Opinión

Hipocresía y doble moral: nadie puede contra la FIFA

Dinamarca reveló que considera dejar la FIFA. ¿Es posible? Hasta ahora nadie se ha atrevido a dejar esta organización, por las implicaciones deportivas que conlleva

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Hace unos días me topé con una noticia que pasó debajo de la mesa en el ámbito deportivo. La disputa del Mundial de fútbol en Catar quizá opaque cualquier información que gire en torno al fútbol ahora, más si es consecuencia justamente de todo lo que ha significado que este torneo se dispute en ese país.

Es que la polémica que ha rodeado la disputa de la Copa del Mundo, debido a algunas políticas que rigen Catar, ha sido superada por el hecho noticioso que deriva de cada resultado de cada encuentro en disputa. El mundo, tan interesado como hipócrita, hoy critica con timidez todo lo que se ha considerado condenable, que, seguramente en otro contexto que no sea el del fútbol, hubiera significado hoy una hecatombe.

Pero es que es fútbol, entonces no importa lo que pase alrededor porque esto es cada cuatro años y nada nos puede distraer de los goles de España, la presencia de Messi en el campo y la batalla por clasificar a Octavos. A la noticia que me refería en el primer párrafo es que Dinamarca reveló que está considerando una retirada del país como miembro de la FIFA y están dispuestos a discutir la decisión para que otras naciones pertenecientes a la UEFA consideren también la medida, ante la prohibición del ente para que los futbolistas portaran el brazalete de “One Love” durante el mundial de fútbol.

La osadía de los daneses sería un precedente en la historia de las relaciones de los países con el máximo rector del fútbol mundial. Sin ser confirmado por parte de algún directivo de Dinamarca, el rumor no ha sido secundado por ninguna otra federación, más allá de lo que afirmó el presidente de la Federación danesa, Jesper Moller: “No es una decisión que se haya tomado ahora. Hace tiempo que lo tenemos claro. Lo hemos estado discutiendo en la región nórdica desde agosto. Tengo que pensar en la cuestión de cómo restaurar la confianza en la FIFA. Debemos evaluar lo que ha sucedido y luego debemos crear una estrategia, también con nuestros colegas nórdicos”.

Según esas declaraciones, la región nórdica, con apenas cinco países (Dinamarca, Suecia, Islandia, Noruega y Finlandia) estaría evaluando esa posibilidad, que de entrada significaría la exclusión de esos países de todas las competiciones federadas, incluyendo los torneos de clubes. Esa misma actitud dictatorial y muchas veces supranacional de FIFA, es a la que se estarían oponiendo las naciones nórdicas, lo que sentaría un precedente reaccionario de boicot que jamás se ha orquestado en contra de dicho ente. Y es que ni los clubes más poderosos del mundo han podido doblegar a FIFA y parece que nadie se atrevería a desafiarle.

Hay mucho en juego para que un país decida renunciar a FIFA, por lo que la hipocresía es la realidad. Más allá de condenas que ni siquiera alcanzan el rango de comunicados oficiales, sino simples pronunciamientos individuales, nadie se atrevió ni ha atrevido a generar un boicot al mundial de Catar. Los lanzallamas de FIFA amenazan siempre con amonestar a quien ose utilizar la Copa del Mundo como escenario para mandar cualquier mensaje y esta censura es la más descarada en tiempos de pluralidad y supuesta apertura del ente.

Las lamentables declaraciones de Infantino sobre todas las denuncias hechas sobre la realización del mundial en Catar evidencia lo que poco puede importarle al ente los reclamos que puedan hacerse sobre igualdad de derechos en los escenarios que sean organizados por FIFA. Y créame, amigo lector, que nadie es capaz de enfrentarse a ellos, de levantar la voz o siquiera sugerir algún cambio en los rígidos reglamentos que se imponen por encima incluso de las normas y leyes de cada país.

El mundo tiene memoria corta. Pasará el mundial de Catar, se celebrará el título de la selección que triunfe y luego, todo a la normalidad. Tan fuerte es FIFA en su conglomerado que nadie ha podido tumbarla, ni siquiera con el cisma provocado con el FIFAGate, en el que hubo una purga de directivos, pero se sostuvo siempre gracias a su implacable poder de manejo con sus estatutos que siguió adelante a pesar de la pudrición que de sus entrañas se evidenció en aquella razzia.

Así que la hipocresía continuará. El fútbol seguirá haciéndose la vista gorda ante los reclamos globales. Es así y no va a cambiar.

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