La noche del 13 de noviembre de 2015, nueve hombres sembraron el terror en varios puntos de la capital francesa y su suburbio Saint-Denis, dejando 130 muertos y más de 350 heridos.
El primer ministro francés Edouard Philippe, el ministro del Interior Christophe Castaner y la alcaldesa de París Anne Hidalgo asistieron a una primera ceremonia hacia las 09H00 frente al estadio de Francia, donde tres yihadistas se hicieron estallar, matando a una persona y dejando diez heridos.
Posteriormente se dirigieron sucesivamente a las terrazas de los cinco bares y restaurantes contra los cuales los yihadistas abrieron fuego, matando a 39 personas, y al Bataclan, la sala de conciertos parisina donde 90 perdieron la vida.
Por primera vez, el presidente Emmanuel Macron no asistió a las ceremonias conmemorativas. En 2017, Macron y su predecesor, François Hollande, habían recordado a las víctimas juntos en cada lugar atacado.
La jornada finalizará con la entrega oficial de una «Medalla Nacional de Reconocimiento a las Víctimas del Terrorismo», creada en julio de 2016, a las víctimas de los atentados de noviembre, en el hôtel Matignon, la residencia del Primer Ministro.
Los sobrevivientes y las familias de las víctimas aguardan la apertura de un juicio, que podría celebrarse en 2020. En el banquillo de los acusados estarán los miembros del grupo que participó en la preparación de los ataques y el único atacante que sobrevivió, Salah Abdeslam, que se encuentra detenido en la cárcel de Fleury-Mérogis, al sur de París.
Abdeslam transportó a los tres kamikazes del Estadio de Francia. Abandonó un cinturón de explosivos antes de huir a Bélgica, por lo que los investigadores piensan que tenía intenciones de hacerse estallar pero desistió a hacerlo por motivos que se desconocen.
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