Opinión

Vinotinto vs. Perú: El vaso medio lleno

90 minutos, dos caras. La Venezuela que ensaya el futuro en la eliminatoria perdida no pierde la competitividad y muestra muchos aspectos positivos en el crecimiento del juego, en la construcción de lo que se quiere a futuro. Es difícil apreciar todo esto desde un objetivo de éxito partiendo del resultado final (un 2-2 que pintaba para ser una victoria holgada criolla) pero no hay duda que existen factores que permiten pensar que este camino está tomando forma.

Publicidad
Fotografía: Cristian HErnández | EFE

Dos tiempos distintos. El primero arrollador, sacrificado, con carácter. La búsqueda del arco rival como fundamento primitivo. Con empuje y mucho juego colectivo, Venezuela fue capaz de superar la condicionalidad del terreno anegado y generar fútbol con aprovechamiento de espacios. Un Josef Martínez veloz y movedizo apoyado en un Salomón Rondón extrañamente pero muy efectivo habilitador, las cuchilladas desequilibrantes de Otero y las galopadas endemoniadas de Murillo servían de apoyo para un medio de recuperación excesivamente ofensivo: Gareca tuvo razón, porque el único teórico “5” fue Rincón, un mixto real, con Guerra prácticamente de enlace con el ataque. Ahí, más adelante, identificó el punto débil de los locales y mandó a un cardumen de pirañas peruanas a morder la salida del juego venezolano.

La violencia con que se atacó al rival rindió frutos. La efectividad máxima se aprovechó con dos sablazos a balón parado, pero la ambición de más, el hambre de otro gol, oler sangre, hizo que Venezuela no regulara sus fuerzas. Esta es la altísima competencia. Esta es la eliminatoria mundialista más difícil del mundo y hay que saber administrarse. El 2-0, dicen, es el resultado más peligroso y hoy los de Dudamel dieron todas las razones necesarias para convencerse de que esto no es un mito.

2-1 con segundos de comenzado el segundo tiempo. Un palazo que abría entre el nublado cielo de Maturín una visión profética de lo que venía y efectivamente terminó por ocurrir. El mismo carácter mostrado en el primer tiempo fue cediendo a medida que los peruanos entendían que presionando generaban desorden. Ahora las mil revoluciones las generaba el acelerador a fondo que pisaban los dirigidos por Gareca y rápido, el delantero más mortal que ha enfrentado Venezuela en la historia reciente, Paolo Guerrero, volvió a aprovechar otro aletargamiento defensivo para, fácilmente, empatar el partido. Y lo pudieron ganar, porque las imprecisiones en el puntillazo final de Rondón y Josef permitieron que Cueva tuviera en el penúltimo minuto la posibilidad de poder remontar el marcador. Estuvo para cualquiera, aunque Perú tuvo más claridad sobre el final como para sentenciarlo.

En la evaluación personal, hay detalles. Ha comenzado la era Fariñez y Dudamel no está equivocado: hay arquero para 20 años, con el respetable permiso de un Dani Hernández que debe ceder honorablemente su puesto a quien se perfila como el mejor arquero que puede haber parido Venezuela. Mikel Villanueva fue como el partido: rayó a buen nivel en el primer tiempo pero fue lento y descoordinado en el segundo. El rol de heredero de Vizcarrondo lo está cumpliendo, pero con más precisión de cara al arco contrario. La Vinotinto vuelve a tener un defensa central goleador.

Wilker Ángel recibe el comando del eje de la zaga y sigue mostrando unas de cal y otras de arena. Solo la consolidación en su rango y la continuidad permitirá decidir si de una vez por todas es indiscutible en el eje de la zaga, tal como ocurre con los laterales, Alexander González y Rolf Feltscher, quienes mostraron un rendimiento decreciente a lo largo del partido: rápidos e impenetrables comenzando, superados y cansados terminando. Ojo que Roberto Rosales no tiene las puertas cerradas para su regreso.

Rincón con exceso de trabajo en el medio en todo el partido, se esforzó hasta que el alma le dio para ser distribuidor y recuperador cuando Guerra (muy participativo y bregador) dejó de acompañarlo. La propuesta ultraofensiva en la nómina de Dudamel fue tal en el terreno, pero ante el aluvión peruano pareció necesario una reacción rápida en la zona medular, antes incluso que ingresara Yangel Herrera no por una necesidad táctica sino por un tema de lesión de un compañero. Un punto oscuro.

El desempeño individual del equipo no se puede criticar. Mucho mérito tuvo Perú y su juego en el segundo tiempo, amparado por un inteligente Cueva y dos puntas de ataque que desajustaron el rígido plan adoptado por Venezuela durante los primeros cuarenta y cinco minutos. Con el pasar del partido la inactividad de algunos pasó factura y el agotamiento físico fue evidente.

Viene Chile. Decir que es un partido bravo es llenar líneas con invento de agua tibia, pero la afrenta es interesante para entender cuáles serán los ajustes que haga Dudamel a este equipo que hoy mostró, interesante, colectivo, práctico y con mordiente. El Monumental de Santiago será un infierno ante una selección que hoy está fuera del mundial. La presión la tendrá el local. A ver cómo lo sabe aprovechar esta Venezuela que sigue probándose tallas de cara a otra fiesta.

Publicidad
Publicidad