Cinemanía

“Tarot de la muerte” de Anna Halberg y Spenser Cohen, una mirada a la superstición de la generación Z

“Tarot de la muerte” utiliza la cada vez más extendida obsesión por lo oculto entre la generación Z, para explorar en un argumento que se hace más flojo por momentos. Pero a pesar de lo predecible que es, la película deja algo a la imaginación: las hipercomunicación también es la caja de resonancia de todo tipo de ideas extravagantes

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En el 2020, TikTok se llenó de las experiencias de adolescentes que, al comienzo de la pandemia, descubrieron que la aplicación Randonautica prometía una experiencia sobrenatural. Y de hecho, parecía que así era. La plataforma se desbordó de aparentes testimonios de encuentros con lugares desconocidos, fantasmas e incluso, un cuerpo descuartizado, esto último cierto. Todo debido al poder del algoritmo de la aplicación de moda. En medio de la incredulidad y la fascinación general, el fenómeno demostró una cosa muy concreta. La generación Z quiere creer en lo desconocido y lo terrorífico, sea real o no. 

Algo de esa idea es parte de la premisa de “Tarot de la muerte” (2024) dirigida por el dúo Anna Halberg y Spenser Cohen. La cinta, que, de hecho, se une a la ola de un nuevo tipo de terror enfocado en la experiencia de los más jóvenes con lo desconocido, explora, en cómo percibe los hechos inexplicables, una generación cínica. Tanto, como para que el péndulo de la credulidad — o la aceptación — vaya de un lado a otro en medio del argumento. La cinta, que cuenta la historia de un grupo de amigos que tropiezan con un tarot siniestro y con poderes desconocidos, es predecible por el propio mecanismo en que explora en su conflicto. Lo que comienza como un juego — un grupo de adolescentes leyéndose el futuro entre sí — se convierte en una lucha contra la muerte. Y esto último, en el sentido más literal. 

Pero, aunque la película es una mezcla entre slasher y el tradicional subgénero de objetos malditos, hay algo rescatable en esta sucesión de muertes que no sorprenden a nadie. El hecho que la estética y la forma de configurar el horror, se asemeja — y en ocasiones, directamente imita — a las cuentas más populares online sobre investigaciones paranormales.

¿Casualidad? Podría parecerlo a no ser que “Tarot de la muerte” explora en la idea juvenil contemporánea de la muerte. De la convicción de cualquier adolescente que lo sobrenatural puede ser uno de tantos juegos, a tropezar con la posibilidad de la desaparición física. La cinta no es tan inocua como intenta mostrarse y quizás, ahí está su principal atractivo. 

Jóvenes, insolentes y deseosos de creer en los misterios

Claro está, el argumento no inventa nada nuevo y ni se molesta en intentarlo. Antes que eso, configura al habitual grupo de víctimas que van a hacer sacrificados unos a otro en favor del ritmo del slasher. Pero en específico, “Tarot de la muerte” sigue a Haley (Harriet Slater), que tiene el corazón roto, debido al comportamiento de Grant (Adain Bradley).

Ambos separados por lo que parece una caótica carta astral. Nada más plantear la relación, el guion — que también escriben sus directores, basados en el libro Horrorscope de Nicholas Adams — la cinta deja una cosa clara: los protagonistas son el rostro visible de los jóvenes convencidos del poder del zodiaco, de los sucesos sin explicación y las fantasías colectivas. 

Y lo hace bien, porque no recurre a nada fuera de lo que los posibles espectadores ven a diario en las plataformas que visitan. Lo enigmático, se convierte en una mezcla entre chiste y juego, todo debidamente compartido en redes, fotografiado y desmenuzado para la atención pública. Por lo que los personajes secundarios, son, a la vez, todos los tipos de puntos de vista de las variadas y siempre en crecimiento comunidades online.

Lo realmente interesante en “Tarot de la muerte”, más allá de los asesinatos, vísceras derramadas y horrores sin cuento, es aceptar que para los hijos del milenio, son crédulos. Que para los mismos que no imaginan su vida sin internet o teléfonos inteligentes, lo sobrenatural es otra diversión, como las aplicaciones de citas o las plataformas de juegos en comunidad. Incluso, el peligro que puede esconderse debajo de la mera idea.

Ese mensaje tras bastidores

Claro está, es inevitable que el argumento pronto se vuelve una colección de sustos baratos en una trama de pacotilla que no esconde demasiado bien sus secretos. Con todo, hay algo que no deja de ser intrigante y hasta incómodo, mientras la baraja mágica anuncia la muerte los personajes con previsible exactitud. Debajo de todo el artificio, está el punto que se discute sobre acerca de cómo el infinito caudal de información actual, debe luchar contra la instintiva inclinación de creer en lo oculto y lo extraño del ser humano.

Temas todos, que la película plantea, pero no explora por prestar atención a chorros de sangre y cabezas aplastadas. Pero que, aun así, son tan simbólicos y extraños como el tarot pintado a mano centro del relato. Para su final, el mensaje es previsible. Lo inexplicable convive con el hombre. Incluso en esta época de pantallas con acceso a universidades enteras y visiones sobre el bien tan idealistas como inútiles. 

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