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Vivir preso en el extranjero sin pasaporte

El 7 de diciembre, el Saime reveló que el trámite de un nuevo pasaporte se ubicaba en bs. 8.364.320 ($170), mientras que la prórroga pasaba a costar bs. 4.182.160 ($85), golpeando aún más el débil bolsillo del venezolano, fuertemente afecto por la hiperinflación

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En 2013, Fernanda Rodríguez dejó su casa, su familia y a todo lo que conocía. Para ella no fue una decisión tan difícil como lo ha sido para otros venezolanos; de hecho, desde su primer viaje al extranjero, a los siete años supo, que algún día dejaría el país para buscar nuevos horizontes.

Rodríguez tenía 22 años de edad cuando pisó por última vez la Cromointerferencia de Color Aditivo de Carlos Cruz-Díez, ubicada en el pasillo principal del Aeropuerto Simón Bolívar. Atrás quedaban su carrera de idiomas modernos y su trabajo en el hotel Marriot de La Guaira. En ese entonces, la crisis nacional comenzaba a afectar con mayor impacto la vida de los venezolanos; escasez de alimentos, apagones, fallas en la distribución del agua y la delincuencia le hicieron tomar la decisión. Todo eso fue demasiado para una joven que se describe como un «espíritu libre».

Seis años después vive una vida tranquila en Dublin, capital de Irlanda, pero no se siente libre pues sigue siendo prisionera de las acciones del gobierno de Nicolás Maduro. Desde el 2018 se encuentra en la titánica tarea de obtener un nuevo pasaporte, toda una prisa sin resultados positivos pues ya expiró y no tiene forma de salir del país ubicado al norte de Europa.

Empezó con el difícil trámite mucho antes de lo esperado «porque ya había escuchado historias de amigos y conocidos que decían que pasaban meses tratando de obtener el documento así que fui precavida».

La falsa excelencia

Ni con toda la precaución del mundo logró ganarle la carrera a las fallas del Servicio Administrativo de Identificación Migración y Extranjería (Saime). Enfrentarse al sitio web de la institución fue suficiente para demostrarle que tomaría mucho tiempo obtener la cita para el documento, tres meses exactamente. Sin importar la hora a la que se conectara, siempre había un problema.

«Siempre me salía un error o que estaban en mantenimiento», expresa. Esto no es una novedad; todo lo contrario, representa el día a día de los venezolanos sin importar donde estén, aunque Maduro diga en cadena nacional que el servicio funciona con total normalidad.

En la cuenta de Twitter del Saime un mensaje señala lo siguiente: «Trabajamos diariamente para ofrecer el mejor servicio de identificación a todos los venezolanos. A pesar de los ataques contra la Patria seguiremos construyendo con trabajo, profesionalismo y honestidad la Venezuela Potencia».

Pero Rodríguez no coincide, no cree en el Saime y mucho menos luego de haber solicitado su cita el primero de mayo de 2018, mes en el que llenó el formulario correspondiente y canceló el monto de 166 euros con su tarjeta de crédito, equivalentes a $200. La tarifa fue procesada en su tarjeta el mismo día y deducida en su totalidad al día siguiente; sin embargo, el Saime no envió ningún tipo de confirmación del pago hasta el 13 de junio del 2018. «Su aplicación ha sido aceptada, confirme los siguientes detalles», decía el correo.

Estos eran los datos de su cédula y la oficina para realizar el proceso, ubicada en Berlín, en vista de que no existen consulados en Venezuela luego de que en 2014 Irlanda impuso visado a los ciudadanos del país suramericano cuando Maduro anuló Cadivi para los estudiantes por presunta falta de fondos.

«A pesar de eso no me dieron ninguna cita, nada en concreto. Solo me confirmaron que recibieron la aplicación, pero que debía esperar más adelante sobre mi cita”, reclama. “No tenía forma de saber cuándo me llegaría y ninguna organización gubernamental se comunicó conmigo”.

El estrés se apodera poco a poco de su paciencia cada vez que intenta buscar por distintas vías algún tipo de información sobe su pasaporte. Por los correos no responden, por el número de teléfono tampoco y en una solicitud que hizo a la Embajada de Venezuela en Alemania para interponer una queja, la cual fue procesada, aún no tiene respuesta.

Metástasis corrupta

“En el Saime somos miles de servidores públicos que trabajamos para garantizar tu derecho oportuno a la identidad. ¡Honestidad y profesionalismo para el Pueblo!”, muestra la institución en otro mensaje por la red social.

Ese derecho al que el Saime se refiere es el de la identidad, el cual se le está violentando a Rodríguez. La inmigrante no puede salir de Irlanda y eso ha entorpecido sus planes, como viajar a Polonia a visitar a la familia de su novio, o ir a otros países de la Unión Europea para asistir a talleres y cursos de danza, actividad a la que se dedica de manera profesional.

La «honestidad y el profesionalismo» son otros calificativos que Rodríguez considera que le quedan grandes a la institución; de hecho, la corrupción es un cáncer dentro de los procesos para obtener algún documento o tramitar cualquier procedimiento dentro del Saime. En una oportunidad Rodríguez investigó la opción de pagar mediante un tercero que ayudara a facilitar el proceso, pero para su sorpresa el costo del pasaporte pasaba a ser de $4.000, solo de esa forma se lo entregarían en un tiempo récord por debajo de los 30 días, mientras que una prórroga por dos años no bajaría de los $1.000.

Estos procedimientos son más comunes de lo que parecen.

El abogado Gerardo Flores, quien pidió cambiar su nombre por seguridad, trabaja como gestor y tiene experiencia en los procesos del Saime y Saren, aunque no suele trabajar con pasaportes afirma tener un amigo que por la cita cobra $70, pero dentro de las instituciones los gestores deben llegar a acuerdos con los funcionarios. Según explica, «por un documento te piden $120 y por varios $140, de eso me quedan solo $20 o $30”.

Estos procesos son «bajo cuerda» y es lo que Flores y otros gestores como él llaman, «agilizar el proceso»; no obstante, el profesional explica que todo lo que hacen no es legal, porque la mayoría de los trámites no tienen costo.

Gustavo Vizcaíno, director general del Saime, informó en cadena nacional el 30 de julio de este año que 126 funcionarios de la institución se encontraban involucrados en casos de corrupción de los cuales 65 se encontraban en manos del sistema legal venezolano.

Sin embargo, no se sabe hasta qué punto ha habido una verdadera penalización o control dentro del Saime en vista que la usura sigue y el sistema está lejos de ser «rápido y seguro», como lo describe Vizcaíno.

Corrupción oficializada

El 18 de noviembre, el Saime publicó en sus redes sociales un nuevo aumento en el costo del Pasaporte y la prórroga, que pasó de bs. 160.000 ($5.5) a bs. 5.890.270 ($200), mientras que la prórroga pasó de bs. 80.000 ($2,7) a bs. 2.945.486 ($100), lo mismo que le tocó a Fernanda pagar en 2018, solo que ella lo hizo en Euros.

Pero la hiperinflación, fenómeno económico que desde noviembre de 2017 golpea con mucha fuerza el bolsillo de los venezolanos, también arropó los mencionados procesos. El 7 de diciembre, se conoció que el trámite de un nuevo pasaporte se ubicaba en bs. 8.364.320 ($170), mientras que la prórroga pasaba a costar bs. 4.182.160 ($85).

El detalle está en que el sueldo mínimo del venezolano es de bs. 150.000, sin el bono de alimentación, por lo que un ciudadano promedio gana mensualmente $6, disminuyendo drásticamente las posibilidades de obtener el documento que además es el cuarto más costoso del mundo y uno de los que más visas necesita, tomando en cuenta que en los últimos dos años en América 12 países le exigen el permiso.

Esto es parte de la corrupción a la que Rodríguez se refiere. «Yo no voy a apoyar corrupción y no me parece ético de mi parte conociendo el sufrimiento de todas las personas estancadas en Venezuela», denuncia.

La opción de volver a Venezuela no se le pasa por la cabeza, las historias de anulaciones de pasaportes le aterran, así como los casos de personas que han terminado en el famoso «cuartíco» de Maiquetía siendo interrogados por múltiples efectivos de la Guardia Nacional.

«El Estado tiene la fachada que el sistema funciona y que están dando pasaportes, pero son ellos quienes violan mi derecho fundamental a la identidad. Entonces, cuando me meto en el sistema, a pesar de que ha pasado más de un año, el sistema no me muestra un registro de mi aplicación. Es como si nunca hice nada», lamenta.

La desconfianza se ha vuelto una compañía constante en esta venezolana que ya da por fracasado el proceso. Duda que la cita se concrete, y de suceder deberá solicitar un permiso en Irlanda para autorizar su viaje a Alemania. Pero teme que cuando obtenga el compromiso por parte del Saime no haya suficiente tiempo para tramitar todo y lo que menos quiere Rodríguez es poner su estadía en Irlanda en riesgo. Mientras deberá permanecer en un limbo.

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