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Jeb Bush le levanta la mano a Ted Cruz

El apoyo del influyente Jeb Bush a la campaña de Ted Cruz erige al senador de Texas en nueva y, quizás última, carta del aparato republicano para evitar que el explosivo magnate Donald Trump sea su candidato a la Casa Blanca en las elecciones del 8 de noviembre.

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FOTOGRAFÍA: AP

Bush, exgobernador de Florida e hijo y hermano de dos expresidentes, rompió hoy el absoluto silencio que mantenía desde que abandonó las primarias el 20 de febrero para anunciar su apoyo a la candidatura de Cruz.

«Por el bien de nuestro partido y el país, hay que superar la división y la vulgaridad que Donald Trump ha traído a la arena política o sin duda perder nuestra oportunidad de derrotar al candidato demócrata, muy probablemente Hillary Clinton, este otoño», argumentó Jeb Bush en una nota publicada en Facebook.

El paso de Bush, que ha prometido incluso hacer campaña activa con Cruz, es la prueba definitiva de lo que ya se venía intuyendo en los últimos días: tras la retirada de Marco Rubio, el aparato del partido se encomienda al senador de Texas como única vía para evitar que el magnate asegure su nominación en las primarias.

La apuesta inicial del «establishment» republicano en estas elecciones era Bush, pero los pobres resultados en las primarias que forzaron su retirada convirtieron a su otrora pupilo Marco Rubio en el candidato con el apoyo monetario y político del núcleo tradicional del partido.

Pero ni los poderosos donantes heredados de Bush, ni el respaldo de populares gobernadores fueron suficiente para impulsar la candidatura del senador por Florida, estancado en un tercer puesto y forzado a abandonar la semana pasada tras una dolorosa derrota en su estado.

El aparato republicano se ve ahora así entre la espada y la pared: debe apoyar a un candidato con el que no comulga para evitar su escenario más temido, que una candidatura de Trump les haga perder las elecciones presidenciales y la mayoría en el Senado.

Cruz es un senador de primer mandato que ha labrado su carrera política al calor del movimiento ultraconservador «Tea Party», nacido como desafío al aparato tradicional (y más moderado) del partido.

Es conocido que el senador no goza de simpatías entre sus compañeros de la Cámara, que han criticado abiertamente su dogmatismo ultraconservador y su nula disposición a hacer concesiones para llegar a acuerdos.

«Ted es un coherente conservador con principios que ha demostrado su capacidad para mantener unido el partido», escribió hoy Bush en su cuenta de la red social Twitter, una afirmación que nadie habría podido imaginar solo hace un año.

El propio Cruz conjuga en sus mítines el presentarse como un candidato «antiestablishment» y «antiwashington» con las llamadas a que el partido se rinda a la evidencia de que él es el único que ha demostrado poder ganar a Trump en estas primarias y se una en torno a su candidatura.

El apoyo de Bush certifica que, efectivamente, el aparato republicano se ha rendido: un ultraconservador como Cruz es su única alternativa para evitar que Trump logre los 1.237 delegados que garantizarían su nominación como candidato republicano.

El tercer republicano en liza, el gobernador de Ohio, John Kasich, es un candidato mucho más próximo ideológicamente a Bush y al núcleo tradicional del partido, pero solo ha conseguido una victoria en las primarias -en su estado- y ya es imposible matemáticamente que se haga con la nominación.

Que Cruz asegure la nominación no es imposible, pero es matemáticamente improbable: para ello necesitaría ganar alrededor del 80 % de los delegados que quedan en juego hasta junio.

La estrategia del aparato pasa por que Cruz arrebate a Trump los delegados suficientes como para que llegue sin mayoría a la Convención Nacional de julio, donde los delegados elegidos en las primarias votan al candidato a la Casa Blanca, con la esperanza de que nadie consiga la nominación en la primera ronda y por tanto pase a ser disputada.

En este proceso, caótico e impredecible, y según las normas que se establezcan este año, pueden aparecer candidatos que no compitieron en las primarias o que lo hicieron pero se retiraron por falta de apoyo popular.

Se barajan los nombres del presidente de la Cámara de Representantes y candidato a vicepresidente en 2012, Paul Ryan -que ha rechazado repetidamente esta posibilidad-, el del exgobernador de Texas Rick Perry e incluso el del candidato a la Presidencia en 2012 Mitt Romney, que está liderando el movimiento para vencer a Trump.

Romney respaldó la semana pasada a Cruz en Utah, pero ni siquiera trató de ocultar el que es su verdadero objetivo: evitar que Trump reúna los delegados suficientes para hacerse con la nominación en las primarias.

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