe caminar cinco horas para llegar a una posta durante la mitad del año porque el río está seco

Los cocaleros, al igual que los erradicadores, son generalmente gente del empobrecido altiplano. Los campesinos observan en silencio mientras sus cultivos son destruidos. Los niños juegan en un río y ven pasar a los erradicadores.

Duermen en mantas de plástico atadas a árboles en zonas peladas. Si tienen suerte, acampan junto a un río en el que podrán bañarse.

Una vez al día llegan los helicópteros desde su base en Ciudad Constitución, trayendo agua potable y comida caliente. Los erradicadores trabajan ocho días seguidos y luego reciben ocho días de descanso.

Hojas de coca al lado de mazorcas de maíz en la granja de un campesino de la zona. Foto por Rodrigo Abd.
Hojas de coca al lado de mazorcas de maíz en la granja de un campesino de la zona. Foto por Rodrigo Abd.

En el último día de una misión de erradicación, mujeres y niños que perdieron sus cosechas lucen esperanzados.

Saben que los visitantes dejarán frutas y galletas que no consumieron y que compartirán de buena gana con la gente a la que le acaban de destruir los cultivos que les permiten sobrevivir.

Dos niños beben de un río en una comunidad remota de Perú donde se trabaja para erradicar la producción de cocaína. Foto por Rodrigo Abd.
Dos niños beben de un río en una comunidad remota de Perú donde se trabaja para erradicar la producción de cocaína. Foto por Rodrigo Abd.
Un "erradicador" de cocaína vuelve a casa con el "cococho" guindado a la espalda. El cococho es la herramienta que usan para eliminar las plantaciones de cocaína. Los trabajadores pasan 8 días en la selva, y luego tienen 8 días libres. Foto por Rodrigo Abd.
Un «erradicador» de cocaína vuelve a casa con el «cococho» guindado a la espalda. El cococho es la herramienta que usan para eliminar las plantaciones de cocaína. Los trabajadores pasan 8 días en la selva, y luego tienen 8 días libres. Foto por Rodrigo Abd.
Un helicóptero de Estados Unidos recoge a los trabajadores luego de una semana en la comunidad remota de Nueva Esperanza, en Perú. Foto por Rodrigo Abd.
Un helicóptero de Estados Unidos recoge a los trabajadores luego de una semana en la comunidad remota de Nueva Esperanza, en Perú. Foto por Rodrigo Abd.
Una familia viaja en bote por 4 horas desde Nueva Esperanza hasta Lorencillo en la selva peruana durante la temporada seca, que dificulta el traslado en agua. Foto por Rodrigo Abd.
Una familia viaja en bote por 4 horas desde Nueva Esperanza hasta Lorencillo en la selva peruana durante la temporada seca, que dificulta el traslado en agua. Foto por Rodrigo Abd.
Niños juegan en el río mientras llegan los erradicadores para destruir los campos de coca. Foto por Rodrigo Abd.
Niños juegan en el río mientras llegan los erradicadores para destruir los campos de coca. Foto por Rodrigo Abd.
Personas esperan mientras los trabajadores erradican las plantaciones de coca en las granjas de sus familias con la esperanza de que les den alimento. Foto por Rodrigo Abd.
Personas esperan mientras los trabajadores erradican las plantaciones de coca en las granjas de sus familias con la esperanza de que les den alimento. Foto por Rodrigo Abd.

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Un hombre dobla una toalla en un campo que fue quemado por campesinos de la zona. Foto por Rodrigo Abd.
Un hombre dobla una toalla en un campo que fue quemado por campesinos de la zona. Foto por Rodrigo Abd.
Daniel Osoriaga, un trabajador comunitario que ofrece cultivos alternativos a los campesinos de la coca, descansa en el río Lorencillo. Foto por Rodrigo Abd.
Daniel Osoriaga, un trabajador comunitario que ofrece cultivos alternativos a los campesinos de la coca, descansa en el río Lorencillo. Foto por Rodrigo Abd.
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