Opinión

Sin medallas, trofeo o TV

Hace apenas siete días Trujillanos se coronaba campeón del Torneo Apertura. Su celebración, así como lo que rodeó al encuentro, fue atípica para el mundo de este deporte, aunque cónsona con la mediocridad del ente rector. Ha llegado el momento de aceptar que cambiamos o nos acostumbramos, usted decide.

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¿Cuántos testimonios hemos escuchado o leído acerca de los méritos del equipo de Horacio Matuszcykz? Todo equipo campeón posee sus virtudes y defectos, y gracias a ellos aprendemos que en el fútbol se puede competir y ganar jugando de mil maneras distintas. Se gana porque sí; porque entra la pelota en el arco rival y se evita en el propio, pero al igual que en el caso de los seres humanos, no hay dos equipos idénticos; un mismo equipo es un organismo diferente en cada aparición.

Volvamos a los testimonios. La coronación de un nuevo campeón trae consigo innumerables reflexiones y análisis que intentan acercarnos al origen del triunfo, algo imposible en el fútbol venezolano dada la ausencia de una estrategia que masifique y popularice esta actividad. Con total honestidad respondamos a la siguiente interrogante: ¿estamos en capacidad de analizar el recorrido de un equipo si solamente fue visto, a nivel nacional, en tres o cuatro partidos de los diecisiete que jugó? No; mil veces no. Sólo los comunicadores que asistieron regularmente al José Alberto Pérez podrían darnos algunas pistas que ayuden a comprender el logro de los Guerreros de la Montaña.

Sin embargo, son mayoría los testimonios que “enumeran” las razones de semejante triunfo; el más común señala que la tropa de Matuszcykz jugó muy bien al fútbol, como si esa simple frase pudiese describir el aportes de los futbolistas en los 17 encuentros del equipo de Valera. Si la única constante de nuestras vidas es el cambio, es posible comprender que del Trujillanos que venció al Aragua en la fecha 1 hasta el que batió al Petare en la 17, fueron muchas las variaciones que consolidaron a este conjunto. ¿Cómo puede crecer este deporte si no hay quien tenga las herramientas para analizar ese recorrido?

La FVF, en el comunicado del martes 16 de Diciembre, dice haber “construido, a base de esfuerzo, trabajo y recursos que se han conjugado para la obtención de beneficios, convirtiendo a nuestro deporte en el más practicado del País”. El órgano federativo nos quiere hacer creer que gracias a su gestión – la misma que aún no ha logrado que se televisen todos los partidos de primera división, y aún nos debe explicaciones acerca del incumplido acuerdo con ESPN para la transmisión de un partido semanal – esta actividad ha crecido, ignorando que para jugar al fútbol sólo se necesita una pelota.

Al ser humano le gusta jugar a ganador. ¿Cuántos niños se perdieron la posibilidad de idolatrar y copiar a cualquier futbolista campeón de Trujillanos gracias a la ausencia de la TV? Señores de la FVF: la televisión crea mitos y exagera realidades, y esto, en el caso del fútbol, ayuda a que los equipos puedan mercadear y explotar a sus figuras, para generar así ingresos que les permitan encontrar la tan añorada estabilidad. No se trata exclusivamente de la venta de camisetas, el tema es tan complejo que abarca transacciones de futbolistas, aumento de patrocinios, y por supuesto, una mejora del espectáculo, ya que hasta el arbitraje se vería beneficiado ante tanta exposición.

Dentro de diez años, ¿alguien nos podrá explicar a qué jugaba este Trujillanos? Juanma Lillo, entrenador español, me comentaba hace un par de años que le había dado por revisar todos los partidos de todos los mundiales para después, si el tiempo lo permitía, hacer informes de cada encuentro. Ese ejercicio, que ayudaría a una comprensión aún más profunda de este juego, es imposible en nuestro país. No hay archivo porque no hay transmisiones que sostengan nuestra historia pasado.

A Trujillanos no le dieron medallas ni trofeo alguno aquel domingo en la capital. Sus jugadores celebraron con sus hinchas, y hasta se dieron el gusto de dar su vuelta olímpica. Esa última imagen, la de los futbolistas riendo y corriendo, será la última que encontraremos de esa gesta. No quedarán en el olvido porque los ganadores jamás son despreciados, ni siquiera por el paso del tiempo, pero gracias a la clandestinidad que caracteriza a nuestro fútbol, no podremos revisar cual fue el camino del campeón, sus aportes tácticos y el valor futbolístico de semejante empresa. La memoria no nos traicionará, para ello está la FVF.

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