Opinión

Recuerdo de una suspensión: el sonado caso del Marítimo

Los vientos de suspensión y desafiliación vuelven a soplar sobre el fútbol venezolano. Los estatutos supra nacionales y universales de la FIFA (sin importar su corrompida naturaleza) están siempre amenazantes para quienes osen a solucionar sus problemas balompédicos en instancias diferentes a la todopoderosa entidad.

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El caso del descenso Metropolitanos, que explotó el pasado viernes, pone en riesgo al fútbol local por un desastre inquirido en la interpretación de las poco claras reglas de juego. La autodestrucción está latente.

Las actuales autoridades de la Federación Venezolana de Fútbol tienen mucho que ver con las situaciones que han provocado la defenestración del país por la FIFA. La ligereza con la que se abordó el establecimiento de normas para la disputa del pasado Torneo Adecuación produce ahora una gigantesca bola de nieve de complicaciones que cada vez se vuelve más grande mientras el paso del tiempo avanza, cual caída en avalancha. Primero Tucanes y ahora Metropolitanos, equipo que obtuvo del fuero común un recurso judicial para volver a la Primera División, atentan contra la afiliación del país en el máximo regente del fútbol.

Esta historia de amenazas, improvisaciones e informalidades no es nueva. En 2005 el buitre de la desafiliación se posó a esperar sobre el techo del fútbol local debido a la solicitud de nulidad del proceso eleccionario interno de la FVF que fue admitido por el Tribunal Supremo de Justicia, pero el caso más decepcionante fue el que terminó por aniquilar al único y verdadero club de fútbol que existió en el país. Una maniobra del por entonces presidente de la extinta Liga de Fútbol Profesional de Venezuela, hoy día presidente de la FVF, terminó por sepultar a la primera institución con arraigo en Caracas: el Club Sport Marítimo de Venezuela.

La erradicación del “fútbol de colonias” del profesionalismo siempre estuvo en la mira de las autoridades de este deporte en Venezuela, desde la presidencia de Asdrúbal “Quemao” Olivares hasta la actual administración. Galicia, Canarias, Deportivo Portugués, aquellos equipos que atraían la fidelidad del emigrante europeo, fueron desapareciendo con el tiempo, salvo el Marítimo, un club conformado por inversores portugueses que con diferentes capitales y acciones avanzaron en la conformación de un club con sede social (la edificación donde actualmente se encuentra el Restaurante Il Forno, en la Urbanización Los Chorros, era la casa del equipo rojiverde) que prontamente atrajo a numeroso público (no solamente portugués o de su descendencia) que lo apoyaba por sus éxitos.

La rentabilidad económica era enorme. Las principales marcas del país exhibían sus vallas en el Estadio Olímpico y los fichajes más rutilantes reforzaban al “acorazado rojiverde”: Daniel Nikolac, Noel Sanvicente, José Manuel Rey, Hebert Márquez, Juan Ramón Carrasco, Josemir Lujambio, Horacio Matuszyczk, Pedro Febles, Pedro Acosta… una pléyade de jugadores que engalanaron la plantilla que viajaba por el país en un microbús propio y que vestían ropa de saco y corbata cuando debían trasladarse en avión. Un comité de damas se encargaba de todas las festividades y organizaciones de eventos familiares del club, propias de las costumbres lusitanas. Era algo bonito, inédito e inigualable en el deporte nacional.

La quiebra del Banco Latino y la enorme crisis financiera generada en cadena arrastró al Marítimo a momentos aciagos, luego de obtener cuatro títulos absolutos. La impagable renta que exigía la Fundación UCV por alquilar su escenario imposibilitó al club de disputar sus choques como local en el coso de Los Chaguaramos, por lo que acondicionó el Estadio Guido Blanco de Guatire para jugar el hexagonal final del torneo. El historiador de fútbol, Eliézer Pérez, nos ayuda a recordar cronológicamente la agonía roja y verde:

09/03/1995 El presidente de la Liga de Fútbol, Laureano González, declara a la prensa que Marítimo no puede disputar el hexagonal en Guatire, porque la cancha no tiene aforo para un mínimo de cinco mil aficionados y porque, según las bases de la competición, ningún equipo podía cambiar de sede fuera del ámbito de su estado. No hubo una excepción, como hoy las hay (y muchas), con el equipo que trataba de sobrevivir a la crisis económica y que había hecho una importante inversión en la recuperación del estadio de la ciudad mirandina.

10/03/1995 El presidente del Marítimo, José Luis Ferreira, informa a la prensa que el equipo está autorizado por la Liga para jugar en Guatire, de lo contrario no habrían recuperado el estadio Guido Blanco.

02/04/1995 La Liga otorga el cupo en el hexagonal final al UD Lara, lugar que por méritos deportivos había alcanzado el Marítimo, debido a la situación con la sede. Curiosamente, el día 27/03/1995 la directiva rojiverde había efectuado la solicitud ante la Liga de autorizar la mudanza de su sede al Estadio Brígido Iriarte, donde jugaba como local el Caracas FC, sin ser aceptada.

11/05/1995 El abogado Jorge Reis introduce un recurso de amparo ante el Corte Primera de lo Contencioso y Administrativo (fuero común) para que el Marítimo sea incorporado al hexagonal final del torneo. El 15/05/1995 dicha instancia ordena a la Liga incorporar al Marítimo entre los clasificados a dicho hexagonal, sin obtener respuesta del ente organizador.

28/05/1995 La FVF, ante la amenaza de suspensión por la FIFA, interviene el campeonato hexagonal cuando faltaban dos jornadas por disputarse y creó un torneo denominado “Copa FVF” para terminar el certamen. Posteriormente, la FIFA sentenció al Marítimo: suspensión de sus directivos, descenso hasta la más baja categoría (Sub 20 en aquel entonces) y multa de 20 mil francos suizos, lo que obligó a que en enero de 1996, el club declarara su desaparición en toda su estructura (desde el fútbol profesional hasta el juvenil).

El recuerdo de la desaparición de un club que tuvo muchos dolientes en el fútbol rentado venezolano, revuela ahora en el caso Metropolitanos. Sin ser ésta una institución con el arraigo que tenía el equipo rojiverde, la comparación estriba en las condiciones que terminan generando las amenazas de suspensiones o desafiliaciones: intransigencia, informalidad en las reglas (aún retumba en mis oídos las palabras del representante de la Comisión de Torneos de la FVF en plena presentación el Torneo Apertura 2016 que afirmaba que no estaban claros los términos para definir el descenso en la temporada), improvisación, poca claridad en las normas y ligereza en la toma de decisiones, son muchas de las causas de que nuestro fútbol aún esté sumido en un riesgoso desorden.

Soy de los soñadores que aún creen que los cambios pueden venir “en vida” y no después de dejar que el fútbol criollo lo acaben de matar.

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