El Estímulo

Necesitamos un Arrigo Sacchi en el fútbol venezolano

Hace un par de meses, la editorial Córner sacó al mercado un libro llamado Arrigo Sacchi, Fútbol Total, en el cual el inolvidable entrenador italiano repasa su carrera y deja conceptos a los que bien vale la pena retornar, más en tiempos en los que los equipos criollos de primera división parecen atrapados en una triste zona de confort.

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(udineseclubhouse.it)

Hay quienes creen que el fútbol comenzó hace apenas unos años y que cada variante que observan no tiene un origen más allá de sus propios recuerdos. En Venezuela, por ejemplo, tenemos un caso que ilustra semejante barbarie: existe un grupo que asegura que el balompié venezolano nació en épocas del boom vinotinto comandado por Richard Páez, y hay otros que venden que la transformación nació en 2008. El desprecio por la historia y sus enseñanzas es una costumbre que caracteriza al ser humano. Extraña, sí, pero a la misma vez muy típica de quienes nos creemos la especie superior.

Ahí está también el ejemplo del manoseado “falso nueve”. Cuando Pep Guardiola echó mano de ese recurso para potenciar a su Barcelona -en algún momento utilizó un doble falso nueve con Messi y Fábregas-, pocos se sumergieron en los libros de historia para así encontrarse con grandes nombres tales como Adolfo Pedernera, Nàndor Hidegkuti o los cuatro fantásticos del Brasil del 70; también recordaron a equipos inmortales como el River Plate de principios de la década de los 40, la Hungría de los 50 y hasta la Holanda del año 74. Pero los encargados de explicar aquello al gran público prefirieron hacerse la vista gorda en favor de cualquier banalidad de turno.

Lo mismo sucede con el legado de Arrigo Sacchi.

El AC Milan que condujo Sacchi entre 1987 y 1991 hizo historia. Una primera exploración lleva al público a revisar los títulos obtenidos durante ese período, ya sabe usted que vivimos en tiempos de comida rápida, no obstante, su boleto a la inmortalidad de este deporte lo obtuvo gracias a su empecinamiento en hacer algo distinto. Como a él le gusta recordar, y no exagera, su Milan está al nivel del Ajax de finales de los años 60, del Barcelona de Guardiola y quizá, si el lector me permite semejante atrevimiento, del Santos de Pelé y el River de los 40. Parte de su obra se puede apreciar en el siguiente video:

Como se observa en las imágenes, su idea principal era que su equipo debía defenderse “atacando, no retrocediendo sino avanzando”, un concepto que, en estos tiempos de equipos de Guardiola, Luis Enrique, Marcelo Bielsa, Tomas Tuchel y selecciones como España, Alemania o Chile, parece natural, o por lo menos no debería asombrar al especialista de turno, pero, para comprender la grandeza del entrenador italiano hay que situarse en el contexto en el que lo desarrolló: Italia, el hogar del Catenaccio.

Su idea de fútbol, explicado por él mismo en su libro, “revolucionaba también los roles, como el del portero, que no está al margen del juego, sino que es parte integrante de la defensa. No solo debe saber parar y saltar; también debe ser un jugador y conocer el juego”. Insisto, estas ideas las puso en práctica aún en tiempos en los que en su país se celebraba la obtención de un tercer campeonato mundial (España 1982) y la Juventus dominaba la Serie A gracias a la acumulación de grandes talentos individuales, un dominio que el Napoli de Diego Maradona, apoyado en la misma fórmula de la Vecchia Signora, supo disputar hasta la aparición del equipo propiedad de Silvio Berlusconi.

Para fortalecer y potenciar sus convicciones, Sacchi viajó a distintos países europeos con la intención de observar métodos de entrenamiento y sostener charlas con aquellos que intentaban algo fuera de lo común. Se nutrió e introdujo cambios que todavía hoy parecen innovadores, sobre todo para quienes sienten alergia por todo tiempo pasado.

Su voluntad contracultural sorprendió a todos. “Se transformaban el entrenamiento y sus finalidades, ya no solo orientadas al mantenimiento físico de los jugadores, sino capaces también de entrenar su inteligencia con ejercicios de psicocinética. Creaba simulaciones de juego que nos íbamos a encontrar en el partido”. Dirían algunos que fue un discípulo de la “Periodización Táctica” mucho antes de la aparición de José Mourinho.

Trabajó siempre en función de tener el balón y atacar, de recuperarlo tras pérdida y atacar al rival. Hacía énfasis en las vigilancias ofensivas y su pressing hizo historia; fue ejemplo de juego colectivo porque para él, “no es el genio o el talento el que crea el equipo, sino que es el juego construido y pensado por el entrenador el que hace grande al conjunto y valoriza el talento en el campo”.

No quiero aburrirlo, estimado lector, con más citas de este maravilloso libro, el cual recomiendo con los ojos cerrados. Lo que realmente deseo es compartir una inquietud que me consumía cada vez que terminaba un capítulo del mismo: ¿tenemos en Venezuela entrenadores con la suficiente fuerza para rebelarse al statu quo?

Observemos y analicemos cómo juegan los veinte equipos de primera división, y luego pasemos al fútbol vecino, el de los países rivales en torneos internacionales. La conclusión no se alejará de aquella que afirma que salvo un puñado de clubes, la gran mayoría tiene una idea de juego similar. Está claro que las diferencias aparecen en torno al talento de cada futbolista o en las jugadas de táctica fija. Pero esa gran mayoría apuesta al resguardo de su propia área y contragolpes que agarren mal parado al rival.

No me mal interprete: jugar de esa manera es tan válido como cualquier otra opción; pero me encantaría encontrar la motivación detrás del uso y abuso de esa herramienta. Chile ha ganado las últimas ediciones de la Copa América proponiendo otra manera de entender este juego, una idea que nació allá por 2007 y que ha evolucionado y sumado matices que la mantienen en el tope. A nivel de clubes está el caso de Atlético Nacional, recientemente coronado como campeón de la Copa Libertadores de América. Pero es eso, sólo un puñado de muestras que se distinguen del común denominador.

En nuestro contexto, hoy destaca Zamora mientras que Atlético Venezuela parece aceptar el reto de hacer algo diferente. ¿Tanto cuesta salir de la zona de confort? Muchos señalan a Arrigo Sacchi como un genio, olvidando que la mayor virtud del italiano fue rebelarse a lo común, a lo prstablecido. En palabras de Juanma Lillo, Sacchi prefirió «ser antes que estar«.

Lo invito a revisar y cuantificar el carrusel de entrenadores que salen y llegan a la primera división. Se puede concluir que ninguno tiene el puesto asegurado, por lo que vuelvo a dejar picando si no valdría la pena arriesgarse más, atreverse a cambiar lo que aburre. Sacchi lo hizo, ¿por qué ustedes no?

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