Internacionales

La parábola de Argentina

Hoy, con el triunfo de Mauricio Macri en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, Argentina vuelve a ser parábola, esta vez, no de la decadencia de las naciones sino de las posibilidades de cambio.

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Hace aproximadamente año y medio la revista The Economist destacó en su portada un artículo con el título que hoy recojo para dar cuenta de una trayectoria equivocada, del proceso de declinación gradual del país que había sido el más próspero de la tierra.

Efectivamente, entre finales del siglo XIX y las dos primeras décadas del siglo XX, Argentina fue considerado el país del futuro, con un PIB per cápita más alto que el de los principales países europeos y una economía robusta que crecía más rápido que la de los Estados Unidos. Con una rica y variada geografía y una población altamente educada, Argentina creció y brilló hasta los tiempos de la primera guerra mundial.

Después vino el estancamiento y la franca decadencia con la toma del poder de Juan Domingo y Evita Perón, figuras paradigmáticas del populismo latinoamericano. Desde entonces, el fecundo país de las extensas pampas se convirtió en parábola de la ineptitud, en alegoría de los misteriosos caminos que toman los pueblos para destruir la riqueza de sus naciones.

Hoy, con el triunfo de Mauricio Macri en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, Argentina vuelve a ser parábola, esta vez, no de la decadencia de las naciones sino de las posibilidades de cambio. Una moraleja especialmente aleccionadora para Venezuela. Estamos en un momento de retorno en el movimiento pendular de las ideas que sigue, por lo general, a los ciclos económicos.

Después de varios lustros de altos ingresos como consecuencia de un prolongado boom en el precio de las materias primas, impulsado principalmente por el crecimiento chino, los países latinoamericanos vuelven a vivir bajo el principio de escasez. Y pareciera que, mientras la abundancia afinca el populismo clientelar, el colectivismo y el estatismo que predominó en América Latina durante los últimos 15 años, la escasez reaviva la necesidad de acudir a la eficiencia y a la creatividad individual como palancas del desarrollo social dentro de un marco de fortaleza institucional.

Venezuela se aproxima a una elecciones parlamentarias que desbordan en su fuerza simbólica su efecto real por las inmensas expectativas que se han depositado en ellas. A diferencia de Argentina que logró mantener instituciones independientes y algunos sectores de la economía protegidos del embate del kirchnerismo, la sociedad venezolana entra en el proceso electoral totalmente desprotegida y descalabrada.

No sabemos cuál será la reacción del gobierno frente a unos resultados que según todas las encuestas serán claramente adversos al chavismo y a favor de la oposición. Es probable que la revolución intente mantener sus espacios a cualquier precio. Pero, pase lo que pase, la profundidad del deterioro producido por la revolución bolivariana ya ha iniciado el viraje en el movimiento pendular, ya el clima psicológico y político cambió.

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