Opinión

¿Aplausos de pie? No, señor Giménez, no hay nada que aplaudir de esta Vinotinto Sub-20

Las declaraciones del cuerpo técnico de la Vinotinto, después de terminado el Suramericano Sub-20 no muestran ni un segundo de autocrítica. Sin embargo, la sorpresa es mayor cuando se escucha al presidente de la FVF pedir un aplauso por lo ejecutado por Fabricio Coloccini y compañía

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Más preocupante que el propio juego de la selección Sub-20 de Venezuela es la posición de federativos y cuerpo técnico tras finalizar el torneo. Para el que no sabe de lo que estamos hablando, contexto: la Vinotinto quedó penúltima en el hexagonal del Suramericano. Sólo sumó dos puntos, empatando ante el último, Paraguay, y ante el que le precede, Ecuador, que con apenas 4 puntos consiguió el último cupo al Mundial de Indonesia.

En otras palabras, Venezuela no ganó ningún partido. Un centro al área, ayudado con la mano de Brayan Alcocer (menos mal no existía VAR), le permitió a Venezuela sumar ante Ecuador. El otro tanto, ante Colombia, llegó por una segunda jugada, es decir un rebote en el área. De resto, los tantos fueron por penaltis, la mayoría por forcejeos del propio delantero. Son manifestaciones claras de la impotencia de generar opciones con juego colectivo.

Que el equipo dirigido por Fabricio Coloccini haya jugado el torneo completo, es positivo. No hay mejor manera de entrenar que competir en directo contra todos los rivales de la región. Lo negativo es que en ningún partido, la Vinotinto fue más que su rival. Ni desde el aspecto táctico ni el técnico, mucho menos en lo físico.

Más que jugar el campeonato realizado en Colombia, los jóvenes que en principio deben formar parte del relevo para la selección de mayores, lo sufrieron. No es un dato menor que, teniendo Venezuela las condiciones para emular el ambiente en el que iba a competir (humedad en Cali, altura en Bogotá), los jugadores venezolanos fueran ampliamente superados en lo físico.

En este contexto, ¿qué dijo Coloccini al finalizar el campeonato? Lo siguiente:

De los ugares comunes, lo normal en este tipo de encuentros con la prensa, destaca que el técnico se escuda una y otra vez en las condiciones climáticas («la altura condiciona») y en el formato («competir cada 48 horas»). La realidad es que el cuerpo técnico conocía cómo era el formato y el país en el que se disputaría, con mucha antelación. Si no supo cómo enfrentarlas, podría reconocerlo. Es obvio, además, que las condiciones son para todos y los cuatro equipos que clasificaron al Mundial, fueron los que mejor terminaron el campeonato desde el aspecto físico.

Es obvio que hoy los técnicos no señalan. Aplauden el esfuerzo de los jugadores. Con eso, todo bien. Sin embargo, resalta la nula autocrítica por el nivel mostrado. «Más allá de los resultados, no hay deudas», dice Coloccini. Creo que lo de los resultados es lo que menos pesa al hacer el análisis final. Que Venezuela no clasifique a un Mundial es lo normal. Apenas ha asistido a tres mundiales: dos de la categoría Sub-20 y uno de la Sub-17. De manera pues, que la rutina es la derrota.

Sin embargo. Sí se esperaba mucho más desde el uso de la pelota. Sin comparar a los rivales, la presencia de algunos jugadores como Telasco Segovia (Mejor jugador del Maurice Revello), los minutos de calidad de Andrés Romero o Yerson Ronaldo Chacón mostrados antes del torneo, invitaban a ver un equipo fuerte desde el mediocampo. Quienes seguían la categoría, hablaban maravillas de Kevin Kelsy y José Riasco para hacer daño en ataque. El que se terminó abriendo camino, como ya todos saben, fue Alcócer. En defensa había dudas, dudas que se corroboraron con el devenir de los partidos.

Coloccini no consiguió el funcionamiento del equipo ni potenció las individualidades. Realizó hasta 6 cambios de una alineación a la otra, puso a jugadores fuera de posición, sacó a su portero titular por un error, no tomó la misma decisión con Frankarlos Benítez, insistió con dos delanteros sin tener jugadores que los asistieran, regaló 30 minutos a Ecuador que decidieron el partido y terminó fuera del banquillo por disposición reglamentaria en el partido clave contra los meridionales. Todos son errores de técnico que obviamente está aprendiendo su labor.

¿Cuánto de lo sucedido es responsabilidad de él y cuánto de los jugadores? Es un asunto en el que nunca nos pondremos de acuerdo. Cada quien le da un porcentaje de peso a las decisiones técnicas y otras a las ejecutorias. Contra Colombia, por ejemplo, se vio la tendencia de dejar espacio en lugar de achicarlo cuando se enfrenta a quien traslada la pelota. Eso facilitó la victoria local, por medio de remates. Retroceder hacia el arco es una característica formativa en el fútbol venezolano. Para trabajar eso, se supone que se dio un salto de calidad contratando a José Pékerman, un hombre que debería supervisar todas las divivisiones.

La elección de Coloccini, sin embargo, planteó una gran duda. ¿Vino a aprender? Una cosa es que la indiscutible experiencia del defensa pueda servir para ayudar al jugador en cosas puntuales. Otra es muy diferente que tenga la capacidad que se requiere para ser estratega. De nuevo, debemos subrayar: el actual cuerpo técnico se designó para dar un salto de calidad, y, en teoría, cambiar una dinámica perdedora.

En este sentido, debería existir un comité que evaluara el desempeño del técnico debutante y de los jugadores. Pero el presidente de la Federación Venezolana de Fútbol, Jorge Giménez, se adelantó y pidió un «aplauso de pie», para el argentino y los jugadores. Lo podemos comprobar en el siguiente video:

Obviamente, ningún presidente de federación debe pedir la cabeza de un técnico o cargar contra los jugadores. Su cargo es político. Sin embargo, pasar de allí a pedir que celebremos el terrible torneo de la Vinotinto, hay un camino muy grande. En un país que se distingue porque nadie acepte las responsabilidades de su devenir político, es normal que en el resto de manifestaciones sociales, culturales y deportivas, no se asuman las consecuencias de los errores.

Es labor del periodismo hacer la contraloría para señalar a tiempo que hay cosas que no van bien y deben corregirse. El camino de las divisiones menores no es bueno, el desorden con la elección del técnico de la SUb-17, es un ejemplo, cuando apenas queda un mes y medio para la competencia de la categoría. Así que no, no hay nada que aplaudir. Sí exigir trabajo. Esa es la única manera de que los jóvenes se potencien, sobre todo cuando el nivel competitivo de la Liga es tan pobre y el universo de jugadores disponibles sigue siendo muy limitado con respecto a los rivales de la zona.

Cuando exista algo que aplaudir, se hará. Ni siquiera será necesario exigirlo, porque lo realmente bueno es visible y comprobable.

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