Salud

Aborto en Venezuela: un drama silencioso del que se necesita hablar

Miedo, pocos recursos financieros, problemas de salud, presión familiar, escasez de métodos anticonceptivos o falta de educación sexual son algunas razones por las cuales las mujeres deciden interrumpir su embarazo.

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Fotografías: Daniel Hernández / El Estímulo

A pesar de que algunas jóvenes hayan tomado la decisión de interrumpir el embarazo y hayan logrado conseguir el método para hacerlo, no se trata de algo sencillo. Bárbara (*) comparó su experiencia con la película “Bajo anestesia” a propósito del maltrato que recibió por parte de algunos miembros del personal del centro de salud donde fue atendida.

Dentro del ámbito jurídico de los artículos 430 y 433 del Código Penal venezolano se establece que la práctica del aborto es legal solo cuando la vida de la parturienta se encuentra en riesgo. Por lo tanto, el resto de los casos son penados con seis meses a dos años en prisión.

Existen diversas razones por las cuales las mujeres deciden interrumpir su embarazo. Debido que este procedimiento es ilegal y (aunado al conflicto social), algunas jóvenes han optado por opciones para abortar aplicadas por ellas mismas y luego ver qué les tiene preparado el destino.

Alicia (*) contó que su amiga Estefanía (*) había quedado en estado a la edad de 19 años cuando estuvo en una relación casual. Con tres meses de embarazo, Estefanía decidió practicarse el aborto. “Un embarazo no deseado”, así lo recordó Alicia.

Alicia acompañó a Estefanía a una consulta médica para informarse acerca de cómo llevar a cabo esa práctica. El galeno que la atendió le dijo que debía comprar un medicamento cuyo principio activo es el misoprostol, que se prescribe para el tratamiento de úlceras gástricas, pero genera contracciones uterinas que pueden provocar el aborto.

A sus 23 años Bárbara (*) tenía unas cuantas razones para interrumpir un embarazo que no deseaba. Hubo razones económicas y emocionales, principalmente. Para entonces, en 2013, la joven apenas ganaba salario mínimo y no podía costear los gastos que genera la crianza de un hijo. Con respecto a lo emocional, no tenía una relación estable con su pareja del momento.
“Siempre tuve una visión a largo plazo de las cosas, desde cómo podía alimentar a ese futuro bebé, qué educación podía darle”, recordó Bárbara.

Otra razón que la condujo a tomar la decisión, es el hecho de que Bárbara sufre de artritis y al seguir con el embarazo ella podía perder grandes cantidades de calcio.
Aurora (*), por su parte, abortó a los 24 años. Aseguró que el miedo la llevó a interrumpir su embarazo.

La joven le explicó a El Estímulo que al momento de tomar la decisión investigó de manera exhaustiva junto a su pareja. Su novio fue quien “habló y consultó con una doctora que le dio toda la información y guió durante el proceso”.

Bárbara, a diferencia de Aurora y Estefanía, asistió a una consulta ginecológica para saber cuánto tiempo tenía de gestación, ya que su madre la orientó sobre cómo debía proceder: tenía 4 semanas.

Al respecto, la ginecóloga Paula Cortiñas señala que el plazo máximo para interrumpir el embarazo es de tres meses (entre la semana 8 y 12), ya que mientras mayor tiempo haya transcurrido el embarazo habrá más riesgos clínicos y la vida de la paciente podría peligrar.

Acotó que puede ocurrir un aborto séptico, que acarrea infecciones genitales, y esto sucede debido a que las pacientes no saben cómo hacer el procedimiento. Asimismo, los síntomas que presentan las jóvenes abarcan desde sangrado vaginal, fiebre hasta escalofríos.
Cortiñas afirmó que la estabilidad psicológica de las mujeres también se ve gravemente afectada antes, durante y después del aborto.

El pasado 14 de junio de 2018 la Cámara de Diputados aprobó la despenalización del aborto en Argentina, sumándose a la lista de países latinoamericanos (Cuba, Guyana, Guyana Francesa y Uruguay) que aprueban este procedimiento hasta la semana 12 de gestación.

En 2017 la Organización Mundial de la Salud (OMS) junto al Instituto Guttmacher, publicaron un estudio que registró 25 millones de abortos en todo el mundo desde 2010 hasta 2014, de los cuales 97% fueron catalogados como peligrosos. Estos casos provienen de África, Asia y América Latina.

 El camino de la agonía

Alicia recordó que Estefanía “se tomó cuatro pastillas y una se la metió por debajo”. A partir de ese momento inició el suplicio de su amiga: la joven no vio que el feto fuera expulsado y decidió a recurrir a otros métodos no convencionales, como ingerir malta caliente acompañada de un té que contenía un compendio de hierbas abortivas.

La combinación explosiva hizo que Estefanía sangrara durante 15 días y tuviera fiebre. Estefanía tenía mucho miedo de asistir al hospital, pero el dolor venció y tuvo que asistir al centro médico más cercano.

Otro aspecto que se suma a la interrupción del embarazo es el curetaje. La doctora Cortiñas explicó que consiste en un raspado en el endometrio, que es la parte interna del útero donde se lleva a cabo el embarazo. También agregó que “la paciente debe dormirse completamente porque es un procedimiento muy doloroso”.

En la voz de Alicia se sintió la impotencia por cómo fue maltratada su amiga Estefanía en ese hospital. Algunos del personal de salud le decían a la joven “que aguantara su dolor”, debido que sabían el motivo de su ingreso. Por la gravedad de su cuadro clínico tuvo que permanecer internada durante dos semanas.

Bárbara también ingirió las pastillas. Expulsó un fuerte coágulo de sangre y asumió que todo había terminado, pero apenas iniciaba la experiencia que la iba a marcar por el resto de su vida.
Durante un tiempo considerable también estuvo sangrando. Y nunca se le pasó por la cabeza hacerse un eco para confirmar si seguía embarazada o no.

Luego de presentar algunos síntomas y por insistencia de su madre, decidió ir al ginecólogo: el feto tenía tres meses de gestación.

Ante este nuevo panorama, el novio de Bárbara le preguntó si quería continuar el procedimiento. La joven mantuvo su decisión porque ya había ingerido varias dosis de misoprostol. Recordó haber tomado aproximadamente 15 pastillas más para interrumpir el embarazo: “Sentía que me iba a morir desangrada”.

 La experiencia oscura de vivir un curetaje

El fármaco logró su cometido. Bárbara verificó que el embarazo había sido interrumpido. Pero un eco indicó que quedaban residuos en el útero, por lo que debía realizarse un curetaje.
La joven acotó que no tenía dinero para poder hacerse ese procedimiento, y no le quedó más opción que recurrir a una institución pública.

Bárbara no presentó complicaciones clínicas. Sin embargo, destacó que la parte psicológica fue “espantosa”, debido a los maltratos que recibió por parte de algunos del personal de salud en el hospital donde fue atendida y que en sus palabras «rayaba en la crueldad».

La voz de Bárbara cambió al relatar la parte más dolorosa de su experiencia. Recordó que al momento de estar acostada en la camilla la anestesiólogo le dijo que tenía que contar hasta 10 y cuando ya iba por el número 7, el médico procedió hacer el curetaje.

“Yo estaba como en la película «Bajo anestesia» , le grité al doctor, le pedía que no lo siguiera haciendo porque me dolía”.

La anestesia surtió efecto y Bárbara se quedó dormida. Pasó el tiempo, se despertó desorientada y cuando recobró el conocimiento simplemente le dijeron que se fuera del hospital.

“No me mandaron antibióticos, no me dijeron si salí bien tampoco mencionaron si debía guardar reposo”, señaló.

«No se lo recomiendo a nadie»

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Alicia contó con tristeza que Estefanía quedó estéril como consecuencia del maltrato que recibió el útero cuando interrumpió aquel embarazo, a pesar de que se sometió a un tratamiento de fertilidad en Plafam.

Según Alicia, los antecedentes clínicos de Estefanía arrojaron que padece de ovario poliquístico y adicionalmente ella tomaba pastillas anticonceptivas. Este panorama junto con lo que le ocurrió hace cuatros años, le quitó la posibilidad de ser madre.

Esta mujer le enfatizó a El Estímulo que Estefanía se arrepiente de haber abortado porque según bajo su criterio, le quitó la vida a un inocente pero recalcó que una las experiencias más fuertes que tuvo su amiga fue cuando la atendieron en el hospital.

Hoy Aurora tiene 27 años. Afirmó que tiempo después del aborto tuvo una pérdida de 12 semanas de gestación pero actualmente tiene 7 meses de embarazo y todo transcurre con normalidad.
La joven dijo que para ciertos casos el aborto debería ser aprobado, argumentando que primero las mujeres deben pasar por una evaluación psicológica para determinar si están preparadas y si hay un motivo real para llevarlo a cabo.

Aurora también agregó que este procedimiento debe ser controlado. Ya que en su caso, ella no estaba preparada.Considera que es importante que exista una evaluación y guía psicológica para que las jóvenes sepan si están realmente preparadas para afrontar esa interrupción.

Por su parte, Bárbara está de acuerdo con que se legalice el aborto, debido a que “nadie sabe por qué las mujeres toman esa decisión. En mi caso fueron motivos de salud, económicos y emocionales”. En el 2017 se convirtió en madre y su bebé no presentó ninguna complicación.

De igual modo, apuntó que el daño que le quedó a ella durante ese proceso fue por el trato que recibió en el hospital: “Es totalmente desagradable, no se lo recomiendo a nadie, quedas traumado por meses. Nunca quise ir a un psicólogo por pena y muchas secuelas aún persisten”.

(*) Los nombres de Alicia, Aurora, Bárbara y Estefanía son nombres ficticios para proteger la identidad de las jóvenes.]]>

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