Opinión

2022: el año púrpura

Metropolitanos ha logrado una hazaña: clasificar a la Copa Libertadores de América. En esta nota se hace un análisis de su organización, desempeño y perspectivas para su futuro inmediato

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“Quiero formar parte del grupo de técnicos ganadores del fútbol venezolano”, ese es el deseo que manifestó José María Morr en una entrevista que le hice justo cuando su equipo clasificó a la Fase Final A del torneo. La hazaña se había logrado: por primera vez, Metropolitanos clasificaba a la Copa Libertadores de América.

Ayer, 20 de octubre, el equipo violeta o púrpura ganó la opción de disputar el título en la gran final del campeonato y además se aseguró nada menos que tres millones de dólares por clasificar a la fase de grupos del evento continental.

Es obvio: uno tras otro, los objetivos están siendo alcanzados. Sin embargo, queda uno pendiente: bordar la primera estrella del club en su historia.

Metropolitanos merece todo lo que está cosechando. No se conoce ningún escándalo alrededor del equipo que preside Juan Carlos Ferro. Solo son noticias positivas y palabras de admiración. Aquel que osa criticar, solo dice que es lamentable que un equipo sin afición, logre lo que está alcanzando. Yo lo veo solo como una variable que en un fútbol como el venezolano de la actualidad, no es indispensable.

Lo que más destaco, es la interpretación futbolística que tiene Morr de cada partido, de cada momento de juego. El equipo camina invicto en la fase final. Le bastó con ganar los dos primeros partidos y luego vivir de la renta: tres 0-0 consecutivos lo tienen ya en la final y con la valla incólume. Una manera muy particular de saber caminar hacia el objetivo.

Y es que pese a que no ha ganado en sus últimas cuatro salidas, Metropolitanos no da nunca sensación de correr ningún riesgo. Tanto ofrece en ataque como es seguro en defensa. Maneja los partidos a su antojo y los apuros que pasa son pocos, y cuando ocurren, tienen a Schiavone en su gran salvavidas, sin duda, el mejor arquero de esta etapa del campeonato.

José María Morr sabe que su equipo no es extenso en profundidad, y que cada duelo de este exigente mes debe afrontarlo prácticamente con el mismo once, por lo que controlar los tiempos del partido le permite disminuir el desgaste físico y maniatar al rival a su antojo, obligarlo a que juegue el fútbol que le conviene.

Y no es flor de otoño. Porque muchas veces alabamos los proyectos inmediatos y de golpe de talonario. Este no es el caso: Morr lleva cinco años al frente de una idea que ha basado su filosofía en trabajar bajo un mismo concepto, darle protagonismo a los muchachos surgidos de la cantera y ser un equipo sólido con la pelota, al que le sea difícil al rival arrebatarle el balón. Tanto lo ha venido haciendo en el tiempo que hoy día le rinde frutos y hasta al mismísimo Zamora, de apariencia invencible con Chita en su banquillo, lo ha dominado en todos los partidos que le ha enfrentado.

Morr solo varió una vez a su filosofía desde el «vamos» y la jugada fue maestra: metió a Moreira entre los centrales en el último duelo ante Carabobo porque sabe que el rival bombea muchos balones al área. Solución encontrada. Un punto suficiente para pasar hasta la fiesta final.

Entonces las claves son: continuidad, paciencia, planificación, prudencia financiera, interpretación táctica del formato del torneo y seguridad defensiva. Bajo esas premisas, Metropolitanos se ha tornado en un equipo prácticamente invencible, que solo una vez se vio ampliamente superado por su rival (en su visita a Táchira, en Pueblo Nuevo) y que ha mantenido un ritmo seguro, sin aspaviento, pero con solidez encomiable en los tramos decisivos.

Me alegra por todos. Desde Orestes, su utilero, un tipo demasiado buena gente y hasta su dueño, Juan Carlos Ferro, un hombre que aunque usted no lo crea, ha salvado más de una vez al torneo con el apoyo necesario de su bolsillo para evitar descalabros. Un tipo que ama a su equipo, pero sobre todo al fútbol nacional. La cara visible de esa gente que saca de su bolsillo si es necesario para que la competencia siga adelante. Un verdadero doliente de este fútbol.

2022 ya es el año de Metropolitanos. Están en la final, en fase de grupos de Libertadores, ingresaron dinero por las salidas de Daniel Pérez y Robinson Flores y la erogación no ha sido exagerada. Metropolitanos es paradigma de gestión deportiva, en medio de su modestia y del anonimato de que sus dolientes sean los propios miembros del plantel y la estructura gerencial y administrativa del club. Eso es mucho para alcanzar los objetivos.

A quienes conocemos a José María nos sorprendió verlo llorar con tanto sentimiento con la clasificación a la final, pero no es para menos: cada día da pasos más grandes, alcanza objetivos más importantes y para llegar ahí, la presión es descomunal, así no sea mediática ni de afición. Es la autoexigencia de querer ser ganador lo que hace que triunfe de esta manera.

A Metropolitanos solo le falta algo este 2022, pero lo que ya logró es enorme.

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