Opinión

El "pastor de los niños", recuerdo y esperanza venezolana

El doctor Pastor Oropeza fue promotor y fundador de la División Materno Infantil del Ministerio de Sanidad, del Consejo Venezolano del Niño, del Hospital de Niños de Caracas, entre otras instituciones vinculadas a la salud de los niños. Es buen momento para recordar su ejemplo

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El pasado 12 de octubre se recuerda el nacimiento en la Carora de comienzos del siglo XX, del doctor Pastor Oropeza, promotor y fundador de la División Materno Infantil del Ministerio de Sanidad, del Consejo Venezolano del Niño, del Hospital de Niños de Caracas, del Instituto Nacional de Puericultura, de la Sociedad Venezolana de Pediatría y Puericultura. La madre y el niño fueron el compromiso de quien consideraba la medicina como una “ciencia social”. Buen motivo es para un artículo, pero más para una reflexión, porque a ocho décadas y pico de aquellas creaciones, la situación de las madres y los niños venezolanos muestra un cuadro de dolorosa realidad regresiva.

En febrero de este año, la Red de Derechos Humanos de Niños, Niñas y Adolescentes (REDDHNNA) habla de las secuelas de la emigración en los niños, una de las cuales es la incidencia en el tráfico de niños y niñas. Redes mafiosas asentadas en Táchira y Carabobo vinculadas a la venta y otras depravaciones. FUNVENIDES dice de ciento sesenta casos entre 2017 y 2023.

En 2022 PROVEA publica estudio sobre la “cifra negra” de número de niños en situación de calle. Equidad para la Infancia-CECODAP plantea los problemas de la violencia contra niños, niñas y adolescentes. UNICEF, la organización de Naciones Unidas para la infancia, informa que para 2023 había 3,8 millones de niños venezolanos con necesidades humanitarias que deben ser cubiertas. Ese mismo año MATERNOVA registra el declive de la salud materna en nuestro país, donde aumenta la mortalidad materna mientras en el planeta se reduce.

La Doctora Marianela Herrera escribió en 2018 para Anales Venezolanos de Nutrición acerca de los efectos que la mayor pobreza, desnutrición, inseguridad alimentaria en la mortalidad materna, neonatal e infantil; a lo cual suma los problemas de enfermedades prevenibles con vacunas que por falta de éstas se incrementan. Caritas, a través de la admirable Susana Raffalli, la Academia de la Medicina, la Fundación Bengoa, entre otras organizaciones y personalidades de Venezuela, vienen insistiendo constructivamente en llamar nuestra atención y la de las autoridades sobre la situación de la niñez.

En un país como éste que fue capaz de grandes proezas en el campo de la salud pública, el panorama actual debería darnos vergüenza, no para sentarnos a llorar sino para sumar nuestras capacidades y enfrentarlo con decisión socialmente unida y en lo político-administrativo sostenida. Porque si pudimos, podremos.

Me daría pena que este panorama lo viera ese médico sabio y humano a quien conocí como paciente, en la Puericultura de La Pastora. Mi admiración por él creció mientras más me enteraba de sus logros. A su muerte, propuse en la Cámara de Diputados que presidió se le rindiera un homenaje. Su libro El Niño que publicamos de nuevo con ese motivo, es un compendio compacto de sabiduría sencilla y práctica desde la realidad latinoamericana. Recordaré siempre nuestra reunión en su casa caroreña en 1989, a la que me hizo el inmenso honor de invitarme para anunciar que votaría por mi candidatura a la gobernación de Lara.

Graduado de la UCV y la Universidad de París, profesor de Pediatría en su Alma Mater, donde será decano de la facultad de Medicina, también enseñó Pediatría, Puericultura y Dietética en las escuelas de Artes y Oficios para Mujeres y de Enfermeras. Ejerció la medicina en Carora, en Caracas, en Villa de Cura y en Tocorón.

En su dedicación apasionada a la ciencia nunca buscó excusa para alejarse de la ciudadanía. Dos veces preso del gomecismo, en 1921 cuando como Pedro del Corral fue solidario con la huelga del tranvía y otra vez en 1930 en “Las Tres Torres” de Barquisimeto, cárcel que quedaba donde hoy está en Liceo Lisandro Alvarado. Diputado y Senador en el Congreso durante los años cuarenta, en 1968, cuando ya tenía sesenta y siete de edad, aceptó ser concejal de Petare para colaborar en el rescate de la dignidad extraviada de esa cámara municipal.

Indiferente jamás fue el llamado “Pastor de los niños”. Buen ejemplo para que los venezolanos de hoy, profesionales de la salud o simples ciudadanos como nosotros, investidos o no de autoridad, cada uno según su responsabilidad, nos atrevamos a asumir esos desafíos. Todos, porque si hay un ejemplo de esa generación es que buscaron desarrollar instituciones y éstas son obras colectivas. Esa es la esperanza.  

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