Temporada de patos: la importancia de visibilizarnos
"Junio es el mes en el que más tinta gastan las marcas publicitarias que cambian logo y empaque. ¿Cariño sincero o marketing de 30 días?", se pregunta Iván Zambrano a sabiendas de que por la razón que sea, está bien que lo hagan: igual ayudan a visibilidad y a animar a otros a aceptarse
¿Cómo supiste que existían los homosexuales? ¿Quién fue el primero en explicártelo? ¿Cómo los reconoces? ¿Son un chiste o un vacío?
Risibles o invisibles. En pantalla el gay ha sido el bufón, la marica mala o el silencio incómodo, la conversación que siempre queda pendiente en la casa, en los medios y en la Asamblea, porque nuestros derechos son “mariqueras”. Ante los ojos de otros, el gay ha sido una caricatura que, por fortuna y con el tiempo, ha ido cambiando sus colores y sus trazos.
Somos tan distintos que esta historia responde solo por la mía, la de Iván Zambrano, negro de mentira / marico de verdad, como especifica mi síntesis curricular. Miembro del distrito G de la comunidad LGBTIQ+.
En los años noventa eran tan estruendosas las risas, los “aayyyy valeeee”, que algún escondite había que buscar mientras encontrabas con quien hablarlo, a quien parecerte, tener un mínimo de certeza de que no estabas pecando, de que no estabas enfermo, de que no había nada de malo en ser como eras.
Luchar contra tu sexualidad es pasar la adolescencia en un punto ciego. Eres un signo de interrogación. Creces con la duda de si serás todas esas cosas que te dicen que eres. Y en ese momento de vulnerabilidad, el armario es una opción.
Te enconchas, te enclaustras, te cierras. Evitas encender las alarmas del mundo exterior. Pasas tanto tiempo fingiendo lo que no eres, que te olvidas de quién eres.
Del clóset se sale a su tiempo, sin que te halen del brazo, sin que te digan que ya te descubrieron porque las puertas son transparentes.
Del clóset se sale sin pensar mucho en el público, sin esperar aplausos, pero prevenido a los tomatazos. Es una función privada. Uno se asume en voz alta para estar cómodo en su propia piel, sin importar si los otros “ya se lo esperaban”. No es una quiniela ni una competencia de quién tiene el gaydar mejor calibrado. La salida del clóset es en primera persona. La aceptación es un viaje puertas adentro.
“Un amor por ocultar… Aunque en cueros, no hay dónde esconderlo. Lo disfrazan de amistad. Cuando sale a pasear por la ciudad” “Mujer contra mujer” / Mecano
Para la lógica machista, lo que no se entiende, se etiqueta: pato, pargo, parchita. Al que se le moja la canoa, la cosecha perdida, el que se parte como galleta de soda. Ya nos sabemos el glosario…
-¿Eres gay? Pero no se te nota.
-No… es estrategia de marketing desde los 5 años.
-Yo no tengo nada en contra de los gays, con tal de que no me echen los perros.
-Tranquilo, que no me pareces atractivo.
-¿Como que no?
-No es que seamos homofóbicos, pero a esa hora hay niños escuchando.
– (…) Entiendo (…).
Tener al marico al aire, en pantalla, es una papa caliente, una jugada que no todos los medios masivos se lanzaban en los noventa y principios de los 2000. Al gay se le exige que pase desapercibido. Si eres invisible, mejor. Que no parta la muñeca, que camine derecho, que engrose la voz, que esconda la pluma. Hasta que los valientes sacan la cola del pavo real en vivo.
Una entrevista de Boris Izaguirre en “Ni Tan Tarde”. Divine en “Sábado Sensacional”. Stayfree en «Noche de Perros». Los descubrí con fascinación. “¿Cómo se sienten tan libres en frente de toda esta gente?”, me preguntaba asomado por las rendijas del clóset adolescente.
Hablo de íconos de los maricos boomers, los que nacimos antes de que Juan Gabriel le dijera a Fernando del Rincón: “Lo que se ve, no se pregunta, mijo”. Las figuras públicas sabían que aceptar su verdad en un ecosistema machista les podía pasar factura con los patrocinantes o los seguidores. Fue justo un sex simbol el que marcó precedente: Ricky Martin salió del clóset a los 38 años. En 2010 sacó un comunicado y luego le dio una entrevista a Univisión:
· “Finalmente yo me conozco, creo que es lo más importante. Después de un tiempo en silencio, en el que pude mirarme en el espejo y confrontarme, puedo decir quién soy”.
· “Más vale tarde que nunca. Hay mucha gente que pasa por esta vida y no saben quiénes son”.
· “Me liberé del ego, que no te deja simplemente ser por el qué dirán, esta obsesión por ser aceptado. De verdad no me dejaba vivir, ni vibrar”.
Se me aguaron los ojos al escuchar eso a los 21 años. A ese lugar de paz era al que quería llegar. La clave era dejar de huir de mí mismo. Ricky Martin le puso cara a una generación de artistas que necesitaban soltarse la camisa de fuerza para seguir creando y explotando sus talentos. Si no te permites ser, te marchitas.
La homosexualidad no la inventaron las Spice Girls. La mariquera es atemporal. Para algunos suena paradójico, pero los maricos existen desde que el hombre es hombre.
La comunidad LGBTIQ+ no es una fábrica de gays. La homosexualidad no es una estrategia para que Zara aumente sus ventas. No cobramos comisión por referidos, ni hacemos planes con descuento para nuevos miembros (porque se acabó el material para los carnets).
Habrá quien piense en la “Agenda gay” como un tríptico con el plan de colonización de la Tierra, o como una Pascualina con las contraseñas de Elton John y Lady Gaga. La homosexualidad no es un contraataque. Soy marico y vengo en son de paz. No vamos a invadir su planeta. No hay una agenda oculta para adoctrinarlos con especiales de Netflix.
No hay que aprenderse un guion. En la mariquera se es autodidacta, se improvisa. Navegas en un río que te revuelca y te levanta. Aguantas olas y cambios de cauce. Vas consiguiendo herramientas, afuera nadie debe enterarse. De eso no se habla. Es el secreto a voces. Un arcoiris que se ve con el rabo del ojo.
Estar orgulloso de ser quien eres, pasa primero por descubrir quién eres. Para identificarte con otros, los otros deben existir. Para que los otros existan, debemos procurar espacios de encuentro para mostrarnos sin miedo.
Identidad es saberse parte de algo, de un todo, y no un tornillo que no encajó en el engranaje del sistema. No eres el juguete roto. La identidad es lo que está debajo de las máscaras, de las poses, de la ficción que nos inventamos para no despertar sospechas de que somos distintos.
Existimos y hay uniformes que no nos quedan. Hay que limpiar el polvo de los espejos, vernos sin bajar la cabeza. En junio sale el arcoíris que para unos ilumina y para otros mancha. El machismo y sus resistencias. La opinión de unos no debe limitar o restringir los derechos de otros.
“Lo que no se comunica, no existe”. Queremos tener espacios para contar nuestras historias, para reafirmarnos. Pluralizar las narrativas, ponerle más páginas al cuaderno para que cada quien cuente lo que quiere soltar o compartir. En eso la escritura ha sido una terapia maravillosa para la aceptación personal, para cambiar la historia que te cuentas.
No aceptarte es vivir detrás de una cortina. Estar peleado contigo mismo, te lleva a estar peleado con el mundo. Te evades a ti mismo, pero te reflejas en otros. La famosa ley del espejo. Tan fuerte es el amor como su antagonista: el miedo. No queremos hacer sombra, buscamos luz para dejar de ser invisibles. Permitirnos amar. Existir.
Los cazadores van tras la olla de oro al final del arcoíris. Junio es el mes en el que más tinta gastan las marcas que cambian logo y empaque. ¿Cariño sincero o marketing de 30 días? Cualquiera de las dos opciones es válida a estas alturas. Que hablen bien o mal, pero que hablen, ese es otro principio publicitario.
En junio aparecemos en los radares y en los mapas. No para imponernos, sino para animar a otros a descubrirse, a perderse el miedo a ellos mismos. La homofobia es otra de las ramas podridas del machismo, un árbol de raíces profundas pero de corteza quebradiza.
El Mes del Orgullo LGBTIQ+ no es una revolución de maricos buscando venganza ni secuestrando el abecedario. La sexualidad no se define por dónde te lo dejas meter, no es jugar con Lego. La sexualidad es un concepto mucho más amplio que la definición falocentrista. Nuestra forma de amar no es un crimen, ni un chiste, ni un desorden mental, ni un castigo divino.
El verdadero viaje empieza al salir del clóset. El amor es fluir, y fluir es no resistirse. Aceptarse es no esconderse, es liberarse. Alzar la voz para encontrarnos, para reconocernos. Es complicado que con una historia se cuenten todas las historias de un colectivo. Junio se acaba, pero tenemos la vida entera. Hay tiempo y espacio para que cada quien eche su cuento como es.
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