Espectáculos

Raphael incursiona en el rock y lanza un nuevo disco

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Foto: EFE/FERNANDO ALVARADO

Cada vez son menos los espacios físicos y metafóricos que le quedan a Raphael por conquistar. Tras coronarse recientemente en el Real y en un festival «indie», este martes ha debutado con éxito a sus 73 años en la mítica sala madrileña Joy Eslava para presentar el álbum con el que aspira a conectar con la joven escena rock.
La noche, que ha acabado entre aplausos tras media hora de actuación, no empezaba igual de bien. Entre las 600 personas que poblaban el recinto había muchos invitados, pero también seguidores que pagaron 80 euros por disfrutar del de Linares en un ambiente íntimo y exclusivo.

Extrañamente relegados a las plantas superiores de la sala, sus gritos de «timo, timo» han ahogado el discurso inaugural de Narcís Rebollo, presidente de Universal Music para la Península Ibérica, cabreados por no poder disfrutar más cerca de su ídolo, mientras al pie del escenario permanecían los invitados, algunos de los cuales estaba más interesados por socializar que por el concierto.

El episodio, no obstante, se ha quedado en agua de borrajas en cuanto ha aparecido Raphael en su riguroso negro habitual pero con chaqueta de cuero. Los abucheos se han convertido en vítores, máxime cuando han empezado a sonar sus nuevas canciones con el apoyo de seis músicos en un formato típicamente rock: dos guitarras, bajo, batería, teclados y percusión.

«Esta vez sí habrá fiesta en el palacio», pronosticaba el intérprete en el primero de los temas, «Infinitos bailes», el que da título a su nuevo álbum (su producción ya ronda los 80 discos), escrito por Mikel Izal.

Además del líder y vocalista de la banda independiente Izal, Raphael se ha rodeado en este trabajo de jóvenes compositores (al menos, por debajo de los 49 años de Bunbury), para que pusieran en su boca «el lenguaje en el que habla y se enamora» ese público que llenó hace dos años el festival Sonorama ante su actuación.

Hoy seguían predominando las seguidoras de toda la vida, aunque junto a ellas podía verse también a algunos de los compositores, como Iván Ferreiro y Vega, e incluso al director de la siempre alternativa Radio 3, Tomás Fernando Flores.

Todos han podido disfrutar en segundo lugar de «Aunque a veces duela», de Dani Martín, una de las más melodramáticas y el primer sencillo del álbum.

A esta le ha seguido «Cada septiembre», de Vanesa Martín, uno de «los trajes» que más a la medida del veterano músico parece haber quedado, con costuras holgadas para sus características inflexiones vocales. En realidad, aunque el sello de cada autor se distingue claramente en la escucha del disco, en directo ha conseguido «raphaelizar» aún más las nuevas canciones.

El relevo lo ha tomado «La carta» de Rozalén, un bolero que va y viene de vuelta de la ranchera y el tango, merced al encanto y parsimonia del acordeón.

«Es un placer estar con ustedes. Nunca había hecho esto, pero me ha gustado mucho el invento de sacar un disco y presentarlo así. Es un disco muy especial que me han hecho 14 compositores españoles jóvenes y de éxito, cantantes como yo, por lo que me han sabido entender muy bien», ha explicado a mitad de repertorio.

«Igual (Loco por cantar)», la pieza escrita por Diego Cantero, tiene visos de convertirse en una de sus canciones más personales. Hoy ha sonado espectacular en sus acometidas ascendentes y la voz de Raphael, que estaba pletórico, ha recuperado por momentos el brillo y potencia de antaño.

«¡Qué barbaridad!», gritaban entre el público, esta vez como signo de admiración, mientras el cantante no podía ocultar la cara de satisfacción.

Sentado, como entablando diálogo con su amante de toda una vida, Raphael ha interpretado entonces «Por ser tú» de Manuel Carrasco y, ya de pie, «La duda desnuda» de Bunbury, la más roquera de la velada, con sus marcadas líneas de bajo y el paso arrastrado que caracteriza al zaragozano.

La presentación ha culminado con otro de los cortes más brillantes de su nueva producción, «Carrusel», escrita por Iván Ferreiro, la más rítmica, en la que Raphael se ha dejado todo en versos insistentes con visos de clásico: «Por mucho que yo cante, por mucho que yo dé, por mucho que lo intente, nunca van a comprender, ¡por ahora no!». 

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