El David: cómo tapar la vida con una hoja de parra

El puritanismo de la era victoriana se caracterizó por una fuerte moralidad y una estricta observancia de las normas sociales y religiosas en el período que abarcó desde la ascensión al trono de la reina Victoria en 1837, hasta su muerte en 1901. En este contexto, muchos victorianos se aferraron a valores tradicionales y conservadores, incluyendo una fuerte ética del trabajo, el respeto por la autoridad y la importancia de la familia y la comunidad. La religión también desempeñó un papel importante en esta sociedad, y muchos victorianos eran devotos cristianos que creían en la importancia de la moralidad y la virtud.

Sin embargo, este puritanismo también se tradujo en una serie de actitudes restrictivas y represivas hacia la sexualidad, la cultura y la expresión individual. Las normas sociales y religiosas de la época dictaban que el sexo debía ser reprimido y limitado al matrimonio, y se esperaba que las mujeres fueran virtuosas y castas. El placer sexual femenino no era reconocido ni valorado y muchas mujeres eran educadas en la creencia de que el sexo era algo sucio o inmoral. Debido a esto, muchas mujeres victorianas no experimentaban placer sexual ni estaban al tanto de sus propios cuerpos y deseos. La cultura popular también estuvo sujeta a la censura y la crítica, y muchas formas de arte y literatura que se consideraban inmorales o indecentes fueron censuradas o prohibidas.

A pesar de estas actitudes restrictivas y como reacciones naturales a ellas, muchos victorianos desafiaron las normas sociales y religiosas de la época. Algunas mujeres desafiaron las normas de la época y se involucraron en relaciones sexuales antes del matrimonio, mientras que otras exploraron su sexualidad en secreto. También hubo quienes se opusieron al aumento desmedido de la prostitución y el trabajo infantil. Se dieron importantes movimientos sociales y culturales, incluyendo el feminismo, el socialismo y el movimiento obrero. En muchos sentidos, el puritanismo de la era victoriana reflejó las tensiones y contradicciones de una sociedad en rápida transformación, y continúa siendo objeto de debate y reflexión en la actualidad.

Hoy este debate resulta más pertinente que nunca, cuando nos enteramos que le fue exigida la renuncia a Hope Carrasquilla, directora de un colegio de Tallahassee, Florida (que contradictoriamente lleva el nombre de “Classical School”), después de recibir un ultimátum por parte de la junta escolar de dimitir o ser despedida, según reportó BBC News. ¿La razón? Un puñado de padres consideró que el haberles enseñado la foto de la estatua del David de Miguel Ángel a los niños -que cuentan entre 11 y 12 años, era “pornografía”.

El tema se vuelve cada vez más polémico en el estado -y en otros estados de la Unión- como reacción al supuesto «adoctrinamiento woke», que se refiere a la idea de que ciertas personas o grupos están tratando de imponer sus opiniones y creencias relacionadas con temas sociales y políticos, como la justicia social, la igualdad de género y la diversidad sexual, a través de la educación y otros medios. Y esta creencia cada vez adquiere más adeptos, que parecen haber salido de la propia época victoriana. Fariseos rasgándose sus vestiduras la mayoría.

La lucha contra la discriminación y la opresión y la búsqueda de una sociedad más justa e igualitaria deberían estar en los currículos de todas las escuelas del mundo. Y considerar al David de Miguel Ángel, una obra maestra de la civilización occidental “pornografía” solo porque está desnudo, no solo es muestra de una ignorancia supina y una estupidez ilimitada, sino, como dijo el alcalde de Florencia, Dario Nardella, “confundir arte con pornografía es una ridiculez”. De hecho, Nardella también cursó una invitación para que la profesora visite Florencia y mediante un tuit instó a los padres y a los alumnos a visitar la ciudad.

En 1857, la Reina Victoria donó al recién fundado Victoria and Albert Museum una copia del David. Cuentan que cuando visitó el museo quedó tan perturbada por su desnudez, que mandó a tapar los genitales con una hoja de parra. ¡Pero eso fue hace 166 años! Y para esos padres pacatos de hoy en día tengo una mala noticia: lo más probable -y a pesar de todos los filtros que les hayan puesto a los aparatos electrónicos que usan sus hijos- es que hayan visto a estas tempranas edades cosas que ellos ni se imaginan que existen. ¿No sería más saludable darles la apertura y la confianza de poder discutir en casa todos los temas? Porque la curiosidad a esas edades es incontrolable y las respuestas que no encuentran en sus casas, las buscan en las calles. Lo que están haciendo, salvando las distancias de tiempo y circunstancias, es tapar la vida con una hoja de parra. Lo real, lo importante, lo sustancioso, es lo que está debajo.