Opinión

Los parias de América Latina

Cuando yo era una niña no solo decían que Caracas era la sucursal del cielo, sino que del cielo se necesitaba una ventana para ver a Caracas. Y era verdad. Pero de aquella ciudad maravillosa solo quedan los recuerdos. Siempre me han resultado odiosas las comparaciones, porque por lo general se compara algo bueno con algo malo y siempre lo malo termina perdiendo con creces.

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Foto: Andrea Hernández

Recuerdo la primera vez que visité Bogotá, a principios de los años 80. Parecía la hermana pobre de Caracas. La modernidad no había llegado a Colombia, algo que nos era tan familiar a los venezolanos que vivimos aquella “Gran Venezuela”.  Hoy, regresar a Caracas desde la Bogotá cosmopolita, bella y pujante, me produce depresión. Los colombianos continuaron en su ascenso sostenido, mientras que los venezolanos seguimos en nuestro descenso acelerado.  Y eso a pesar de que los colombianos siguen teniendo graves problemas políticos. En Colombia, por ejemplo, de cinco fuerzas armadas que tienen, solo una es legal, las Fuerzas Armadas Nacionales. De resto, continúan hostigados por las FARC, el ELN, los paramilitares y el narcotráfico. Pero ellos han sabido separar los problemas económicos de los políticos. Nosotros no.

Lo mismo me pasó con Ciudad de Panamá, ciudad que visité con mi familia a finales de los años 70. Era un pueblo paupérrimo, sucio y feo. Hoy en día, Ciudad de Panamá es una urbe moderna y limpia donde el progreso se palpa. Con solo llegar al aeropuerto se nota el cambio. El “hub” de Copa Airlines para el mundo (un proyecto que se pensó originalmente para Maiquetía y que sabrá Dios por qué no se dio) convirtió a aquel aeropuerto pobre y pequeño en uno de los terminales aéreos mejor dotados de América Latina.

Visité Lima y Quito hace dos años: la misma impresión estupenda que tuve con Bogotá y Panamá. Ciudades que mantienen sus tradiciones y que a la vez se abren al progreso y al desarrollo.

Estos últimos días hemos estado viajando por el sur de América. Llegamos a Santiago de Chile: el pueblo chileno es el mejor educado de América Latina. Ahí se nota todavía la influencia de Andrés Bello. Mientras ellos apreciaron a nuestro sabio, nosotros nos la pasamos de montonera en montonera, comandadas por generalitos y generalotes. Y eso no ha cambiado nada, pero la estamos pagando: todavía en pleno siglo XXI creemos que las cosas se solucionan yéndonos detrás de un hombre a caballo.

Imposible no sentirnos minimizados viendo los supermercados llenos de víveres de todo tipo, las farmacias repletas de medicamentos, aún en los pueblo más pequeños y recónditos: Puerto Montt, Puerto Varas, Frutillar, Punta Arenas.

Ayer estuvimos en Ushuaia, Argentina, la ciudad más austral del mundo. Literalmente donde el viento se devuelve. “El fin del mundo”, se autodenominan los fueguinos de esa zona. Pues bien, en ese fin del mundo se consigue todo lo que no hay en la capital del país que se jacta de tener las mayores reservas petroleras del mundo.

Ninguno de los países a los que me he referido, exceptuando Ecuador, tiene petróleo. Y a Ecuador no lo ha afectado la baja de los precios del petróleo. De hecho, a ningún país de la OPEP, exceptuando Venezuela, lo ha afectado la baja de precios del petróleo porque se prepararon para ello. Los precios del petróleo son cíclicos. Los únicos que creyeron que durarían altos para siempre fueron los chavistas. Es más, en la Venezuela pre Chávez no había la escasez que hay hoy, a pesar de que los precios del petróleo estaban alrededor de los $8 por barril. Y es que ningún país aguanta tanta regaladera y tanto robo. Diecisiete años manteniendo chulos –ya con los cubanos nos bastaba y  nos sobraba- y desangrando al país desde todo punto de vista.

Sí, hay que salir de esto. Cada día que pasa Maduro en el poder son meses de atraso para el país. No tiene ni idea de qué hacer (tampoco Chávez lo sabía, pero tenía dinero) y se aferra a sus asesores que parecen haber sacado sus credenciales de una caja de Ace. Enmienda, revocatorio, constituyente, partida de nacimiento… Hay varias posibilidades de sacarlo de manera legal, sin tener que pasar por otro gobierno militar. Eso sí que sería la guinda del postre. Y la población haciendo presión todos los días, a toda hora: Maduro renuncia, Maduro renuncia, Maduro renuncia…

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