Opinión

Juanpi: el extra anímico

En esta columna, Carlos Domingues escribe sobre el impacto de Añor en el resurgir del Caracas, desde lo físico y lo psicológico

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JUANPI

Días atrás, expresábamos las necesidades que tenía Caracas para reaccionar. Una racha de siete partidos sin ganar, incluyendo los duelos de Copa Libertadores, prendía las alarmas en el rojo.

Y no solamente era la racha sin triunfos: tan preocupante como no ganar eran las formas, porque Caracas no progresaba en su fútbol. Akinyoola lejos del área rival, zona en la que es dañino, Guarirapa perdido por la izquierda, Edson Castillo y sus ausencias forzadas que debilitaban el territorio de patrullas. Si no fuera por el altísimo nivel de Baroja, Quijada y Rivero, la situación del rojo hubiera sido realmente grave.

Hacía falta un sacudón. Un golpe a la mesa que cambiara el panorama, un giro de timón que brindara un respiro en una de las situaciones más incómodas por la que ha atravesado Caracas en su historia. Incluso, había registros estadísticos en cuanto a resultados que enrojecían el camino.

Prácticamente de la nada apareció ese cambio, que no llegó por modificación en el mando técnico, reclamo de muchos en la grada. Lo cierto es que Caracas es una institución que históricamente ha respetado los procesos y más allá de la crítica situación, no parecía ser opción salir de Francesco Stifano. Había esperanzas en una reacción, pero no se podían quedar con los brazos cruzados.

Desde hace rato ya trabajaba a la par del grupo Juan Pablo Añor. El 10 de marzo de 2021, hace más de un año, había disputado su último partido con el Al Ain saudí. Lejos quedaban sus buenos recuerdos con el Málaga y la selección absoluta e incluso, ya se le había perdido la pista en la órbita de los VenEx.

Sin embargo, era el recurso que necesitaba el rojo. Estoy seguro que la gerencia hizo un esfuerzo por incorporar al futbolista y era el hombre indicado. El 14 de junio escribíamos para Idioma Futve en una columna de opinión, qué era lo que creíamos necesitaba Caracas con urgencia. Cito: “La ventana de fichajes está abierta y el equipo ya salió de dos jugadores que no contaban como Rosmel Villanueva y Junior Moreno. Sin embargo, más allá que el equipo se haya reforzado lo suficiente en enero, y en el empeño de Stifano de jugar con un solo punta y un enganche, es notorio que urge la llegada de un extremo izquierdo y un enganche, futbolistas que puedan romper la monotonía y no hacer tan predecible la construcción de juego ofensivo de Caracas. Sí, es cierto: en el rojo apuestan por Sulbarán, Ortega o Torres para convertirse en los enganches de futuro, pero el presente desespera y demanda jugadores de jerarquía que puedan cambiar la espesa dinámica actual.”

Llegó uno solo, con características de ambos: llegó un enganche zurdo, ex selección nacional. Una garantía para el nivel del campeonato. Juan Pablo Añor, pese a su largó parón, ilusionaba solo con su currículo.

La historia de su familia y su vínculo con el rojo también le daba más caché e interés a quien llegaba. Su papá, ídolo. Su hermano, quizá uno de los mejores laterales izquierdos que tuvo en la historia el Caracas. Todo estaba servido para que fuera el revulsivo.

Y así ha sido. Donde quiero hacer énfasis no es en lo futbolístico, porque es evidente el crecimiento del juego de Caracas con Añor en el campo: es en lo anímico. El grupo necesitaba apoyarse en un líder que cambiara la actitud de todos, que su sola presencia en la cancha les permitiera levantar el optimismo. ¿Puede un futbolista lograrlo? Sí, así ha pasado con Juanpi.

No lo digo yo, lo dice un referente como Alain Baroja. El cambio anímico de todo el plantel ha sido abismal. Tener a un futbolista como Añor en el campo, como compañero, ha hecho que todos se exijan, incrementen su nivel, porque Juanpi es un extraordinario futbolista y profesional, lo que obliga a todos a estar a su altura. Fue ese estímulo en el camerino que el equipo necesitaba.

En tres partidos, tres victorias y dos goles para Añor. El cambio ha sido claro y directamente proporcional a su llegada: en juego, en resultados, en actitud. Nunca antes un solo futbolista había cambiado tanto para bien.

Caracas lo agradece. Sin embargo, vienen dos partidos decisivos en la carretera: Maturín y el clásico en San Cristóbal. Si no se saca un buen botín, ni Añor ni Gudini cambiará el destino del rojo.

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