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Obama en Cuba ¿Se bailó el guaguancó?

Durante esta semana, se realizó la histórica visita del Presidente Obama a Cuba, después de casi 90 años sin que un presidente de los Estados Unidos pisara la isla. Antes de Obama, Calvin Coolidge estuvo en La Habana, en 1928.

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FOTO: DENNIS RIVERA | AP

La visita del mandatario estadounidense no ha estado exenta de duras críticas, especialmente dentro de los Estados Unidos. Un sector apuesta por mantener el estatus quo, embargo incluido, y su codificación, endurecimiento e internacionalización a través de la Ley Torricelli de 1992 y la Ley Helms- Burton de 1996, que impide no solamente a empresas norteamericanas a tener negocios en y con Cuba, y a empresas extranjeras a vender en los Estados Unidos, productos con componentes cubanos, sino también prohíbe, que un presidente estadounidense cambie las normas del embargo o lo elimine, siendo esta una facultad exclusiva del Congreso. Los argumentos de este sector están basados en las violaciones a los derechos humanos en Cuba, a la ausencia de libertades democráticas, y a los presos por razones políticas, entre otros.

Por otro lado, otro sector apuesta por un acercamiento más pragmático entre ambos países, por todos los negocios que involucraría dicha proximidad, en adición, a los pocos efectos concretos en lo político, que han resultado del embargo económico que tiene ya casi 6 décadas.

Este punto en concreto genera grandes desafíos de negociación. Se calcula en aproximadamente $8.000 millones el valor de los bienes confiscados por el gobierno cubano a empresas estadounidenses, que incluyen a 900 demandantes y mas de 5.900 reclamaciones, entre ellas las de Exxon, Texaco y Coca-Cola. Por su parte, el gobierno cubano reclama al gobierno de Estados Unidos, $121.000 millones en compensaciones por las pérdidas ocasionadas por el embargo. Conforme a la Ley Nro 80 de Cuba de 1996 “Ley de Reafirmación de la dignidad y soberanía cubanas”, se establece que solo se revisarán las reclamaciones estadounidenses, si también
se consideran: “los daños y perjuicios causados por el bloqueo y las agresiones de todo tipo, cuya responsabilidad corresponde al gobierno de los Estados Unidos de América”.

¿Pero cuál es el trasfondo de esta histórica negociación? Los gobiernos de Estados Unidos le han dado históricamente más importancia a otras regiones que a la Latinoamericana. Sin embargo, en el terreno bilateral, en la última década, los avances con algunos países latinoamericanos, han sido mucho más efectivos y rápidos que con el resto de la región (Acuerdos de cooperación, comercio, inversiones: casos de Nicaragua, Costa Rica, México, Perú, Colombia, entre otros).

Después de años de haber ejercido el hard power (poder duro) o coerción, conforme a los términos diseñados por el Profesor de la Universidad de Harvard, Joseph Nye, el soft power (poder blando) demuestra ser más efectivo. Esta es la habilidad de moldear las preferencias de los otros a través de la persuasión y atracción, sin la coerción. Sus herramientas, son la cultura, los valores políticos, etc.

Estados Unidos logra mucho más posicionarse en la región, si vence justamente el antinorteamericanismo, que coincidencialmente tiene en Cuba, y en la izquierda latinoamericana regida por la orientación cubana, a sus principales promotores. Inclusive, José Martí, fue uno de los principales inspiradores del antinorteamericanismo a finales del siglo XIX.

El soft power fue ejercido magistralmente por Obama en esta visita a Cuba, especialmente en su discurso en el Gran Teatro de La Habana, en donde tuvo la oportunidad en territorio cubano, de hablar de la igualdad ante la ley, de libertades políticas (reunión, expresión, elección), de culto, entre otras.

Para Cuba, lo estratégico del acercamiento a los Estados Unidos y de esta visita está centrado en dos puntos. Lo político, seguir siendo reconocido como un interlocutor ideológico importante en la región. En lo económico, viabilizar su deteriorada economía, que ya no podrá contar como antes con el generoso auxilio del gobierno venezolano. Mientras tanto, en el intermedio, en el cual se preparan los capitales extranjeros a fluir masivamente hacia Cuba, el gobierno cubano aprobó en abril de 2014, la Ley Nro 118 sobre Inversión Extranjera, en donde no solo se garantiza a los inversionistas que no van a ser expropiadas sus inversiones, salvo las excepciones de ley, sino que se les garantiza plenamente su derecho a convertir libremente, sus dividendos, en moneda extranjera, sin el pago de tributos.

Ambos países hicieron patente la frase de Lord Palmerston, ex – primer ministro británico a mediados del siglo XIX, quien dijo: “Las naciones no tienen amigos o enemigos permanentes, sólo intereses permanentes”.

Mientras tanto, por estos lares, ¿Quién bailará Joropo con nosotros?

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