La realidad se está haciendo evidente. Venezuela vive una especie de deslave social. La encuesta realizada por las Universidades Central de Venezuela, Católica Andrés Bello y Simón Bolívar, desnudan una terrible realidad. La pobreza y el deterioro social están aumentando peligrosamente. Según ese estudio, en 2014, 23% de los hogares de Venezuela se encuentra en pobreza extrema, lo que equivales a más de siete millones de personas que literalmente tienen dificultades para comer adecuadamente. Entre tanto, la pobreza general se situó en 48,0%, cifra esta superior a la del año 1998, cuando alcanzó el 45,0%.
Todo este deterioro ha ocurrido en medio del mayor auge petrolero que recuerde la historia del país. El ingreso petrolero fue despilfarrado, mal invertido y robado, en buena parte. Lo que explica esas cifras indignantes es el fracaso de un modelo económico que hundió a la economía en la inflación, la escasez y el estancamiento de la actividad económica. Los pobres fueron usados como instrumento para hacer demagogia, para llenarse la boca hablando de la pobreza, pero jamás para sacarlos de ese estado necesidad, porque en realidad el socialismo lo que ha servido en el mundo es para empobrecer a los países.
Según la encuesta referida, al 80,0% de los venezolanos no le alcanza el ingreso para comprar los alimentos. En un contexto donde los precios de la comida aumentan más de 120,0% anual, resulta muy difícil que los sectores pobres y de clase media puedan alimentarse bien para tener una vida saludable. Ello implica que la ingesta de proteínas ha disminuido significativamente y los cuadros de anemia comienzan a aumentar entre la población más pobres. Según el estudio, los hogares más pobres no tienen acceso a la carne de res, el pollo, el pescado, los huevos y los lácteos, en unos casos por los elevados precios y en otros por la escasez. Esos alimentos son sustituidos por carbohidratos, que ingeridos en exceso tiene efecto dañinos sobre el organismo. Esa forma precaria de alimentarse por parte de los hogares en situación de pobreza está determinando la incidencia de enfermedades destructivas para la salud, tales como la diabetes y la prevalencia de la obesidad.
El país se está despertando en medio de una pesadilla. La vida del ciudadano ha sido estremecida por las colas que parecen haberse hecho parte de la cotidianidad de la gente. El socialismo siempre ha sido consustancial a las colas debido a que ese sistema liquida las capacidades productivas al afectar los incentivos para producir. Está Venezuela sufriendo el colapso de un modelo económico y social que ya no da para más y que requiere ser cambiado, para bien de este martirizado y engañado pueblo.