Opinión

No hay dinero… ni tampoco vergüenza

El fallecimiento del uruguayo Carlos De Castro, el origen del mismo y las respuestas que se fueron sucediendo nos confirman aquello de que la especie humana, ante la posibilidad de elegir, usualmente se decantará por la peor opción.

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El deporte en Venezuela dejó de ser tal para abrazar únicamente la intención de convertirse en show. A partir de esa decisión, políticos, traficantes, piratas y fariseos han encontrado un territorio fértil para hacer sus negocios y promulgar los antivalores necesarios para deformar la realidad, manipularla y educarnos en la mediocridad, o por lo menos, hacernos creer que ella es normal y natural. No se trata del fútbol únicamente; las últimas apariciones del señor presidente de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional –un personaje cuando menos pintoresco con una noción errada de la magnitud de su cargo- nos recuerdan que estamos enfermos todos. Lo aceptamos o nos hundimos

«El resultado y la empresa son más fuertes que el alcohol y la droga. Y la prueba de ello la tenemos en el fútbol, que renegó de la filosofía lúdica y hoy milita en el grupo de los deshechos por aquel canibalismo industrial del deporte, llamado ganar sin importar cómo se juega«. Dante Panzeri. Burguesía y Gangsterismo en el deporte

¿Cómo se le explica al extraterrestre que nos ve a la distantcia que Estudiantes de Mérida, uno de los equipos con mayor historia de nuestro maltratado deporte, haya acumulado una deuda con el fallecido De Castro de apenas cincuenta y cinco mil dólares? Utilizo el término «apenas» porque si bien para usted y para mi esa es una cifra casi inalcanzable, ésta es apenas un sencillito en el mundo del fútbol, incluso para el nuestro.

Pero no contentos con incumplir sus compromisos con De Castro, al equipo académico lo acosan otras deudas que ya le señalan el camino del descenso y hasta una posible desaparición, salvo que Papá Estado –Gobernación de Mérida o Ministerio del Deporte- diga lo contrario.

A través de una ejemplar carta pública de la Asociación Única de Futbolistas Profesionales de Venezuela, el país conoció que estos militantes/promotores de la incapacidad no pudieron ni tan siquiera ocuparse de los gastos del traslado del cuerpo de De Castro, sino que fue Rafael Esquivel, presidente de la Federación Venezolana de Fútbol, quien costeó aquello. Esquivel, humano como usted y yo, y seguramente conmovido por esta tragedia, se apuró y tomó cartas en el asunto para que por lo menos la familia De Castro no tuviese otro episodio más que agravara la pérdida del páter familias.

Ahora bien, que nadie deje pasar por un segundo que todo esto es responsabilidad del mandamás de la FVF. Es él, a través de su conducción caudillista y paternalista, el culpable de estos desaguisados y estos vergonzosos episodios que caracterizan a nuestro balompié. Ha sido él quien con esas pequeñas migajas ha acostumbrado a los traficantes de turno a que Papá estado -en este caso, mamá Federación- recogerá siempre los excrementos que van dejando sus vástagos, y que ante cualquier eventualidad mayor, la madre estará presta para dar la cara y solucionar.

¿De qué le ha servido a Esquivel proteger a sus directivos -hijos futbolísticos- mientras estos le hacen trompetillas a la ley? Amigo mío, mantenerse treinta años en el poder, así sea en una actividad casi clandestina, requiere sacrificios, y nuestro mandamás así lo sabe. No valen sólo los viajes y los regalos, a veces hay que saber llenarse las manos de mierda…

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