Opinión

¿Por qué a la FVF le conviene el silencio?

Como casi todo lo que sucede en el país, directivos y cuerpo técnico trabajan por un lado y los fanáticos y periodistas están por otro. Sin información para comunicar a los seguidores, el fútbol venezolano vive una crisis de identidad acumulada desde los tiempos de Rafael Esquivel

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El error viene de suponer que los problemas del fútbol venezolano se arreglan con una nueva directiva. Ese anhelo de cambio es lo que nos persigue, como una cadena en el tobillo, a los que alguna vez usamos este tipo de tribunas para sacar a la luz los desaguisados de los presidentes de la FVF, los atropellos a los jugadores y la ausencia de un plan para revertir lo que es obvio: el desorden.

En tiempos de Rafael Esquivel, los periodistas oraban por un golpe de Estado. De alguna manera se creía que Laureano González, el «líder silencioso», podía cambiar la institución. La leyenda decía que el ahora expulsado de la FIFA solo sabía de dólares y cuentas en el exterior, mientras que el segundo al mando, en teoría, manejaba lo deportivo desde el anonimato. No tengo que recordar lo que pasó después. Si lo de Esquivel fue malo, lo de su relevo fue peor.

Con la llegada de la revolución a Sabana Grande, es poco lo que se puede decir. Se contrató a un técnico respetado, con uno de los mejores sueldos de Suramérica, algo impensable dado el pasado perdedor de la selección. Cómo saldrá esta movida, es algo que el tiempo dirá. Aún así, no deja de ser llamativo que en una Federación quebrada, el dinero no haya sido problema.

En el colectivo, hay euforia. El nombre de José Pékerman genera respeto, más por el pasado que por su presente. No entraré en temas técnicos y de resultados, porque no es el fondo de esta columna. En todo caso, Jorge Giménez Ochoa todavía tiene crédito. Quienes lo conocen, dicen que quiere hacer las cosas bien, que desea hacer la diferencia. Ya veremos si fueron deseos o realidades.

Sin embargo, está claro que hoy los comunicadores sociales que intentan servir de altavoz de la actividad, tienen muy poco con qué trabajar. No para beneficio personal, sino para mantener al fanático al tanto de la Vinotinto, en todas sus categorías. Es más lo que no sabemos que lo que sabemos. El foro Todo Fútbol lo resumió muy bien en un hilo que compartimos a continuación:

A pesar de que Venezuela cuenta con muy buenos comunicadores, prueba de ello es la gran cantidad que ahora trabaja en medios internacionales, desde Daniel Chapela a Geraldine Carrasquero, la FVF no ha conseguido elaborar un plan de mercadeo y difusión que sume al fanático. En descargo de quienes han trabajado en este ente, debo decir que la burocracia y los intereses particulares han confabulado para ello.

No es que no haya talento para ello. Lo hay. La otra es que a la FVF le interese generar esa conexión con el seguidor. Parece una gran contradicción, pero no lo es. Como sucede con todas las instituciones deportivas que maneja el chavismo, la opacidad no es una casualidad. Y esto ya era así con Esquivel.

Si bien el foro Todo fútbol reúne en un hilo una serie de preguntas que atañen tanto a seguidores como profesionales, hay un punto en el que debo presentar mis reservas y creo que explica la falta de información histórica y la poca planificación para cambiar la conexión con el público. Dicen el hilo «La afición por la Vinotinto es más grande de lo que quizás muchos imaginan». Mi experiencia al mando de medios deportivos me dice que esto tiene sus bemoles.

En diferentes oportunidades he hablado de mi tesis de grado. Un intento por mostrar ideas diferentes a lo que entonces se hacía para llamar a los fanáticos y a los anunciantes. Fue defendida hace ya 24 años ante los periodistas y formadores, Cristobal Guerra e Ignacio Serrano. De más está decir que poco ha cambiado hasta el presente. Los equipos siguen desapareciendo, como el Zulia que apenas fue fundado en 2005 y que tuvo el respaldo de un peso pesado como César Farías.

El caso de Estudiantes de Mérida es aún más paradigmático. Jugadores luchando por cupos internacionales sin dinero para llevar el mercado a la familia. Las tribunas se han ido vaciando después de 2007, un año que marcó historia en asistencia a los estadios. Y la Vinotinto sigue sin asistir a un Mundial. Las redes sociales, sin embargo, dan la ilusión de que hay una gran fanaticada de la especialidad y no es así.

No es solo una cuestión de apreciación. También he mencionado en este espacio que, como coordinador de la sección de fútbol y luego, como director del diario Líder, las estadísticas decían que, del 100% de los compradores de diarios deportivos, menos del 30 lo hacía por la información deportiva. Ese 30% era dominado por el hipismo, por encima del béisbol, el baloncesto y el fútbol.

Hay que saber distinguir entre alguien que sigue todos los deportes y el aficionado que está dispuesto a pagar para ir a un estadio a ver un partido de la primera división o de la Vinotinto. Lo que pudimos comprobar, en nuestra base de datos, es que el venezolano suele sumarse a los equipos ganadores o cuando entran en una dinámica ganadora. La era dorada del Caracas FC, con Noel Sanvicente al mando, fue la de mayor consumo de información futbolística, por ejemplo. También sucedió con la selección cuando estuvo al mando César Farías o Táchira cuando sumó triunfos internacionales.

En la FVF siempre lo han sabido. Salvo algunas esporádicas protestas en Sabana Grande, los directivos conocen que la identidad entre el ciudadano de a pie y la camiseta Vinotinto está muy lejos acercarse a las de otros países. Que sufre picos, regularmente durante las eliminatorias mundialistas. Por lo tanto, es poco lo que se arriesga cuando se asume la presidencia y se maneja el destino de las selecciones. Para tenerlo más claro: no es lo mismo ser el presidente de la federación de Argentina que de la de Venezuela. Lo vivido en el pasado Mundial nos da una idea.

¿Cómo es posible que estando Esquivel y Laureano en otros puestos dentro de la propia Conmebol, Venezuela siempre parecía perjudicada en los sorteos de torneos de selecciones y decisiones arbitrales? La respuesta viene dada por esa misma personalidad acomodaticia de los directivos. En un país que no suele pedirle cuentas a los políticos, es una utopía que lo hagan a los federativos.

¿Todo esto puede cambiarse? Imposible no es, pero sí difícil. La mayoría de familias que económicamente podían contar con ingresos para ir a un estadio, han emigrado. También el grueso de muchas barras. La crisis que permea a todo el país pone el foco en otras preocupaciones. El actual cuerpo técnico no suele preocuparse por tender puentes con los medios y periodistas. Y, visto lo visto, tampoco es una preocupación de la FVF actual.

Lamentablemente, no se ha roto con el pasado.

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