Joe Biden es el nuevo presidente de Estados Unidos
Con la victoria en Pensilvania, el candidato demócrata alcanzó 284 votos electorales, 14 más de los 270 que se necesitan para alcanzar la presidencia de Estados Unidos
Con la victoria en Pensilvania, el candidato demócrata alcanzó 284 votos electorales, 14 más de los 270 que se necesitan para alcanzar la presidencia de Estados Unidos
El candidato demócrata a la Casa Blanca, Joe Biden se convirtió este sábado en el presidente electo de EE.UU. después de haber conquistado el estado clave de Pensilvania.
El candidato demócrata logró la victoria en el decisivo estado de Pensilvania, con lo que alcanzó 284 votos electorales, 14 más de los 270 necesarios para ser presidente de Estados Unidos.
Aún quedan por decidir Alaska, Carolina del Norte, Georgia y Nevada pero eso ya no hace ningún efecto.
El Colegio Electoral es un órgano integrado por 538 delegados que eligen los estados en función de su población. El candidato ganador en cada estado, aunque sea por un solo voto, se lleva todos sus compromisarios con la excepción de Nebraska y Maine. El aspirante que llega a 270 gana las elecciones.
Según el último recuento, los votos electorales están así:
Biden (284): Arizona (11), California (55), Colorado (9), Connecticut (7), Delaware (3), Distrito de Columbia (3), Hawái (4), Illinois (20), Maine-estado (2), Maine-distrito 1 (1) Maryland (10), Massachusetts (11), Michigan (16), Minesota (10), Nebraska-distrito 2 (1), Nueva Jersey (14), Nueva York (29), Nuevo Hampshire (4), Nuevo México (5), Oregón (7), Pensilvania (20), Rhode Island (4), Vermont (3), Virginia (13), Washington (12) y Wisconsin (10). EFE
Trump (214): Alabama (9), Arkansas (6), Carolina del Sur (9), Dakota del Norte (3), Dakota del Sur (3), Florida (29), Kansas (6), Kentucky (8), Idaho (4), Indiana (11), Iowa (6) Luisiana (8), Maine-distrito 2 (1), Misisipi (6), Misuri (10), Montana (3), Nebraska-estado (2), Nebraska-distrito 1 (1), Nebraska-distrito 3 (1), Ohio (18), Oklahoma (7), Tennessee (11), Texas (38), Utah (6), Virginia Occidental (5) y Wyoming (3).
Donald Trump, actual presidente y candidato republicano, sin embargo, sigue negado a reconocer la victoria de su opositor. Apenas se conocieron los resultados del estado de Pensilvania tuiteó, en inglés y mayúsculas: «Yo gané esa elección por un montón».
I WON THIS ELECTION, BY A LOT!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) November 7, 2020
Apenas se conoció que Biden alcanzó los votos necesarios para ganar la presidencia, una gran cantidad de ciudadanos se lanzó a la calle a celebrar.
Joe Biden prometió el viernes unir a un país profundamente polarizado. En la noche del viernes 6 de noviembre dijo, confiado, que derrotará a Donald Trump, quien más temprano le advirtió que no cantara victoria.
En un discurso desde su feudo en Wilmington, Delaware, el candidato demócrata dijo «es hora de que nos unamos como nación».
Sin embargo, aún hay que esperar. Se supo que Georgia, donde los resultados se voltearon sorprendentemente para favorecer a Biden con un estrecho margen, anunció reconteo de votos. En ese estado los demócratas no ganan desde 1992.
El presidente de EEUU, Donald Trump, se encomendó este viernes 6 de noviembre a la vía legal como única opción posible para seguir en el poder, mientras su entorno empezaba a asumir la derrota y se preguntaba si el mandatario la aceptaría en algún momento.
Horas después de que el candidato demócrata, Joe Biden, le arrebatara la ventaja en Pensilvania y Georgia, dos estados que necesita imperiosamente para lograr la reelección, Trump se resignó a pelear por la Presidencia en los tribunales, sin ninguna garantía de éxito.
«Seguiremos en este proceso a través de todos los aspectos de la ley (…). Nunca dejaré de luchar por ustedes y por nuestro país», dijo Trump en un comunicado distribuido por su campaña.
En un tuit posterior, el mandatario confió en que las demandas que su equipo ha interpuesto en varios estados clave, y que por ahora no han tenido un impacto significativo, le permitan recuperar el margen que ha ido perdiendo en esos territorios a medida que se contaban votos emitidos por correo.
«¡Quizá estas ventajas vuelvan a medida que avanzan nuestros procedimientos legales!», añadió.
A su alrededor, el número de asesores que creían en esa posibilidad iba menguando con cada hora que pasaba, y varios de sus aliados reconocían en privado que apenas veían un posible camino a la reelección, informaron los diarios The Wall Street Journal y Politico.
En la sede de su campaña de reelección, a las afueras de la capital estadounidense, el estado de ánimo era sombrío y algunos expresaban frustración por lo que consideraban una estrategia legal poco preparada y sin apenas perspectivas de éxito.
«A no ser que haya un caso importante de fraude electoral o algo drástico, esto se ha acabado, y se acabó hace un día. La mayoría de la gente lo sabe», dijo un alto cargo de la campaña de Trump, que pidió el anonimato, a Politico.
«A algunos les está llevando más tiempo aceptarlo. Hay mucha gente que simplemente está aquí sentada, mirando su escritorio», agregó.
Sin embargo, varios de los asesores más cercanos a Trump -entre ellos su jefe de gabinete Mark Meadows y su abogado Rudy Giuliani- seguían alimentando la idea de que al mandatario le estaban robando las elecciones, algo sobre lo que no hay ninguna prueba.
Arropado por esos aliados, Trump no tenía ninguna intención de conceder la derrota incluso si su camino a la reelección se bloquea del todo, como es probable, indicaron las cadenas CNN y CBS News.
El discurso de concesión es una tradición en Estados Unidos, pero no es obligatorio por ley en el país, por lo que no sería necesario para certificar una potencial victoria de Biden.
De hecho, un portavoz de la campaña de Biden, Andrew Clark, reaccionó con sorna a las informaciones sobre ese tema: «El Gobierno de Estados Unidos es perfectamente capaz de escoltar a cualquier intruso fuera de la Casa Blanca», aseguró a la cadena Fox News.
El factor que más preocupa a los expertos no es tanto la posibilidad de que Trump se niegue a reconocer la derrota, sino la posibilidad de que los desafíos legales presentados por su campaña prolonguen la incertidumbre sobre el resultado.
El calendario para resolver litigios es apretado: las autoridades estatales solo tienen hasta el 8 de diciembre para resolver cualquier controversia que pueda surgir sobre la elección de sus compromisarios del Colegio Electoral, antes de que éstos formalicen la selección del presidente el 14 de diciembre.
Es improbable que las demandas que la campaña de Trump ha presentado hasta ahora -concentradas en Pensilvania, Nevada, Michigan y Georgia-, consigan invalidar un amplio volumen de votos en varios estados clave, y sin que eso ocurra es prácticamente imposible que el presidente derrote a Biden.
Los jueces de Michigan y Georgia ya han desestimado las querellas en esos estados, y aunque la campaña de Trump ha conseguido que Pensilvania tenga que separar algunos votos enviados por correo del resto, no hay ninguna orden de que esos sufragios no se cuenten.
Sin embargo, el panorama se volvió más complejo cuando Georgia confirmó este viernes que hará un recuento de los votos, algo que también podría ocurrir en otros estados.
Y aunque todavía se desconoce qué cartas puede guardarse la campaña bajo la manga -este viernes pusieron a uno de los principales aliados de Trump, David Bossie, al frente de la estrategia legal- cada vez más defensores del presidente reconocen que el viento sopla en su contra.
Trump, mientras, clamaba en Twitter que Biden «no debería declararse» ganador si llegaba a la cifra mágica de 270 delegados, porque «los procedimientos legales acaban de empezar».
Algunos en su entorno empezaban a describir ese empeño en la vía legal como una estrategia para mantener su enorme influencia en el Partido Republicano y el país una vez que deje la Casa Blanca.
Pese a su probable derrota, Trump ha acumulado al menos siete millones de votos más que en 2016 y ha superado los 70 millones de sufragios a su favor, más que ningún otro candidato republicano en la historia de EEUU.
«Va a decir: ‘Me han robado las elecciones’, y después se va a ir a Florida y a seguir siendo el republicano más influyente del país», afirmó a Politico otro asesor de la campaña de Trump.
Las actuales elecciones en EEUU son, quizás, las más cerradas que se recuerden. Hoy, 6 de noviembre, el candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Joe Biden, le dio la vuelta a los resultados provisionales en el estado de Georgia y se puso al frente de su rival, Trump, que venía encabezando el conteo. Sin embargo, este estado también se prepara para un reconteo.
El secretario de Estado de Georgia, Brad Raffensperger, anunció este viernes 6 de noviembre que su estado realizará un reconteo de los votos de las elecciones presidenciales.
«Con un margen tan pequeño, habrá un reconteo en Georgia», dijo Raffensperger en una rueda de prensa.
Los últimos resultados anunciados por los medios locales hacia las 4.30 horas (9.30 GMT) dan a Biden una ventaja sobre Trump en el estado de Georgia por tan sólo 917 votos, una diferencia mínima, pero significativa porque ha ido progresivamente cerrando el margen que le llevaba el gobernante.
En Georgia hay en juego 16 votos electorales, que serían suficientes para dar la victoria a Biden, que cuenta ya con 264 delegados en el Colegio Electoral (aunque algunos medios cuestionan los 11 de Arizona), y necesita 270 para proclamarse ganador.
Trump, quien el jueves insistió, de nuevo, en sus denuncias de fraude electoral, sin presentar pruebas, tiene 214 compromisarios asegurados en el Colegio Electoral.
El presidente de EE.UU, Donald Trump, cuestionó el jueves 5 de noviembre la integridad del sistema electoral del país, al poner en entredicho, sin pruebas, la legalidad de millones de votos y abrió la puerta a un largo litigio sobre el resultado de las elecciones.
En su primera comparecencia después de la que hizo durante la noche electoral, el mandatario hizo una declaración a la prensa repleta de falsedades sobre la legitimidad del proceso y no ofreció ninguna prueba sobre las acusaciones, en su mayoría sobre corrupción contra oficiales de estados clave como Michigan y Pensilvania.
«Es un sistema corrupto y hace que la gente se corrompa», aseguró en una de las más polémicas declaraciones realizadas por un presidente de Estados Unidos.
Trump no aportó pruebas para sus denuncias de que los comicios se están amañando a favor de la «corrupta máquina demócrata», pero insistió en que se está cometiendo un «fraude».
«Están tratando de amañar unas elecciones y no podemos dejar que eso ocurra. (…) Nuestro o objetivo es defender la integridad de las elecciones, por lo que no permitiremos a los corruptos que nos roben», afirmó.
El presidente cuestionó de nuevo la legalidad de los votos por correo, e insistió en que no deben contarse aquellos recibidos después del día de las elecciones pero con matasellos de fecha anterior, en un abierto desafío a las normas en Pensilvania.
El mandatario auguró que ganará «fácilmente» la reelección, pero dijo que «habrá muchos litigios» en varios estados clave, y que algunos de ellos podrían acabar en el Tribunal Supremo de EEUU, de mayoría conservadora.
Trump también denunció una presunta «interferencia histórica en las elecciones por los grandes medios de comunicación, grandes donantes y grandes tecnológicas», pero dijo que a pesar de eso las encuestas se equivocaron y no hubo una «ola azul» (demócrata).
«He ganado la proporción mayor de votantes no blancos de cualquier republicano en 60 años», se vanaglorió el presidente, que destacó en particular su margen entre los latinos.
Inmediatamente después de concluir su rueda de prensa, grandes medios internacionales, como The New York Times o The Guardian, no dudaron en calificar de falsedades las acusaciones de Trump contra el sistema.
La campaña de Trump ha presentado demandas para desafiar el escrutinio en Pensilvania y otros estados clave, Nevada, Michigan y Georgia, aunque en los dos últimos territorios los tribunales han desestimado sus querellas; mientras que en Wisconsin, el equipo del presidente ha pedido un recuento de los votos.
Algunas cadenas de televisión de Estados Unidos, como ABC, CBS y NBC, dejaron de transmitir la rueda de prensa, advirtiendo a sus audiencias que las afirmaciones de Trump no tenían fundamento.
Catorce mil millones de dólares. Ese es la impresionante suma gastada por los candidatos a las elecciones presidenciales y legislativas en Estados Unidos, un récord absoluto que muestra a la ciudadanía dispuesta a subir la apuesta en los estados bisagra, motivada por un rechazo visceral del bando opuesto.
Es casi el doble de lo gastado hace cuatro años, y más del triple que en el año 2000, según el Centro por una Política Responsable, un centro de reflexión independiente sobre los gastos electorales, informa la agencia AFP.
Pero aunque los gastos sean récord, no garantiza el éxito de ningún candidato.
Así lo ilustra el año 2020: los demócratas, que buscan retomar el control del Senado, gastaron sin freno para arrebatar los escaños de pesos pesados republicanos como el líder de la Cámara Alta, Mitch McConnell (Kentucky), Lindsey Graham (Carolina del Sur) o Susan Collins (Maine), pero fracasaron en el intento.
El demócrata Jaime Harrison fue derrotado fácilmente por Lindsey Graham tras gastar la suma récord de 108 millones de dólares, bastante más que su adversario, gracias a donaciones de los demócratas de todo el país, según Karl Evers-Hillstrom, del Centro por una Política Responsable.
«A todos los progresistas de California y de Nueva York les digo: han desperdiciado mucho dinero», ironizó Graham tras su reelección.
Otra sonora derrota fue la de Amy McGrath, la candidata para derrotar a Mitch McConnell, en el Senado desde hace 45 años y pesadilla de los demócratas, vilipendiado recientemente por haber orquestado la rápida designación de la jueza conservadora Amy Comey Barrett en la Corte Suprema, días antes de las presidenciales.
McGrath, expiloto de caza, quemó en vano 88 millones de dólares en la segunda batalla más costosa de la historia de las elecciones al Senado estadounidense.
Los republicanos perdieron algunas apuestas costosas, pero menos espectaculares. Recaudaron 10 millones de dólares de todo el país para impedir la reelección en Nueva York de la representante Alexandria Ocasio-Cortez, estrella del ala más izquierdista del Partido Demócrata y encarnación de la supuesta amenaza «socialista» que denuncian los trumpistas.
Pero la legisladora de 31 años, as de las redes sociales, venció por 38 puntos porcentuales a su rival, el expolicía y profesor de una escuela católica John Cummings, de 60 años, tras recaudar 17 millones para su campaña en una de las batallas electorales más caras a la Cámara Baja.
Frente a estas apuestas perdidas, los expertos en financiación electoral gustan de recordar que incluso en Estados Unidos, donde se permiten donaciones de campaña casi ilimitadas, «una elección no se puede comprar».
Si bien el dinero es necesario para comprar la publicidad necesaria para hacerse conocer, un bombardeo publicitario no permite revertir tendencias fuertes.
«Si estás en un estado profundamente republicano, las posibilidades (de que gane un demócrata) son cerca de cero», dijo Evers-Hillstrom.
Para el exalcalde de Nueva York Michael Bloomberg, uno de los hombres más ricos del mundo, aprender la lección en las primarias demócratas le hizo daño al bolsillo: no pudo imponerse pese a gastar 550 millones de dólares.
¿Entonces por qué se gasta tanto? Para Michael Malbin, profesor de ciencia política de la Universidad del estado de Nueva York (SUNY), mucho se debe a la polarización creciente de la era Trump.
La motivación es uno de los elementos esenciales para todo donante, dijo este experto en financiación electoral. «La furia y el rechazo», sea del «trumpismo» o de los «izquierdistas», por ejemplo, «son factores de motivación más poderosos» que el apoyo a una causa en particular, señaló.
Por eso no es sorprendente que las mayores sumas se concentren en las campañas de candidatos que desatan pasiones, como Mitch McConnell, Lindsey Graham o A.O.C.
Mientras miles de donantes financian estas batallas ultramediatizadas, «el 90% de las campañas electorales del país están subfinanciadas», subrayó Malbin.
Los mayores montos se explican asimismo por la simplificación a la hora de donar dinero a un candidato gracias a la tecnología digital, en la cual los demócratas fueron pioneros con su plataforma ActBlue, lanzada en 2004.
«Se ha tornado increíblemente simple, una suerte de Amazon de la política», dijo Malbin. «Basta con hacer clic».
En estas condiciones, nadie espera un retroceso del gasto electoral en un futuro cercano.
«Si continuamos tan polarizados como ahora, posiblemente podemos esperar que se gaste mucho dinero», dijo Evers-Hillstrom.
La campaña del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, impugnó el miércoles las elecciones en los estados de Wisconsin y Michigan, que según los medios ganó su rival Joe Biden, y quiere suspender el escrutinio en Pensilvania en donde está en desventaja, informó la agencia AFP.
El equipo de Trump dijo que el recuento en Pensilvania debe ser interrumpido porque no se autorizó a sus delegados acercarse a menos de 7,6 metros del lugar.
«Vamos a demandar para detener temporalmente el conteo hasta que haya una transparencia significativa y los republicanos puedan asegurarse de que todo el conteo se haga según la ley», dijo el director adjunto de la campaña, Justin Clark, en un comunicado.
Asimismo la campaña de Trump denunció irregularidades en «varios» condados de Wisconsin y que en Michigan sus delegados no tuvieron acceso al conteo en «numerosos» locales.
En Wisconsin, Trump anunció su intención de pedir un recuento, denunciando que hay «informaciones de irregularidades» y cuestionando la «validez de los resultados».
El expresidente demócrata Barack Obama ganó Wisconsin por siete puntos en 2012. Cuatro años más tarde Hillary Clinton ni se molestó en hacer campaña allí y Trump le ganó por menos de un punto.
En Michigan, la campaña de Trump interpuso una demanda en la justicia para suspender el conteo.
Según proyecciones de medios estadounidenses, Biden ya ganó en Wisconsin y Michigan.
Hacia las 22H00 GMT, Biden acumulaba 264 votos electorales, seis menos de los necesarios para ganar, y Trump, 214.
«Hemos iniciado una demanda en un tribunal de reclamaciones de Michigan para detener el conteo hasta que nos concedan un acceso significativo», indicó en un comunicado la campaña de Trump, sin aportar pruebas de que hayan sido vedados de los locales.
El equipo del mandatario republicano también pidió que sean revisados los votos ya computados.
El candidato demócrata a la Casa Blanca, Joe Biden, ganó las elecciones de este martes en el estado clave de Michigan, con lo que amplía todavía más el margen sobre su rival, el presidente Donald Trump, según las proyecciones de las cadenas CBS, CNN y NBC.
Con los 16 delegados que otorga Michigan en el Colegio Electoral, Biden suma 264 frente a los 214 que acumula Trump, en su objetivo compartido de llegar a los 270 compromisarios que dan la victoria.
Ahora a Biden tan solo le hace falta anotarse uno más de los cuatro estados clave con escrutinios en curso (Nevada, Georgia, Pensilvania y Carolina del Norte) para superar los 270 que le darían las llaves de la Casa Blanca.
Biden tan solo aventaja a Trump en el escrutinio en Nevada, pero las autoridades electorales en ese estado han anunciado que no entregarán resultados hasta el jueves.
En realidad, este miércoles 3 de noviembre tan solo se esperan nuevos resultados de Georgia, donde en estos momentos el presidente aventaja a Biden por poco más de un punto porcentual.
En Michigan, según el recuento provisional, Biden ganó con un 49,8 % frente a un 48,6 % de Trump, o lo que es lo mismo cerca de 67.000 votos.
Es el tercer estado que el demócrata le arrebata a Trump después de Arizona y Wisconsin respecto a las elecciones de 2016.
Michigan fue uno de los tres estados del medio oeste junto a Wisconsin y Pensilvania que Trump ganó por sorpresa y por escaso margen en 2016 pavimentando su camino hacia la Casa Blanca.
Antes, Michigan había votado demócrata en las anteriores seis presidenciales.
Biden, afirmó este miércoles que se cree ganador y que nadie arrebatará la democracia a los estadounidenses, mientras avanza el recuento de votos en las elecciones, en una intervención desde el Chase Center de Wilmington (Delaware).
«Creemos que seremos los ganadores» y «Nadie nos va a quitar nuestra democracia, ni ahora ni nunca», fueron las últimas declaraciones de Biden, que aventaja al presidente de EEUU. Donald Trump, por 248 delegados a 214 en el Colegio Electoral, según las proyecciones de los principales medios estadounidenses.
https://twitter.com/Reuters/status/1324128039173697538
Trump había afirmado este miércoles que ganó las elecciones presidenciales en Estados Unidos pese a que el recuento de los votos continúa en varios estados claves, en una batalla electoral muy reñida con su rival demócrata, Joe Biden.
En unos comicios marcados por la polarización, la pandemia y una histórica crisis económica, el mandatario republicano se proclamó ganador y denunció un fraude sin presentar pruebas.
Cuando todo apuntaba a que Biden iba a arrebatar Arizona a los republicanos, un primer revés para el presidente, éste anunció que iba a acudir a la Corte Suprema de Justicia, al parecer para pedirle que detenga el conteo de votos enviados por correo.
«Nosotros ganamos esta elección», dijo el mandatario en un discurso en la Casa Blanca. «Este es un fraude al público estadounidense (…) Queremos que la votación se detenga», dijo.
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La campaña de Biden rechazó las declaraciones de Trump calificándolas de «indignantes» y «sin precedentes», y el equipo legal del demócrata se dijo «listo para actuar» si el presidente trata de detener el recuento.
Las oficinas de votación ya cerraron, aunque seguirán contabilizando votos enviados por correo hasta el martes 3, como permite la ley y como ha sucedido innumerables veces en elecciones pasadas.
Trump acusó asimismo a Biden de intentar «robar» la votación, en un tuit que inmediatamente fue etiquetado como «engañoso» por Twitter.
Antes, desde su feudo de Wilmington, Delaware, Biden declaró que estaba «en camino» de lograr la victoria, y pidió paciencia a la población.
«¡Mantengan la fe, ganaremos!», prometió el exvicepresidente de Barack Obama frente a simpatizantes congregados en sus automóviles. «Esto no se acaba hasta que cada voto sea contado», añadió.
Según las proyecciones de los principales medios, Trump se quedó con Florida y Iowa, donde ganó en 2016; con Ohio, en el que desde 1964 ganaron todos los candidatos que llegaron a la Casa Blanca; y con Texas, un bastión republicano desde 1976.
Como ocurrió hace cuatro años con Hillary Clinton, Biden puede ganar el voto popular y perder la Casa Blanca si no consigue los 270 votos electorales necesarios, de un total de 538 que integran el Colegio Electoral según el sistema de sufragio universal indirecto.
Hasta ahora, Biden acumulaba 238 votos electorales con Arizona, frente a los 213 de Trump.
Todo indica que el resultado estará supeditado a los estados del Medio Oeste.
«Estados bisagra claves como Wisconsin, Pensilvania y Michigan poseen votos que no serán contados hasta mañana (miércoles) como temprano. Y también hay retrasos en Georgia», tuiteó el sitio especializado FiveThirtyEight.
Con un récord de más de 100 millones de estadounidenses que votaron de manera anticipada, los resultados finales definitivos podrían tardar muchas horas aún, o incluso días.
En medio de una pandemia que se ha cobrado la vida de más de 231.000 estadounidenses, los demócratas soñaban con teñir de azul el mapa rojo surgido en 2016.
Como era de esperar, los dos septuagenarios se aseguraron estados en los que ya contaban ganar: Alabama, Arkansas, Indiana, Kentucky y Tennessee, entre otros, fueron para Trump, mientras Biden se alzó con Arizona, Illinois, Virginia, Nueva York, Maine, Colorado, Delaware y Washington.
Trump, de 74 años y primer presidente que busca renovar su mandato tras ser absuelto en un juicio político, se muestra confiado de derrotar a Biden, de 77 y en su tercera postulación a la presidencia.
Biden no quiso anticipar nada, pero destacó la «participación abrumadora de afroestadounidenses, en particular de jóvenes y mujeres» como algo auspicioso.
Considerado senil por Trump, Biden tuvo una serie de lapsus el martes mientras se encontraba con votantes: confundió a una nieta por otra y aludió equivocadamente a su hijo fallecido Beau.
Además de la presidencia y vicepresidencia, se eligieron los 435 escaños de la Cámara de Representantes, donde los demócratas conservaron su mayoría.
También está en liza cerca de un tercio del Senado, donde los republicanos arriesgan perder su ventaja de 53-47.
Por ahora celebran el triunfo del senador aliado de Trump Mitch McConnell, líder la mayoría republicana reelegido en Kentucky, según proyecciones.
Roberto Montesinos, un estadounidense de origen hondureño de 71 años, votó orgulloso por Trump en Miami. «En los cuatro años que él ha estado aquí, yo estoy mejor», dijo, y agregó: «La pandemia no es culpa de Trump, el que diga eso es un ignorante».
«No sé como alguien puede querer a Trump, quiero que lo arresten», dijo en California, Alex Tovar, un mexicano que lleva 40 de sus 58 años en Estados Unidos.
Biden, cometió este martes 3 de noviembre, una serie de lapsus, anunciando a sus simpatizantes que iba a presentarles a su hijo Beau, ya fallecido, y después dijo que quería anunciar a su hija Natalie, pero señalando a otra de sus nietas.
Biden estaba hablando en Filadelfia, la mayor ciudad de Pensilvania, uno de los estados clave en la elección, cuando se confundió.
«Aquí está mi hijo Beau Biden, que muchos de ustedes ayudaron a elegir al Senado de Delaware. Y aquí está mi nieta Natalie», afirmó estrechando a su nieta Finnegan.
Biden hizo las declaraciones en Pensilvania y no en Delaware, donde la gente votó para elegir a su hijo como fiscal general y no como senador.
Al darse cuenta de su error, Biden reculó y dijo: «Ah, no esperen, ella no es, es la otra».
La pérdida de capacidad cognitiva de Biden ha sido un tema durante toda la campaña, desde las primarias demócratas. Su rival, el mandatario Donald Trump hace constantes referencias a sus errores e incluso proyecta grabaciones en sus mítines de campaña para entretener a los asistentes.
El candidato regresó en la tarde del martes a su cuartel general de Wilmington (Delaware) para esperar al cierre de los colegios y los primeros resultados, después de pasar la mañana apurando la campaña en pequeños actos con votantes, comerciantes y pidiendo salir a votar en las últimas horas.
Biden -informó un despacho de EFE- llegó a Wilmington poco después de las 15.00 hora local (20.00 GMT) después de una jornada que centró de nuevo en buscar el voto en el estado de Pensilvania, al que el demócrata trata como la piedra angular de su victoria electoral, que podría, si obtiene el margen suficiente, declarar esta misma noche.
En su primera parada en Scranton (Pensilvania), ciudad de la que es oriundo, pero en la que no pasó su infancia, Biden visitó a varios líderes sindicales y se detuvo brevemente en la casa donde nació e inscribió en las paredes: «Desde esta casa a la Casa Blanca por la gracia de Dios. Joe Biden, 3 de noviembre de 2020».
El demócrata se trasladó posteriormente a Filadelfia, capital del estado, donde pidió volver a salir a votar en las horas que restan para el cierre de los colegios a las 20.00 hora local (01.00 GMT del miércoles) y visitó pequeños negocios.
Megáfono en mano, Biden se dirigió a un numeroso grupo al norte de Filadelfia y aseguró: «este año vamos a tener más gente votando que en toda la historia de Estados Unidos», y auguró más de 150 millones de votos, un número que sería un récord.
Más de 100 millones de personas han votado de manera anticipada, lo que representa más del 70 % de todos los votos depositados en 2016.
«En Delaware se piensan que voto en Pensilvania y es porque todo empezó aquí y porque amo Pensilvania», aseguró el exsenador de Delaware rodeado de votantes, la mayoría jóvenes.
Biden no se olvidó del importante bloque de votantes afroamericanos, cuya participación será clave en su posible victoria, y se dirigió también al popular restaurante Relish, en el noroeste de Filadelfia, y ante una grupo de afroamericanos aseguró que «Filadelfia es la clave» de su victoria.
Filadelfia es un fortín demócrata, pero una alta participación podría decantar el resultado en todo el estado y contagiar a las zonas suburbanas.
Los simpatizantes del exvicepresidente lo corearon, le pidieron abrazos, que ignoró educadamente por las medidas de precaución ante la covid-19, y hasta hubo personas que pasaban por allí que le gritaron: «Trump está más acabado que una cena».
Antes de cerrar todos su actos de campaña, Biden aseguró en Delaware que Estados Unidos «necesita restaurar la decencia y el honor de nuestro sistema o se derrumbará».
El candidato y favorito de las encuestas volvió a insistir en que Donald Trump no va a poder clamar victoria esta noche sin que se cuenten todos los votos en un caso de estrechos márgenes.
«Los presidentes no deciden qué votos se cuentan y los que no. Lo determinan los votantes. No importa lo que diga o haga los votos se van a contar», aseguró Biden antes de recluirse con su familia en la que puede ser una larga noche.
«Nos está yendo muy bien con el voto hispano y afroamericano«, dijo hace minutos Donald Trump desde su centro de campaña.
El voto latino ha cobrado un papel protagónico en estas elecciones. Según France 24, este año, 32 millones de hispanos tienen derecho a votar. Un número récord, ya que es la primera vez en la historia que los latinos constituyen la minoría étnica o racial más numerosa.
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Esta nota se está elaborando con información de EFE, AFP y AP