Cultura

10 motivos para recordar a 100 años de perdón

La recién estrenada película española que nos plagió un título (y parece que otras cosas) podrá ser protagonizada por el muy galardonado Luis Tosar, pero nosotros en 1998 teníamos a Orlando Urdaneta justo antes de hacer la transición de Al Pacino venezolano a conspirador de avioncitos de papel.

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El primer motivo para recordar a 100 años de perdón(la película venezolana) es que es de 1998: sí, justo el último año en que fuimos felices y no lo supimos.

El segundo es que es el centro de una acusación de plagio en la que, una vez más, salimos jodidos por un imperio: en España este mes estrenaron Cien años de perdón,que también es del género de buddies (“panas”, diríamos en Venezuela), y también trata sobre un robo a un banco con implicaciones en la alta política, y en su reparto hay una tal y feúcha Marián Álvarez (nosotros teníamos a Mariano Álvarez, que Dios lo tenga en su gloria), y está protagonizada por un personaje llamado El Gallego (Luis Tosar), mientras que en 100 años de perdón (la venezolana, con 100 en cifras) uno de los héroes era un jubilado gallego al que le quitaban sus prestaciones sociales (Don Pedro, el actor Francisco Guinot).

Plagio que, después de todo, no sería más que la legitimación del título: 100 años de perdón se fusiló una frase del refranero popular y los acontecimientos de la crisis bancaria de 1994, por lo que la película española tiene cien años de perdón. En el año 2116 les podemos meter la demanda.

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“Está descartado el plagio. La historia no tiene nada que ver con la que hicimos. Pero sus creadores no son tan inocentes. 100 años de perdón se vio en muchos países por televisión. Pienso que pudieron haberla visto hace tiempo y recordaron que existía. Les gustó el título y quisieron hacer un filme sobre un robo a un banco. Hay cierta estética, detalles similares (…). Claro, esto no es demostrable ni tan grave. Quentin Tarantino lo hace. Lo que pasa es que él sí dice qué le sirvió de inspiración”, declaro el pasado martes al diario El Nacional Marcelo Pont, el director de arte del film del realizador argentino Alejandro Saderman, luego de ver la cinta española.

Pero vamos a lo nuestro. Estas son otras razones para recordar a 100 años de perdón, la venezolana:

1. ORLANDO URDANETA. Sé que suena trillado, pero en 1998 está inmejorable, una especie de Al Pacino injertado con Anthony Hopkins, en su punto culminante como actor, justo antes de dedicarse a difundir rumores sobre la inminente caída de Chávez en incomprensible volumen de susurro a las 11 de la noche en Globovisión y de repetir hasta el infinito el video del niñito cubano diciendo “¡Gracias, Fidel!” (era la época en que Conatel era presidida por Jesse Chacón, el mismo de la película 100 días para resolver la crisis de eléctrica, que no tenía autoridad para sacar del aire ni siquiera a una narconovela), y de jugar un papel todavía no aclarado en Fuerte Tiuna la noche del 11 de abril de 2002, y de exiliarse en Miami para mandar a lanzar avioncitos de papel y otros mensajes más indescifrables que los de Código Enigma. Es Horacio, el macho alfa de la banda de pelabolas derivados en buenos ladrones de banqueros corruptos, y deja unas cuantas frases para la posteridad, como “En este país hay más choros que gente” Un arma sin balas es como tener una novia sin tetas”.

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2. HARINA PAN. Además de todas sus virtudes, 100 años de perdón es una Xmas Movie, es decir, una película de Navidad, al menos en sus escenas de introducción (había uvas del tiempo para pegar por el techo). Los créditos al comienzo del filme, acompañados por una salsa que canta Andy Montáñez, muestran la elaboración del guiso de una hallaca, probablemente como alusión a los guisos de Gustavo Gómez López y compañía, e incluyen un sentido homenaje a Harina PAN, producto de valor simbólico equivalente a la bandera de siete estrellas y que en 1998 al parecer se conseguía sin hacer colas.

3.TOLERANCIA LGBT. Mucho antes de que Tamara Adrián fuera elegida diputada (suplente) a la Asamblea Nacional, la película de Alejandro Saderman mostraba a otro grande, Mariano Álvarez (fallecido tres años después a los 48 por una esclerosis), interpretando a Vicente Araujo, un homosexual de clóset cuya pareja (cameo de Luigi Sciamanna) estaba agonizando por el SIDA en una clínica.

A diferencia de los jugadores de la NBA con Magic Johnson, los compinches heterosexuales no se lo pensaron para darle un abrazo solidario. Vicente, por cierto, es el único personaje sacrificado en la película, lo que pudiera cuestionarse como una moraleja implícita de que los gays (y los matrimonios gays) no llegan a viejos: es acribillado cuando el la Brigada de Acciones Especiales del ahora CICPC descubre que lo que lleva en el pecho no son cartuchos de dinamita, sino fajos de piezas metálicas de cambio comercial conocidas como monedas, que en aquella época circulaban en Venezuela y eran llamadas popularmente fuertes (5 bolívares), efectivamente mucho más fuertes que los billetes actuales.

4.ADVERTENCIA DE LA CONACUID. Antes de la película (al menos en la versión en video casero), la Comisión Nacional contra el Uso Ilícito de Drogas (actual ONA) advertía solemnemente acerca de “uno de los problemas más preocupantes de la sociedad” y hasta colocaba unos teléfonos de su sede en El Rosal (¿todavía exhibirán allí el muy explícito mural sobre los dediles de cocaína que se tragaban los inmigrantes nigerianos capturados en Maiquetía?). Todo por una breve escena extremadamente pendeja en la que los Wild Hogs criollos se fuman un porro de mariguana la noche del 31 de diciembre, cuando están preparando el robo al banco.

5.ELLUZ PERAZA. De nuevo sé que suena trillado, pero 100 años de perdónes una constelación de clásicos: Orlando Urdaneta, Mariano Álvarez (el inolvidable Nicolás Feo), Aroldo Betancourt (padre putativo de DJ Trece en roles de malandro blanco), el puertorriqueño Daniel Lugo (igualito al líder masista Felipe Mujica), Flavio Caballero haciendo de zángano (patentó el piropo “Eso si está gordo” en La intrusa) y Manuel Salazar (inmejorable como el comisario Gómez Lira).

Entre todos esos monstruos brilla un símbolo viviente de los hoy revindicados 40 años de la democracia vintage (nació el 26 de enero de 1958), la Miss Venezuela más efímera de todos los tiempos (36 horas, antes de renunciar para casarse) y entonces en la cúspide radiante de su extremadamente serena y discreta belleza madura: Elluz Peraza, redimida secretaria privada del banquero corrupto que fuma habanos. Ni siquiera le hace falta ponerse tacones para convertirse en ícono MILF: en 100 años de perdón resuelve con imperiales sandalias de altura medianaCon Elluz, siempre había luz. Era de esas tipas que no mojaba, pero empapaba.

6.EL BANQUERO CORRUPTO QUE FUMA HABANOS. ¿Don Pedro Tinoco fumaba habanos o lo estoy confundiendo con Sir Winston Churchill? El archivo de Google Images no ayudan mucho. En todo caso, Cayito Aponte es el villano de 100 años de perdóncomo presidente del Banco Panamericano(que es como decir Latino)y centro de una de las principales moralejas eternas de la película: los grandes chivos nunca caen, solo los pendejos (Flavio Caballero, equivalente al arquetípico chino de Recadi en la ficción del guionista Carlos González).

Cayito termina en un yate con una mami en la caimanera fiscal de las islas Caimán y nos recuerda que 100 años de perdón pudo haber tenido una segunda parte: en la agridulce escena final, Orlando Urdaneta asoma planes para asaltar el nuevo casino caribeño del ex banquero. También por esa secuela frustrada le podemos echar la culpa a Chávez.

7.DESNUDO GRATUITO. Película venezolana que no tenga un desnudo gratuito no es película venezolana. Y hasta en eso, 100 años de perdón es atípica: la mami que se desnuda no es Fedra López, o Marisela Buitrago, o Maribel Zambrano, o Roxana Díaz, o Norkys Batista, o Elba Escobar cuando tenía 44 años, o Diosa Canales cuando tenía 11, sino una actriz con estudios de Arquitectura y cuya carrera a partir de entonces asumió un perfil mucho más intenso-culturoso: Dad Dáger. Además se desnuda gratuitamente no una, sino dos veces: al comienzo de la película, en una escena cowgirl con Flavio Caballero, y al final, un topless en el yate del banquero corrupto que fuma habanos.

8.LA LOCACIÓN. El casco histórico (recuperado) de Caracas ha servido de escenario para innumerables episodios: vandalizaciones del Palacio Legislativo, golpes de Estado, masacres, esquinas calientes, terremotos, tomatazos. También de locación para nuestra Tarde de perros con final feliz: específicamente, el antiguo edificio del Banco Agrícola y Pecuario, hoy sede del FONDAS, de Socarrás a Salvador de León, cerca del Metro de La Hoyada. Justo al lado de Beirut, que con todas las dificultades del caso, sigue siendo una referencia de gastronomía árabe en el centro capitalino. Se recuperan unas cosas y se descoñetan otras. ¿Verdad, Jorge Rodríguez?

9.EL MONTO DEL DESFALCO. A los diputados y los periodistas les encanta marearnos con cifras de nueve o más arepas a la derecha, lo que es una manera de que todo quede igual, porque resultan imposibles de procesar en las magnitudes de nuestra miserable cotidianidad. La fortuna de Lorenzo Mendoza asciende a 1.500.000.000 dólares (fuente: Forbes). Miguel Cabrera ganará 28.000.000 dólares en 2016. Esquivel pagó 7.000.000 de fianza.

Creo que en este momento si me dan 100, muero feliz. En 100 años de perdón, US$ 7.500.000.000 es el monto que transfieren los chivos del Banco Panamericano a las islas Caimán. Por mucho menos que eso (17.000.000) destituyeron en 1993 a CAP 2.0, que por cierto en su versión 1.0 le regaló un carguero ya retirado de servicio a Bolivia, el TM Libertador de Bolívar, que no debe confundirse con el buque Sierra Nevada (porque sí, existe una Armada de Bolivia, cuyo barco más grande hoy es una lancha-escuela de 30 metros que patrulla el Lago Titicaca). En cuaquier caso, todo palidece ante los 2.000.000.000.000 dólares que dilapidó el chavismo entre1999 y 2015 (fuente: Runrunes), y aquí viene la cantaleta de “se empleó en inversión social” y el contrapunteo de que esa inversión social no sirvió para acabar con el rentismo petrolero ni realmente para un carajo.

10.LLUVIA DE BOLÍVARES. Quizás el clímax de la película. Los ladrones que roban a los ladrones abren la bóveda del banco y se decepcionan porque está vacía: se llevaron ya todos los dólares. Sin embargo, luego descubren que sí quedan algunos sacos con bolívares. “Para ellos (los banqueros), los bolívares no valen nada (suspiro nuestro en 2016). ¿Entonces porqué no me puedo llevar un par de saquitos para la casa?”, se escucha en uno de los diálogos.

Cuando el Grupo BAE está a punto de tomar por asalto de la sede del Banco Panamericano para disolver la improvisada situación de rehenes (que sufren un masivo síndrome de Estocolmo por obra y gracia de la corrupción), providencialmente llueven billetes rosados y verdes: los viejos de 1.000 y 2.000 bolívares, en la época en la que las autoridades del BCV eran mucho más autónomas y conscientes de la devaluación del signo monetario. Los ahorristas que protestan afuera, y que están a punto de ser atacados por la Ballena, corren a la rebatiña de la piñata.

ÑAPA 1: Cyber-chamo de Orlando Urdaneta: No soy un experto en videojuegos, pero en 100 años de perdón se muestra al niño que hace de hijo de Orlando Urdaneta jugando con una consola que debe ser Sega Saturn o algo por el estilo, y luego de que su papá descubre la contraseña (“Kandinsky”, por un cuadro robado) y el diskette de 3 ½ pulgadas claves para destapar la lista Piñerúa de corruptos, el chamo recibe los datos en su clon casero de IBM. Para Alejandro Saderman y el resto del equipo productor, un gamer y un hacker eran más o menos la misma vaina en 1998.   

ÑAPA 2: Melcocha: Especie de versátil Wilfrido Vargas con obesidad mórbida interpretado por el actor Juan Ramón Guzmán con esa sabrosura que jamás podrá tener un plagiario español, y útil tanto para brindar cervecitas en un bar antecesor de los actuales locales para jugar Parley como para dealer de armamento liviano a Orlando Urdaneta en la quinta Daktari, y hasta de auxiliar de hacker del cyber-chamo. Hablando de plagios, en el reparto de 100 años de perdónsolo faltó Javier Vidal.

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