Opinión

Nuestro sol... ¿nace en el Esequibo?

No pasa de ser un saludo en el ámbito militar, porque en la práctica lo que ocurre con el Esequibo está muy lejos de reafirmar el derecho venezolano

esequibo
Publicidad

“La República Bolivariana de Venezuela evaluará sus implicaciones de manera exhaustiva y adoptará todas las medidas a su disposición para la defensa de sus legítimos derechos e integridad territorial”, reza un comunicado leído por la vicepresidente Delcy Rodríguez el jueves 6 de abril después de que la Corte Internacional de Justicia, CIJ, rechazó 14 votos a 1 la objeción preliminar presentada por Venezuela. La pregunta que subyace es por qué no tomaron esas medidas antes, porque si alguien les abrió las agallas a los guyaneses para que se sintieran a sus anchas en nuestro territorio fue Hugo Chávez.

Uno de los saludos que usan los militares venezolanos es “el sol de Venezuela nace en el Esequibo”. Su origen es el título de una obra de teatro escrita por Earle Herrera y estrenada en 2021, con la coletilla “historia de un despojo”, que, sin dudas, lo es. Pero de ser un saludo no pasa, por desgracia. Más bien suena como una payasada.

Cuando yo estudiaba mi postgrado en Harvard, tomé “Community Psychology”, una de las materias más populares porque la dictaba el profesor Richard Katz, un hombre interesantísimo que había convivido con la tribu de los Kung del Desierto de Kalahari y con los aborígenes de las Islas Fiji.

El doctor Katz nos pidió en la primera clase que nos presentáramos y diéramos un pequeño resumen de quiénes éramos, nuestro grado anterior y algún otro dato relevante que quisiéramos aportar. Mi sorpresa fue mayúscula cuando se levantó Michael, un guyanés, y dijo que él pertenecía a un pueblo débil, que “vivía bajo el temor de que los tanques de guerra venezolanos llegaran en cualquier momento a ocupar su país”. Cuando me tocó mi turno, me presenté y dije que lo que Michael acababa de decir no era verdad. Ese fue el comienzo de una mutua antipatía.

Hoy, cuarenta años después, cada vez que veo las fotos de los barcos petroleros explorando en nuestro Delta del Orinoco, por un “permiso” que Venezuela les otorgó, pienso en Michael: “ya ves, chamo, que lo que temías hace cuatro décadas –si es que era verdad- hoy se volteó: quienes estamos siendo invadidos por ustedes somos los venezolanos”.

Las políticas sobre el Esequibo, por muchos años, han sido desacertadas, descuidadas y desafortunadas. Empezando por la manera de representar nuestro mapa: pintamos a Venezuela, por lo general, sin el Esequibo. Y cuando lo incluimos, lo rayamos y escribimos “zona en reclamación”. ¿Qué diantres de zona en reclamación?… Cuando uno está seguro de que es dueño de algo, no le pone una etiqueta que diga “en reclamación”. Busque usted en Google un mapa de Guyana para que vea cómo está incluido el Esequibo. No dice “zona en reclamación”. De hecho, sin ese territorio, Guyana sería un país pequeñito.

La posición blandengue y necia de la Cancillería venezolana durante la época chavista fue por que Guyana tenía un nuevo interés de “ampliar” su plataforma continental. Ahora tratan de remendar el capote, después de que le dieron a Hugo Chávez la potestad de “prestar”, sin condiciones, nuestro territorio. Trinidad también tiene pretensiones de alargar su línea hacia el este. Y como Venezuela no ha dicho “ni ñe”, sigue el despojo. Ahora la Casa Amarilla dice que peleará hasta las últimas consecuencias nuestro territorio. ¿Nuestro?…

La Caricom instó hace poco a los Estados Unidos a que levante las sanciones que pesan sobre Venezuela en favor de la “seguridad energética de la región”. Pero no sé cuánto más seguirá esperando a que le vuelva la manguanga del petróleo barato, suspendida en 2019 “por las sanciones”, aunque todos sabemos que es porque lo que producimos no alcanza. PDVSA está quebrada y vuelta leña.

El Embajador Emilio Figueredo Planchart lo ha repetido en una serie de reportajes en el portal Analítica. Recuerdo cuando lo del primer barco de la Exxon, que escribió: “si se llegara, por negligencia de las autoridades venezolanas, a admitir que Guyana pudiera tener algún derecho sobre la zona en que la que Exxon Mobil pretende iniciar perforaciones exploratorias, Venezuela vería de inmediato mermados sus derechos sobre la plataforma continental del Delta Amacuro en más de un 60%”. Para ponerse a temblar, pero nadie tembló.

Y es que aquí nadie tiembla… La inmensa mayoría de la gente está ocupada y ofuscada sobreviviendo. Cuatro gatos disfrutando porque “el país se arregló” y a esos les importa tres pitos el Esequibo. El régimen sigue ocupado y ofuscado en demostrar que la situación -cada vez peor- no es culpa suya, sino de una imaginaria “guerra económica” y por supuesto, de las sanciones. Cuando vengamos a ver, los guyaneses estarán en Ciudad Bolívar y nosotros… ¡a llorá pal valle! Y será pal valle de Caracas, ¡porque el Río Orinoco ya ni siquiera será nuestro!

Publicidad
Publicidad