José Virtuoso se fue cuando el país más lo necesitaba
José Virtuoso fue enfático en demandar de la dirigencia opositora posturas cónsonas con una necesidad de unidad para enfrentar al autoritarismo. Y así lo alcanzó la muerte. En esas seguía
José Virtuoso fue enfático en demandar de la dirigencia opositora posturas cónsonas con una necesidad de unidad para enfrentar al autoritarismo. Y así lo alcanzó la muerte. En esas seguía
El fallecimiento de José Virtuoso no sólo nos ha dejado entristecidos a quienes le conocimos. El sentimiento de duelo que se vivió en la Universidad Católica Andrés Bello, junto a las muy diversas expresiones de dolor por su muerte entre activistas de la sociedad civil, educadores, políticos, y ciudadanía en general fue una demostración de su siembra en Venezuela.
El país fue una suerte de obsesión para Virtuoso. Este jesuita muy ligado intelectual y laboralmente al Centro Gumilla, tuvo en la revista SIC una ventana permanente para exponer sus puntos de vista, preocupaciones y reflexiones. A lo largo de casi cuatro décadas hay un conjunto de textos que giran, casi en su totalidad en torno al país. Venezuela no sólo fue el lugar de nacimiento, sino que Virtuoso a través de su accionar la vivió como pasión.
El Centro Gumilla, entonces bajo la dirección de Arturo Sosa, hoy padre general de los jesuitas, principal figura en la conducción global de la Compañía de Jesús, fue en las dos décadas finales del siglo XX un foco importante de reflexión en torno a lo que hoy podemos decir sin ambages fue la erosión del modelo democrático instaurado en 1958.
Ese debilitamiento de la democracia allanó primero la aparición de una figura como Hugo Chávez, y una vez que éste llegó al poder le permitió cooptar y refundar la institucionalidad, para hacerla a su imagen y semejanza. Virtuoso como colaborador habitual de SIC produjo entonces reflexiones en primer término radiografiando la crisis sistémica que la clase política se negaba a aceptar como tal, desde fines de los 1980.
Los artículos de Virtuoso en torno al cambio que se gestó en el país en 1998-1999 le muestran cauto, haciendo balance, sin montarse a la carroza de celebraciones por la llegada de Chávez a la presidencia. Señalaba muy agriamente el desmontaje democrático y señalaba la responsabilidad en ello de la dirigencia bipartidista de entonces, de Acción Democrática y Copei, respetaba la decisión popular que llevaba al poder a un outsider político, pero al mismo tiempo remarcaba una agenda democrática para la nueva época.
Una vez que Virtuoso pasa a tener un rol directivo en el Centro Gumilla, se generan allí dos corrientes de acción que pude presenciar, dado que durante varios años a partir del 2000 fui director de la revista Comunicación, editada por este centro de pensamiento sociopolítico. Desde allí, se promueven discusiones y estudios que ayuden a visualizar qué entendía el venezolano de a pie por democracia.
Ya no se trababa de una reflexión teórica sobre el deber ser de la democracia, sino cómo ésta era vivida y, diría que, digerida por la ciudadanía, y en particular por los más pobres.
También durante varios años el tándem formado por Virtuoso y la entrañable Mercedes Pulido de Briceño (directora de la revisa SIC) fomentó un espacio privado de discusión, logrando sentar en una misma mesa a actores políticos del chavismo y de la oposición en años en los que en la calle se vivía una cruda polarización. Me consta que, para José, cualquier salida a la crisis generalizada que se gestaba ya hace tres lustros, pasaba por la capacidad de entendernos entre los venezolanos para construir un futuro común.
Aquel hombre dedicado de lleno a este tema (la dinámica política, la erosión democrática), enfocado en la escritura y el estudio, junto a la gestión de obras sociales, encontró en la rectoría de la UCAB un espacio de proyección nacional a lo que ya venía realizando desde años atrás.
Una UCAB que ya venía siendo un espacio natural de la discusión nacional con los estudios sobre la pobreza, que fue a su vez una gran obsesión de Luis Ugalde como rector, prosigue en esa dirección y se amplifica con Virtuoso al impulsar la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi), que ante la falta de cifras oficiales, ha devenido en el termómetro social reconocido de Venezuela.
A lo social, José le añadió lo político, y así la universidad fue espacio de encuentro y discusión. Siempre invitó a referentes del chavismo, políticos y educativos, lo hacía de forma natural, así entendía él lo que era un debate. No siempre tuvo éxito.
Virtuoso fue enfático en demandar de la dirigencia opositora posturas cónsonas con una necesidad de unidad para enfrentar al autoritarismo. Si esto lo hacía en público, en privado articulaba reuniones y encuentros promoviendo que se reconstituyera un espacio de confianza y sinergia entre los opositores, una vez que se dinamitó y feneció la Mesa de la Unidad Democrática.
Y así lo alcanzó la muerte. En esas seguía. Y justamente cuando entre muchos sectores opositores, incluso los que antes sostenían que la salida de Nicolás Maduro era una precondición para ir a unas elecciones, hay cierto consenso de que debe ocurrir una salida negociada y electoral. Virtuoso un defensor de esta tesis, ya no está.