Opinión

Caso Pékerman: la solución no la tiene un mesías

La realidad nos ha dado en la cara. La solución para los complejos problemas de las selecciones venezolanas no pasa por darle todo el poder a una persona. Eso debe cambiar

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El amante del fútbol venezolano merece una estatua, un reconocimiento eterno porque ante tantas adversidades, sigue ahí, fiel.

Es digno de un estudio social, de una tesis de grado de alguna carrera que aborde la personalidad: cómo tanta gente no desiste de interesarse por el fútbol venezolano ante tantos golpes, tantos revuelos, tantos encontronazos. Una respuesta posible es: porque amamos demasiado esto.

Claro, los flashes del momento se los lleva la noticia central: José Pékerman renunció a su cargo y su asistente, Fernando Batista, ha sido designado como sustituto. Y es que la magnitud de lo ocurrido es muy grande. El argentino fue la base del actual proyecto federativo. La carta de Jorge Giménez para comenzar su gestión siempre estuvo amparada en la contratación de un cuerpo técnico reconocidamente capaz para alcanzar el fin que, debiendo ser o no, es el que más anhelan todos: ir a un Mundial.

En la rueda de prensa de presentación nos deslumbramos con el discurso del entrenador mundialista y su capacidad de analizar la actualidad de nuestro fútbol. Esa confianza que la FVF le tenía nos la trasladó a todos el mismo Pékerman. Y pese a las pocas luces en el camino, la idea de ser un proyecto a largo plazo hacía que la confianza en el proceso siguiera teniendo un espaldarazo por la mayoría.

El conflicto busca ubicar a Pascual Lezcano, manager de Pékerman, como el responsable de la ruptura de las relaciones y no al técnico argentino. “Con él no hay ningún problema, es un caballero”, soltaba una fuente en Sabana Grande. Sin embargo, en el comunicado donde se anunciaba la finalización de la relación con Pékerman, se le incluyó junto a su agente, palabras más, palabras menos, en falta de compromiso. Falta de compromiso para un técnico de tal trayectoria es un argumento realmente duro y vergonzoso. ¿Qué interpreto? Su compromiso es con Lezcano, no con la FVF ni el fútbol venezolano.

A Pékerman lo tuvimos como un mesías. A él y su grupo de trabajo se le confió la transformación de todo. ¿Resultado? torneo de reservas, eliminación de la norma del juvenil. ¿Qué más? Nada, porque los resultados futbolísticos no cambiaron absolutamente en nada de lo que hasta antes de él se venía haciendo. Más de un año en el cargo y la evaluación no brinda luces. Al contrario: son más las desdichas que lo progresado, más allá que se entienda que su proyecto era a largo plazo. El mutis comunicacional amparó todo y la confianza en alguien con todos los galones para lograr esa necesaria transformación hizo que ese voto de confianza hoy se transforme en casi un desprecio de su paso por aquí.

La cuestión es que hoy podemos asegurar que ni siquiera Pékerman, el técnico que cumplía todas las señas para ser el que encausara el rumbo del fútbol venezolano, pudo alcanzar el objetivo. Ni el mesías lo logró. Eso es alarmante.

Se entienden las ganas de la dirigencia de dar un salto significativo de calidad en la restructuración del fútbol nacional, pero los riesgos eran muy altos y ahora se está pagando caro haber entregado todo. Todo a un mesías que no fue.

Se reclamaba la presencia de un técnico extranjero para dar un salto de calidad, pero después de Peseiro y Pékerman, el grito del aficionado es darle el mando de la selección a un venezolano. Así damos tantas vueltas, desesperados por encontrar rumbo definido, que nos contradecimos. Se prueba, se intenta, y nada se da. Dudamel, Peseiro y Pékerman, los tres últimos técnicos, se fueron no por resultados deportivos sino razones extra deportivas. ¿Cuándo habrá tranquilidad?

No quiero seguir lanzando tizones al fuego, pero la actualidad deportiva de los seleccionables tampoco es la mejor. Los capitanes, Tomás Rincón y Salomón Rondón luchan, contra el descenso uno y la urgencia de hacer un gol el otro. Soteldo, lesionado. Fariñez, lesionado. Ferraresi, lesionado, Yangel, lesionado. El resto no termina de hacer ruido, salvo Machís, quien con su vuelta a España es el único que parece tener una nota alta. No tenemos el mejor momento individual de los nuestros. Pintan bastos en lo deportivo, por lo que Batista ahora debe hacer de tripas corazón para sacar esto adelante.

Hay que reflexionar con lo ocurrido. Seguimos siempre pensando en un nombre, en una persona para solucionar lo que no depende exclusivamente de él. La selección debe acercarse a la gente. Las decisiones, tomadas en consulta, escuchar las partes involucradas, entender las particularidades de nuestro país, nuestra realidad. No es: “Señor, tome las llaves, cambie nuestro fútbol y llévenos a un mundial”. No.

Aprender que no se le puede dar todo a un mortal para que haga lo que quiera, que debe haber un mínimo de cercanía comunicacional con los medios y los aficionados, porque quedó demostrado que la desinformación no ganó partidos ni generó un crecimiento de nada, solo suspicacias.

Ya sabemos que no es cuestión de un mesías. A pisar tierra y no regalar el brazo.

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