Internacionales

Exdueño del Bataclan espera que este siga siendo 'un refugio del París libre'

Publicidad

Joël Laloux, que era el propietario del Bataclan hasta hace dos meses, espera que la sala de espectáculos siga siendo «un refugio del París libre», después de que tres yihadistas mataran a al menos 89 personas en el establecimiento. 

«Tengo la gran esperanza de que con el impulso de solidaridad en Francia y en el mundo haya una voluntad humana de conseguir que este lugar no sea asesinado», dijo a la AFP el hombre que dirigió el Bataclan entre 1976 y 2015 y que vive ahora en Ashdod, en el sur de Israel.

La noche del viernes 13 de noviembre, Laloux estaba en pleno sabbat cuando se enteró de lo ocurrido. Al ser un judío practicante no debería haber utilizado su móvil durante el día sagrado, pero lo descolgó tras unas cuantas llamadas insistentes «de un conocido que estaba en el interior» de la sala durante la toma de rehenes.

Entendió enseguida la magnitud del drama al encender el televisor. El hombre habla con pudor y reticencia de las imágenes que «no lo abandonan», pero que quiso ver con una impresión de estar ante algo «irreal».

 ‘Mi bebé’ 

El Bataclan «es mi bebé, vendido o no», asegura Laloux, que habla de «asco y horror» ante lo ocurrido.

Poco después del comienzo de un concierto de rock, tres yihadistas irrumpieron en la sala y, durante tres horas, mataron a al menos 89 personas e hirieron a numerosos espectadores. En total los atentados de París dejaron 129 fallecidos.

Según su exdueño, el Bataclan era un objetivo de los yihadistas porque estaban seguros de encontrar una sala llena.

«Cuando hacemos un concierto en el Bataclan, hay entre 1.500 y 2.000 personas», explica. 

El hombre de 63 años se enfada cuando se menciona la posibilidad de que exista un vínculo entre el atentado y los eventos de apoyo al ejército israelí o a organizaciones caritativas judías que celebró en la sala. «Es estúpido e inútil» hablar de esas teorías, se indigna.

 En ‘primera fila’ 

El Bataclan era una sala de bodas y de espectáculos de barrio, antes de que Joel Laloux y su hermano Pascal lo convirtieran en un famoso lugar de la fiesta y la cultura parisinas a partir de 1976, cuando su padre compró el local.

Joel se encargaba de la dirección artística y Pascal dirigía el café Bataclan, al lado de la sala.

El espacio acogió a numerosas estrellas como Lou Reed, Prince y Oasis.

Los dos hermanos fueron propietarios hasta septiembre, cuando vendieron la sala al grupo francés Lagardère.

«Justo después (del atentado), pensé que el equipo actual y yo íbamos a dejar de pensar en esa sala, convertirla en un santuario», asegura. 

Pero unos días después, espera que el Bataclan salga reforzado de ese trance. Recuerda lo ocurrido tras los atentados del semanario satírico Charlie Hebdo en enero, cuando millones de franceses y extranjeros se lanzaron a comprar la revista.

Y cuando la sala vuelva a abrir, a Laloux le gustaría estar «entre el público, en primera fila».

Publicidad
Publicidad