Política

Así se logró "Hablan Los Candidatos": un ejercicio de desafío al poder

No podían faltar las quejas caprichosas: es una fija. Pero más allá de eso, hay una especie de consenso optimista en torno al debate de los candidatos llevado a cabo en la UCAB. Aquí hablamos de sus otros protagonistas: los organizadores

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En abril, José Coelho –de la Escuela de Gobierno Mercedes Pulido- contactó a Ayrton Monsalve -politólogo y director del proyecto mediático La República Tv- y le propuso una idea que podía parecer descabellada: un debate entre precandidatos de la oposición en el Aula Magna de la UCAB. Por qué no, dijo Monsalve, y junto a Coelho y al sociólogo Francisco Coello, decidieron crear “Hablan Los Candidatos”.

Pronto, entablaron nexos con otras organizaciones de la sociedad civil. Se unieron medios digitales independientes, grupos de derechos humanos y movimientos estudiantiles de diferentes universidades (la ULA, por ejemplo, enviaría una delegación a la UCAB el día del debate). “Somos un músculo de organizaciones bastante representativo”, dice Monsalve: “en un espíritu de apoyar y aupar el debate y hacer colaboraciones puntuales”.

Para Coello –quien también es miembro de la Escuela de Gobierno Mercedes Pulido- el debate cumplía el ideario de la institución: “trabajar en redes y crear capital social para Venezuela”. Así, terminaron congregándose 37 organizaciones que –con completa independencia de la UCAB y la Comisión Nacional de Primaria– se empeñaron en lograr el debate a pesar de los pocos recursos.

A principios de mayo, por consenso, eligieron a Luis Carlos Díaz como moderador, dice Monsalve. El periodista rápidamente se integró al proceso organizativo. “Era un equipo logístico de gente altísimamente eficiente que podía hacer las cosas con voluntad, contactos, amigos y con muchísimas horas de trabajo”, dice Díaz: “Fue un evento que no se hizo con una productora contratada y una agencia de festejos, nada de eso. El agua para los candidatos la paga alguien y la pone allí. O sea, es una cosa donde lo importante era más bien el networking… la capacidad de convocatoria, de confianza institucional que había”.

Díaz completa la idea: “Creo que eso es lo más valioso acá. Tenías perfiles como el de Ayrton, como Glennys [González], como el de Coello, que no es que solamente estaban ahí al frente, sino que esa fue la gente que mandó los correos, que armó listas, que hizo convocatorias, que cuadraba reuniones… eran muchas labores en simultáneo”. Así, con trabajo de hormiguitas, fue armándose el debate.

Una vaca, ocho podios

Los retos se enfrentaron apoyándose en la colaboración entre los 37 organizadores. Conseguir los podios para los precandidatos, por ejemplo. “No hay una agencia de festejos que tuviese ocho podios iguales en Caracas”, dice Díaz. ¿Qué se hizo? “Hicieron vacas, colectas internas en las organizaciones”, explica Monsalve, y se mandaron a fabricar: “Fue de las cosas más nobles que sucedió en el evento”.

¿Y la logística técnica? Solventada por el canal digital VPI, a cambio de exclusividad en la transmisión, que organizó la puesta en escena y ofreció los micrófonos, consolas y cámaras.

Entonces, al son que se anunciaba el 6 de junio como fecha del debate, siguió el proceso de contactar a los comandos y partidos políticos de los precandidatos. “Había que lograr el mínimo común múltiplo del proceso de negociación con todos los comandos”, dice Goyo Guerra, otro organizador y miembro de la EGMB: “Definitivamente en Venezuela la cultura del debate se perdió.”

“Teníamos que ser flexibles con sus requerimientos comunicacionales”, agrega Monsalve. Para algunos candidatos, un email fue suficiente. Para otros, fueron necesarias llamadas por Zoom o reuniones en persona. Varios precandidatos, de hecho, no podían en la fecha original por sus giras de campaña. Ante la situación, se movió la cita al 12 de julio: pasando de cuatro precandidatos confirmados a ocho, explica Coello. Ante la nueva fecha, “prácticamente todos hicieron un espacio en su agenda para estar allí”, dice Monsalve.

Benjamín Rausseo fue contactado originalmente. Pero, dice Monsalve, no obtenían una respuesta clara. Posteriormente, su comando afirmó que Rausseo estaría fuera del país en la fecha del debate. A eso siguió su salida de las primarias. “Cerramos los canales de comunicación también”, dice Monsalve, “este es un espacio auspiciado para los candidatos que van a participar en las primarias”.

La insistencia con Henrique Capriles fue “constante”, cuenta Goyo Guerra, otro de los organizadores y miembro de la EGMP.

“Nunca tuvimos una repuesta concreta”, advierte Monsalve: “Luego, Capriles dijo que el debate no era acorde a la situación actual de Venezuela”. Capriles dio sus razones para no asistir en una rueda de prensa: un debate, afirmó, “profundiza” los quiebres dentro de la oposición.

Roberto Enríquez, el precandidato copeyano ausente, había confirmado su presencia en un principio, pero se vio forzado a cancelar por un viaje a Estados Unidos para reunirse con su asesor, el economista Steve Hanke. Coello, por su parte, contactó al comando de María Corina Machado: “Discutimos muy amigablemente y muy francamente”.

Una vez confirmados los precandidatos, relata Coello, siguió el desarrollo de un primer borrador del manual del debate que luego fue pulido y compartido con los comandos. Así, se tomaron en cuenta las opiniones de los precandidatos. También se inició el proceso de definir los temas: “era la palabra devastación afectando todos los aspectos”, apunta Coello. El comité se decidió por dos: las propuestas económicas y el tema político-institucional, incluyendo las violaciones de derechos humanos, la defensa del voto, las primarias y las inhabilitaciones.

Objetivo cumplido

Llegado el día del debate, los precandidatos se reunieron detrás de bastidores y demostraron en la práctica que los temores de Capriles no tenían fundamento. “Fue la primera vez que se veían tantos precandidatos a la primaria juntos, cara a cara, y la verdad es que el ambiente en los camerinos era divino”, cuenta Héctor Fuentes, director del think tank Estadolab y organizador del evento: “Hablaron un buen rato. En una parte pidieron que nos saliéramos todos y sacaron a los equipos y se quedaron solo los precandidatos adentro”.

Y siguió el debate, finalmente. Se logró, con sus limitaciones: ¿Podían invitar a los catorce precandidatos, permitir derecho a replicar, dar más tiempo de respuesta y hacer más preguntas? Sí, responde sarcásticamente Díaz, “si alguien puede hacer un debate que dure dos semanas y media”.

También, hubo visitas indeseadas: aunque el lobo feroz de las primarias Luis Ratti no apareció, a pesar de sus amenazas por Twitter y su uso de la precandidata Gloria Pinho como mártir del debate, aparecieron “oficialistas que decían que recibieron la acreditación el martes y que tenían brazalete de entrada rosado”, explica Monsalve. Pero el martes ya no se estaban entregando acreditaciones y no había tal cosa como un brazalete rosado. Se evitó un saboteo.

“Yo creo que el objetivo se logró y se logró con creces. Y fue que la gente escuchara ideas distintas, sensatas, y un debate que está allí porque también te hace falta el sujeto político. Aquí hay periodistas, hay analistas políticos, hay encuestadores, hay armadores, aquí hay un montón de estrategas. Pero al final necesitas al sujeto político. Necesitas a la persona que aspire al poder, que desafíe, que quiera cambiar las cosas y que se echa encima una campaña, un recorrido, un discurso de persuasión; que se eche encima el trabajo comunicacional y que actúe, que haga las cosas. Y creo que este debate lo que hizo fue que ganáramos un poco de respeto por todos y que en paralelo ganáramos un poco de respeto por el ejercicio político”, dice Luis Carlos Díaz.

Y sigue: “Pensando además que tenemos la política que queda. ¿En qué sentido? Bueno, esta es la política que queda después de crímenes de lesa humanidad, persecución, tortura, desaparición, asesinato, de tirar a [el concejal Fernando] Albán desde el piso diez. Después de horrores de exilio, de diáspora, de gente que ha perdido su casa, de gente a la que le han asesinado sus familiares, de que los amenazan y se tengan que ir de su partido, de partidos robados. O sea, no es una ficción de normalidad. Es un ejercicio en dictadura. Es un ejercicio de desafío al poder”.

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