Emma Coronel, la esposa del narcotraficante mexicano Joaquín «El Chapo» Guzmán, admitió el jueves 10 de junio ante un juez de Estados Unidos que colaboró en el imperio de las drogas de su marido al declararse culpable de tres delitos que la podrían enfrentar a cadena perpetua en el país.
El caso de Coronel, de 31 años y que permanece presa sin fianza desde su arresto en el aeropuerto Dulles de Virginia en febrero, fue desclasificado por orden judicial unas horas antes de la audiencia del jueves en Washington DC, en la que ya se esperaba que se declarara culpable tras un acuerdo con las autoridades.
Está acusada de dos delitos. El primero por conspirar para la importación de cocaína, heroína, marihuana y metanfetamina a EE.UU; y el segundo por blanqueo de dinero. Además pesa en su contra otro delito relacionado con operaciones financieras en las propiedades comerciales y residenciales del Chapo, todo ello a lo largo de su matrimonio.
La esposa del Chapo, exlíder del cártel de Sinaloa, nacida en California y que tiene doble nacionalidad mexicana y estadounidense, respondió escuetamente mediante una intérprete a las preguntas del juez Rudolph Contreras sobre sus competencias y sobre el entendimiento de las consecuencias de su declaración.
El magistrado, en una vista que se retransmitió por teléfono, fijó para el 15 de septiembre la audiencia en la que se determinará la sentencia de Coronel. La mujer se puede enfrentar a un mínimo de 10 años de prisión y un máximo de cadena perpetua; además de varias multas, la más alta de ellas de 10 millones de dólares, según le informó el juez.
¿Hizo usted todo esto?
A petición de Contreras, el fiscal Anthony Nardozzi afirmó que el Gobierno de EE.UU podría probar cada uno de los cargos gracias a testigos y datos policiales. Así desgranaría que la antigua reina de belleza ayudó al Chapo, con el que se casó en 2007, a «facilitar la importación» de drogas a EE.UU y a escapar de la prisión del Altiplano en 2015.
Asimismo, ella explicó que a lo largo de su matrimonio «controló» las propiedades de su marido y los ingresos derivados de sus alquileres, una serie de transacciones que violan la ley estadounidense del «Kingpin Act», que busca bloquear las actividades de narcotráfico de individuos u organizaciones extranjeras que amenacen a EEUU.
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«La acusada ayudó e instigó los objetivos de la organización conocida como el cártel de Sinaloa (…) y permitió a Guzmán restablecer su papel de liderazgo», sostuvo Nardozzi, alegando que gracias a ello contribuyó al multimillonario negocio del Chapo, que hace dos años fue condenado a cadena perpetua y cumple sentencia en prisión de alta seguridad de Florence en el estado de Colorado.
Contreras pidió a Coronel escuchar esas acusaciones en busca de errores, ante lo que esta confirmó que eran «verdaderas y correctas» y que había participado en todas las actividades que los fiscales resumieron. «¿Hizo usted, de hecho, todo esto?», le preguntó el magistrado a la acusada, que contestó afirmativamente.
Más detalles
El juez le recordó a Coronel que los cargos no son fruto de un procesamiento hecho por un gran jurado y que, por lo tanto, se declaraba culpable de lo que se considera «información», lo que la privaría del derecho a tener un juicio y «probablemente» a apelar la sentencia.
Después de una hora de intercambios de palabras, finalmente se la escuchó decir «culpable» en español tres veces, una por cada delito, y expresar un sollozo.
Según el acuerdo de culpabilidad entre Coronel y la Fiscalía publicado por la corte, se considera que esta fue una «participante mínima» en las actividades de narcotráfico. También se señala su aparente «aceptación de responsabilidades» y por ello podría reducirse su pena mínima, de acuerdo a la guía federal.
Su abogado, Jeffrey Lichtman, dijo a medios locales que su clienta, que seguirá en prisión sin fianza hasta la sentencia, está «feliz de dejar todo esto atrás, seguir con su vida y volver con sus hijas», y que espera, precisamente, reducir su potencial condena gracias al acuerdo de culpabilidad.
El arresto de Coronel el pasado febrero sorprendió a muchos, ya que las autoridades estadounidenses no habían dado ningún paso al respecto dos años después de la condena de su marido pese a estar implicada en sus actividades, un pasado que hoy admitió a riesgo de compartir también futuro entre rejas