Opinión

Me sobra mucho mes al final del sueldo

El pasado 1° de mayo, el Ejecutivo Nacional decretó un aumento de 30% del salario mínimo, que se efectuaría de la siguiente manera: 20% a partir del 1º de mayo y 10% desde el 1º de julio. Así, el salario mínimo pasó de Bs. 5.622,48 a Bs. 6.746,97 Bs en mayo y A partir del 1° de julio es de Bs. 7.421,67. A Este monto se suma el bono mensual de alimentación, entre Bs 2.250-3.375.

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Sin embargo, según el Centro de Documentación y Análisis Social (Cendas) en el mes de mayo la canasta alimentaria se ubicó en Bs. 24.694,21, por lo que harían falta 3,3 sueldos mínimos para que una familia de 5 personas pueda adquirir solo los alimentos. Además de los alimentos, una familia también necesita cubrir sus necesidades básicas de vestuario, vivienda, mobiliario, salud, transporte, recreación, educación y servicios públicos. Esta canasta básica subió a Bs. 42.846,91, por lo que se requieren 5,8 salarios mínimos.

Por si fuera poco, el nuevo año escolar implica adquirir los uniformes, zapatos, libros, cuadernos, y demás útiles escolares. Según el Cendas una cesta escolar cuesta Bs. 23.596.32 por lo que se requiere 3,2 salarios mínimos adicionales. Un hogar con dos niños requiere Bs. 47.192,64 (6,4 salarios mínimos) y si son tres hijos el monto sube a 70.788,96 (9,5 salarios mínimos).

La feroz erosión que están sufriendo los salarios la agrava el pernicioso fenómeno de la especulación que se deriva de la escasez, toda vez que de los 58 productos que conforman la canasta alimentaria, 18 están desaparecidos y otros como jabón de baño, detergente, papel higiénico, pañales, desodorante, crema dental, champú y toallas sanitarias reflejan altos índices de escasez. En cuanto a los útiles escolares, la Cámara de la Industria Educativa advierte que para el inicio del nuevo apenas tienen en inventario un 20 % de lo que suele ser la demanda.

El espejismo del mayor salario mínimo
En América del Sur, los países con mayor salario mínimo son Argentina $ 489, Uruguay $ 368 y Ecuador $ 354. Mientras los más bajos los tienen Perú $ 236 y Bolivia, con $ 237. ¿A cuánto equivale el salario mínimos de Venezuela en dólares? Si Bs. 7.421 se convierten a la tasa Cencoex, el salario mínimo llega a $ 1.178, el más alto de América latina. Pero si se calcula a la tasa Sicad se reduce a $ 580. Y si el cálculo a la tasa Simadi, apenas llega a $ 38. Si el salario mínimo se divide entre el dólar paralelo cae a solo $ 15 al mes; o sea, medio dólar diario.

¿Cuál de estos cálculos retrata con más fidelidad la realidad de los hogares venezolanos cuando el PVP de los productos básicos y esenciales se calcula con base en la cotización del dólar paralelo? Más allá de los debates sobre las metodologías para calcular el salario mínimo y la canasta alimentaria, lo cierto es que cada vez el salario real rinde menos y no alcanza para pagar todas las cuentas. A las familias que viven de un ingreso fijo les queda por delante mucho mes cuando se les acaba el sueldo.

¿Quién tiene la solución?
El gobierno tiene que entender que el financiamiento del BCV a Pdvsa y otras empresas públicas deficitarias ha provocado un crecimiento sin precedentes de la liquidez monetaria. Si el financiamiento del déficit fiscal por parte del BCV se agudiza, la perversa expansión de la oferta monetaria nos puede llevar a las puertas de una hiperinflación nunca antes conocida. El actual desequilibrio entre la creciente liquidez monetaria y la cada vez más escasa oferta de bienes y servicios deteriora el poder de compra del bolívar y pulveriza los salarios.

El gobierno intenta proteger los salarios a través del control de precios, pero lo hace de una manera tan rígida que termina castigando la producción. En Venezuela, el 70% del PIB lo produce el sector privado, el cual necesita asegurar su sostenibilidad económica y financiera. Si se controla el PVP pero se mantienen liberados los precios de las materias primas, insumos, maquinarias, etc., los crecientes costos de producción superan el precio controlado y, como nadie produce para perder, se desestimula la producción. Y, al no poder importar, se agrava la escasez, el acaparamiento y la especulación.

Una vez más debemos recordar que el Art. 318 de la CRBV establece que “El objetivo fundamental del BCV es lograr la estabilidad de precios y preservar el valor interno y externo de la unidad monetaria”. A su vez, el Art. 320 señala que “El Estado debe promover y defender la estabilidad económica, evitar la vulnerabilidad de la economía y velar por la estabilidad monetaria y de precios, para asegurar el bienestar social”.

Indexar aumentos a la productividad
En el sector público, el incremento del salario mínimo se ha financiado con la renta petrolera, pero en la empresa privada el incremento salarial debería ir en correspondencia con el aumento de la productividad que -en el caso de la economía venezolana-, está muy por debajo del promedio de América Latina. Los sindicatos están llamados a identificar nuevas alternativas para evitar que los aumentos de salarios se vuelvan sal y agua con la inflación.

Aunque monetariamente se gane más, realmente se puede comprar menos. Una inflación mayor que el incremento salarial es uno de los factores que explica la redistribución regresiva del ingreso. Cuando los precios suben, los salarios no lo hacen de inmediato. El ajuste salarial, además de ser tardío, no compensa toda la pérdida del poder adquisitivo. Al ser menor el aumento de los sueldos en comparación con la inflación, se produce una transferencia neta del ingreso de los trabajadores que viven de un sueldo fijo a favor del factor capital. Para compensar la inflación, las nóminas de empleados y obreros tienen que esperar hasta que se decrete un aumento salarial o se concrete la nueva contratación colectiva. El factor trabajo reacciona con retraso y cuando por fin logra una compensación, ya ha transferido buena parte de su ingreso a los factores que dominan los precios.

Los gremios empresariales suelen oponerse al aumento del salario argumentando que tendrá un impacto negativo en las estructuras de costos, sin considerar que el salario no es sólo un costo de producción más, sino una fuerza motriz que puede ayudar a reactivar la economía, siempre y cuando no sea trasladado de inmediato a los precios. Los trabajadores reclaman aumentos para compensar el poder adquisitivo perdido por la inflación, pero el factor capital registra tales aumentos como un incremento en los costos y, para no afectar su margen de ganancias, inmediatamente los traslada al precio. Ante ese círculo vicioso es preferible que no suban más los sueldos pero que paren la inflación.

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