Johnson batalla por cada voto en la víspera de las elecciones británicas
El Reino Unido no suele convocar elecciones en los meses de invierno y se teme que la participación sea más baja de lo habitual
El Reino Unido no suele convocar elecciones en los meses de invierno y se teme que la participación sea más baja de lo habitual
El primer ministro británico Boris Johnson y su rival laborista Jeremy Corbyn se esforzaban el miércoles por seducir a los últimos indecisos en la víspera de unas elecciones cruciales para el país que, según el último sondeo, pueden ser muy ajustadas.
Estas son las terceras legislativas que organiza el Reino Unido en poco más de cuatro años, pero todos los partidos coinciden en calificarlas como las más importantes en una generación.
Su resultado determinará la cuestión más compleja planteada a los británicos en su historia reciente: la salida de la Unión Europea, decidida por referéndum en 2016 pero retrasada ya tres veces por el bloqueo político en un país profundamente polarizado.
Johnson, en el poder desde julio, cuando reemplazó a Theresa May como líder del Partido Conservador, busca una mayoría absoluta que le permita lleva a cabo el Brexit el 31 de enero, sin más aplazamientos.
Pero la oposición de centro-izquierda, encabezada por los laboristas de Jeremy Corbyn, quiere convocar un segundo referéndum que, dado el aparente giro de una parte de la opinión pública, podría anular el Brexit simple y llanamente.
Los sondeos daban hasta ahora una muy cómoda mayoría a los conservadores, pero el último de YouGov, considerado el más fiable por su amplia muestra y metodología, redujo el martes por la noche su ventaja respecto a la oposición laborista de 68 a 28 diputados en una cámara con 650 escaños.
Y aunque esto representaría aún 339 diputados para Johnson, el instituto advirtió que teniendo en cuenta el margen de error los conservadores podrían ahora no obtener la mayoría.
En Reino Unido no hay jornada de reflexión, o veda electoral, así que a menos de 24 horas del inicio de los comicios, Johnson recorría, del norte de Inglaterra al sur de Gales, las circunscripciones tradicionalmente izquierdistas pero partidarias de un Brexit sobre el que Corbyn sigue mostrándose ambiguo.
«Vamos a dar batalla por cada voto», afirmó en Guiseley, en el centro del país, donde, siguiendo con su campaña centrada en mostrarlo como un hombre del pueblo y no un distante político de la élite londinense, entregó de madrugada botellas de leche a los electores que le abrían la puerta aún en pijama.
La elección «no podría ser más crítica, no podría ser más ajustada, le digo simplemente a todo el mundo que existe un riesgo real de que mañana nos dirijamos hacia un Parlamento sin mayoría», afirmó.
Si llega al poder con el apoyo de partidos proeuropeos más pequeños, Corbyn asegura que en seis meses negociaría un nuevo acuerdo de divorcio con Bruselas que mantuviese muy estrechos lazos entre las dos partes y lo sometería a los británicos en un nuevo referéndum.
«El Partido Laborista se encargará de resolver el problema del Brexit, aseguraremos un buen trato para los trabajadores y les daremos la última palabra», afirmó Corbyn el miércoles en el bastión laborista de Middlesbrough, en el noreste de Inglaterra.
Sin embargo, fiel a sus raíces euroescépticas, el líder izquierdista ya ha anunciado que se mantendría «neutral» en esa segunda consulta sobre el Brexit.
El Reino Unido no suele convocar elecciones en los meses de invierno y se teme que la participación sea más baja de lo habitual.
El diario conservador The Daily Mail llamaba a sus lectores a acudir a las urnas, a pesar de que el jueves se prevé lluvioso, ventoso, frío y miserable en la mayor parte del país, y la noche caerá en muchos lugares hacia las 3:30pm.
Pero «esta elección se juega al filo de la navaja», advertía el tabloide. «No vayamos dormidos hacia la catástrofe», agregaba en su editorial.
Con el programa más izquierdista que haya visto el país en décadas, Corbyn prometió renacionalizar muchos de los servicios privatizados por la conservadora Margaret Thatcher en los años 1980, acabar con las onerosas tarifas universitarias, descarbonizar la economía y subir los impuestos a los ricos para incrementar exponencialmente las ayudas sociales.
«Pondremos dinero en sus bolsillos porque lo merecen. Los ricos y los grandes negocios pagarán por ello», era su mensaje final a los indecisos.