Opinión

Una ratada

El despido del caricaturista Roberto Weil no es más que la consecuencia de la polarización tras una desafortunada serie de eventos

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Hay que empezar por decir que una revista no se hace como un diario. Que la planificación es importante, que los materiales se entregan con semanas -e incluso meses- de anticipación. También hay que decir que las coincidencias existen, que el azar también conduce algunos eventos de la vida. El domingo y el lunes le tocó a Roberto Weil, ahora despedido de la Revista Dominical por una caricatura dibujada a principios de septiembre, olvidada por el autor (como lo confiesa en una entrevista), pero que el destino hizo coincidir con el asesinato de Robert Serra.

Lo que es inexplicable en sí es su despido. ¿Cómo se justifica si la revista se mandó a imprenta en septiembre?  ¿Cómo se justifica cuando la publicación no circuló, pues se mandó a recoger tras la muerte del legislador? ¿Cómo se justifica cuando la directora de Dominical, Nilda Silva, en un comunicado reiteró que el propio Weil estaba de acuerdo con retirar la revista de los puntos de venta? ¿Se justifica por el escaneo de una revista (seguro de cortesía) que circuló en redes sociales? ¿Se justifica por un tuit de Ernesto Villegas? ¿Se justifica por los insultos de Tareck El Aissami, de Roque Valero?

Que hayan botado a Roberto Weil sólo demuestra el pánico del partido de gobierno y algunas figuras del Ejecutivo a Twitter y a Facebook, a la viralidad, al «qué diran» internacional. A cuidar las formas, pero no el fondo. Porque ese velorio de ratas por el que echaron a Roberto Weil sólo terminó en, irónicamente, la ratada de su despido.

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