«El congreso (del partido gobernante) debe realizarse en las próximas semanas y voy a presidir los debates», dijo Mugabe, de 93 años, quien está presionado por el ejército, la calle y su partido para que renuncie.
Poco antes del discurso televisado, un allegado a Mugabe –en el poder desde hace 37 años– dijo que el presidente había aceptado renunciar, lo que finalmente no se hizo público en su mensaje.
El sábado hubo masivas manifestaciones para pedir la renuncia de quien fue héroe de la lucha por la independencia devenido un déspota y que en la última semana perdió aceleradamente sus apoyos.
Previamente, al margen de una reunión del Zanu-PF, el partido gobernante, un delegado indicó a la AFP que Mugabe fue destituido de la presidencia de la formación y sustituido por el exvicepresidente Emmerson Mnangagwa, otrora rival de la esposa de Mugabe, Grace, para sucederle en el poder.
En un sorprendente giro, el partido añadió que lanzará en el Parlamento un proceso de destitución del presidente si este no dimite antes del lunes a mediodía y que Mnangagwa será su candidato para las elecciones de 2018.
Además, la formación anunció la expulsión de sus filas de la primera dama, Grace Mugabe, que tenía ambiciones presidenciales.
«La esposa [de Mugabe] y otros se han aprovechado de su situación delicada para usurpar el poder y saquear los recursos del Estado», dijo al a AFP el responsable del partido Obert Mpofu al margen de una reunión del Zanu-PF.
Paralelamente, el jefe del ejército Constantino Chiwenga se reunía con Mugabe el domingo en el palacio presidencial, después de que los militares le impusieran al presidente un arresto domiciliario y le presionaran también a dimitir.
En las fotografías oficiales del encuentro se veía a un oficial saludando a Mugabe, de pie tras su escritorio, y varios oficiales de alto rango sentados en la habitación.
No se aportaron más detalles de esta reunión.
Negociaciones con el ejército
También los veteranos de la guerra de independencia de Zimbabue habían reclamado este domingo la renuncia de Mugabe. «Debería renunciar (…) Si no lo hace, el ejército debe terminar hoy con él«, dijo el jefe de la poderosa asociación de veteranos de guerra, Chris Mutsvangwa, antes de que se celebrase la reunión de Mugabe con los militares.
Poco antes, las influyentes juventudes del Zanu-PF, en el poder, habían pedido la expulsión del partido de Mugabe y de su mujer.
Este partido político había sido hasta ahora un fiel aliado de Mugabe, pero desde que el ejército tomó el control del país considera que el presidente debería retirarse «para descansar como el anciano hombre de Estado que es».
La intervención del ejército supone un hito en el largo mandato de Mugabe, marcado por la represión de cualquier tipo de oposición y una grave crisis económica. Cerca del 90% de la población está desempleada.
Mugabe, el más veterano jefe de Estado del mundo, aparecía cada vez más aislado tras haber sido abandonado por el ejército, por el Zanu-PF y por los veteranos de guerra.
En la madrugada del miércoles, el ejército intervino sin derramar sangre en Harare, la capital, en apoyo a Emmerson Mnangagwa, el vicepresidente destituido por Mugabe una semana antes.
El ejército puso en arresto domiciliario al presidente, aunque estaba autorizado a hacer algunos desplazamientos.
En el punto de mira de las Fuerzas Armadas está el grupo llamado G40, una facción del Zanu-PF que brinda apoyo a la primera dama, Grace Mugabe, y sus ambiciones presidenciales.
Fue ella quien hizo caer a Mnangagwa, de 75 años, un candidato demasiado peligroso en la carrera para suceder al presidente, tras llevar a cabo una campaña de denigración contra su adversario.
Mnangagwa, que huyó del país poco después de su destitución, regresó a Zimbabue el jueves.]]>