Estos datos publicados por los tres principales canales de televisión deben tomarse con precaución, ya que en elecciones anteriores estos sondeos han sido desmentidos por los resultados oficiales, como fue el caso en las legislativas de 2015.
Prueba de que la carrera por dirigir el gobierno sigue abierta, es que los dos principales rivales reivindicaron una victoria clara.
El Likud, el partido de Netanyahu, -a la derecha en el espectro ideológico- obtuvo según los sondeos de boca de urna entre 33 y 36 escaños en el Parlamento, mientras la lista Azul y Blanco de Gantz 36-37. Pero el número de escaños de los partidos con los que Netanyahu podría formar una coalición es mucho mayor que el de Gantz, según dos de los sondeos.
Ambos están lejos de quedarse con la mayoría absoluta (61 de 120) y tendrán que aliarse con otras formaciones para gobernar.
«El bloque de derecha liderado por Likud obtuvo una clara victoria», dijo Netanyahu, y citó la formación de un gobierno en la noche.
Por otro lado, su rival Benny Gantz exclamó: «¡Ganamos! estas elecciones tienen un claro ganador y un claro perdedor».
Más de 6,3 millones de electores fueron convocados el martes para elegir los 120 diputados que los representarán en el Knéset y decidir si Benjamin Netanyahu continuará su largo mandato o si llegó la hora del cambio con el exmilitar Benny Gantz, candidato por primera vez.
Negociaciones
Una vez que haya resultados confirmados se abrirá en los próximos días un período de intensas negociaciones para formar un gobierno de coalición.
Depende del presidente Reuven Rivlin considerar, a la luz de las recomendaciones de los partidos de la Knéset, qué partido designará para tratar de formar el gobierno.
Benjamin Netanyahu, que acumula 13 años en el cargo de primer ministro, busca un quinto mandato que le permitiría establecer un récord de longevidad en el poder.
En tanto, Gantz, de 59 años de edad, general, y ex paracaidista, lleva la experiencia de haber sido comandante de una unidad de fuerzas especiales y ex jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa. Pero hace seis meses Israel no lo identificaba como un político.
«Bibi estuvo en el poder mucho tiempo», dijo Ronit Kampf, profesora universitaria de 45 años al votar en Jerusalén y utilizando el apodo con el que se llama a Netanyahu.
«Habrá un gran cambio. ¿Cuál? No lo sé exactamente, pero habrá un cambio».
Maniobras para ganar
Sin diferencias significativas en los programas de gobierno entre los dos candidatos, la campaña se transformó en un plebiscito sobre la persona de Netanyahu, adorado y detestado por igual.
El presidente palestino Mahmud Abbas expresó el martes su deseo de que estas elecciones traigan paz y dijo que estaba preparado a retomar las negociaciones si se respeta el derecho internacional.
Pero ante los resultados que daban ventaja a Netanyahu, un responsable palestino dijo que los israelíes dijeron en las urnas «no a la paz».
Gantz considera que esta elección se trata fundamentalmente de poner fin a años de divisiones y de corrupción que encarna el primer ministro saliente.
Para Netanyahu, en cambio, se trata de reiterar que nadie está mejor capacitado que él mismo para garantizar la seguridad y la prosperidad del país.
En febrero, el fiscal general anunció la intención de inculpar formalmente a Netanyahu por corrupción, fraude y abuso de confianza, y las encuestas empezaron a variar.
Como reflejo del clima de hostilidad en la campaña, el principal partido árabe en Israel presentó una queja a la comisión electoral después de que militantes del Likud, el partido del primer ministro saliente, fueran sorprendidos con cámaras en los colegios electorales de los sectores de mayoría árabe. La lista árabe dijo que era para intimidar a los electores y el Likud respondió que lo hizo para evitar fraudes.
Los árabes israelíes son los descendientes de los palestinos que se quedaron en sus tierras después de la creación de Israel en 1948.
La cercanía con Trump
Los israelíes consideran que Trump ofreció a Netanyahu un espectacular regalo en plena campaña electoral, al reconocer la soberanía israelí sobre los Altos del Golán, anexado a Siria.
Netanyahu mencionó cada vez que pudo su cercanía con el presidente de Estados Unidos.
Atizó aún más la polémica al afirmar, en desafío a un amplio consenso internacional, que estaba preparado para anexar los asentamientos israelíes en Cisjordania, territorio palestino ocupado por Israel desde hace medio siglo.
Líder de un gobierno considerado el más derechista en la historia de Israel, Netanyahu parece listo para ponerse al frente de una coalición aún más radical.