«La escasez es grave, desde 2014 para acá ha sido progresivo el deterioro con respecto a la presencia de los medicamentos en farmacias de todo tipo (estatales y comerciales)», dijo la representante de la directiva de la Sociedad de Reumatología, Verónica Crespo.
La especialista señaló que en Venezuela existen entre 300.000 y 360.000 personas con alguna enfermedad reumatológica, la más frecuente artritis, y que los medicamentos que eventualmente se consiguen solo cubren una pequeña parte de la demanda.
«Lo grave de esta escasez es que el paciente no debe omitir el tratamiento, el paciente tiene que mantener un tratamiento crónico de manera estable, porque al suspender tratamiento se exacerba la enfermedad, se deteriora la persona», explicó Crespo que lamentó la recaída de los que viven con este tipo de enfermedades.
Dijo que en el país no se consiguen las llamadas «drogas modificadoras de la enfermedad» y tampoco las «terapias biológicas» que se aplican cuando las primeras fallan.
Aseguró que a la consulta de los reumatólogos han llegado recientemente pacientes que habían logrado la remisión de la enfermedad y que ahora presentan recaídas que se traducen en inflamación y fuertes dolores, síntomas que indican que hay un deterioro irreversible.
«Si hay un riesgo mayor de muerte en pacientes que no tienen tratamiento, el paciente que está inflamado de manera crónica no solo se le inflaman las coyunturas sino también las arterias, la parte interior de las arterias, el riesgo de morir es 2,8 veces mayor», explicó la especialista.
La vicepresidenta de la Fundación Venezolana de Enfermedades Reumáticas (Fundaver) Melitza Valles, paciente con lupus eritematoso sistémico, dijo que la estatal «farmacia de alto costo» que suministra los medicamentos para estas patologías ofrece esporádicamente algunas drogas y muy poca cantidad.
Señaló que «hay personas que han muerto» y otras se han deteriorado.
Teme que su propia condición se deteriore pues se le está agotando la existencia personal de su tratamiento y no ha logrado conseguirlo.
«Ya me queda medicamento para aproximadamente dos semanas y ya me está invadiendo la incertidumbre, la ansiedad, la angustia porque no quiero vivir lo que ya yo viví en el 2015 porque mi estado de salud se vio bastante comprometido y estuve a punto de perder la vida», dijo la paciente de 47 años.
Comentó que al ir a retirar el tratamiento en la farmacia del Estado que se lo debe garantizar ha conseguido como respuesta: «Ustedes pueden aguantar el dolor, el paciente oncológico tiene el riesgo de morir mañana y ustedes pueden aguantar el dolor».