Opinión

Con tal de...

Para desempeñar el que quizás sea el cargo más importante del país no se exige preparación ni experiencia, pero además, los ciudadanos solemos votar más guiados por las emociones que por la racionalidad. Y así nos ha ido. ¿No es hora ya de cambiar eso?

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daniel hernández / archivo

Esta tarde, en un chat de grupo al que pertenezco, una de las participantes comentó que “en un barrio cercano a su casa estuvo “er´Conde del Guácharo” y una vecina comentó que la gente decía que “con tal de salir de Maduro” votarían por quien fuera”.

Justamente, ahí está el problema: en el “por quien fuera”. No se debería votar “por quien sea”. Pero lo hacemos, no solo en Venezuela, sino en muchos otros lugares del mundo. Y ese raciocinio no ha traído sino desgracia tras desgracia. Aquí votaron por los copeyanos “con tal de salir de los adecos”. Y luego votaron por los adecos “con tal de salir de los copeyanos”. Y después votaron por Chávez “con tal de salir de los adecos y los copeyanos”. Tamaña torta, pues…

Un presidente no se improvisa… pero suele ser la “profesión” más improvisada del mundo. Porque para ser médico, o ingeniero, o abogado, o maestro, o economista… hay que pasar unos buenos años en la universidad. Y en ocasiones resulta que, a pesar de lo estudiado, meten la pata. Para presidente no hay requisito de estudios. El artículo 227 de la Constitución Nacional dice que “Para ser elegido Presidente de la República o elegida Presidenta de la República se requiere ser venezolano o venezolana por nacimiento, no poseer otra nacionalidad, ser mayor de treinta años, de estado seglar y no estar sometido o sometida a condena mediante sentencia definitivamente firme y cumplir con los demás requisitos establecidos en esta Constitución”. ¡Para la profesión más importante del país no se requiere experiencia de estudios de ningún tipo! Y después se sorprenden de los resultados…

El derecho de los pueblos a votar debería tener dos requisitos indispensables, a mi manera de ver: el primero es que el candidato tiene que ser una persona de comprobada solvencia moral. El segundo es que tenga una profesión y experiencia de trabajo. Y aún así no significa que vayan a resultar buenos presidentes. Imagínense lo que pasa cuando no cumplen ninguno de los dos requisitos… basta con revisar la historia patria…

Por desgracia, el voto tiene un alto contenido emocional. Mucho más que el racional, diría yo. El voto es quizás la forma más importante de expresión democrática, sin embargo, los estudios han demostrado que los votantes a menudo toman decisiones basadas en sus sentimientos y emociones. Un votante puede sentirse más cercano a un candidato que comparte sus mismos valores o creencias, y también sus odios y deseos de revancha. Esta conexión emocional puede ser suficiente para convencer al votante de que el candidato es el mejor para el cargo, aunque no lo sea.

Además, los votantes también pueden tomar decisiones basadas en sus sentimientos hacia los partidos políticos. En Venezuela hoy priva la tendencia antipartidista -los partidos se lo buscaron, ciertamente- pero eso resulta un desastre, porque sin partidos políticos simplemente no hay democracia. Aquí tendremos que pasar por un proceso de depuración partidista para que los electores puedan volver a confiar en ellos. Mientras tanto, seguirán buscando el “outsider” por aquello de “con tal de salir de Maduro”. Y seguiremos poniendo torta tras torta, porque, amigos, aquí la lección es que siempre podemos estar peor. El fondo no tiene fondo.

He pensado muchas veces cómo estaría Venezuela hoy si Henrique Salas Römer hubiera ganado las elecciones de 1998. ¡Y la verdad es que dan ganas de llorar el constatar cuán bajo hemos caído! Cuando vaya a votar, sea en la elección que sea, pregúntese primero si su voto es “con tal de”… Le aseguro que tomará una decisión menos riesgosa y menos idiota… Porque, al menos, será más racional.

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