Su imperturbable presencia impregna todo el espacio en el que habita o mora así sea unos segundos. De inmediato curiosea todas las esquinas y aunque no dice mucho, su sonrisa a medio amanecer da pie a una conversación, un acto de rebeldía o una simple melodía. Dice que sus ganas por escribir siempre están a flor de piel y que además de cantar y tocar, quisiera realizar cuentos cortos, cine, teatro y en la recta final una que otro oficio peculiar:
«De viejo quiero ser luthier, hacedor de instrumentos».
Su instrumento favorito es el piano, pero toca la guitarra con una maña brillante. Acaso su evidente parecido con George Harrison hacen más sospechosa su existencia tan cerca de nuestro perímetro.
Se podría decir que es autodidacta, aunque estudió de modo intermitente con Rafael Guerrero y después con Wincho Schaffer, luego comenzó a componer. Ahora no descansa y practica sus acordes y tonalidades junto al maestro Gerry Weil, quien lo instruye con piano y armonía. Su educación musical también va de la mano con las influencias que hacen posible la ejecución de cada canción. Los artistas que más conmueven a Armando, han sido Brian Wilson, Bob Dylan y Luis Alberto Spinetta, aunque en entrevista con UB Magazine aclara que la lista es larga, lo que hace su decisión mucho más difícil.
«No estoy diciendo que me gradué, pero si fui a las clases».
Recuerda que su amistad con Italo Pizzolante (voz y guitarra de Americania) lo introdujo de forma permanente en el universo musical y comparte algunos recuerdos juveniles que lo iniciaron en este escenario:
«Él aprendía a tocar la guitarra y montábamos canciones de los Chili Peppers. Yo payaseaba imitando a Anthony, hacíamos eso y lo grabábamos en video. Luego me insistió tanto en que me comprara un bajo que lo hice. Me metí en clases y así fui aprendiendo a tocar».
De Americania aprendió mucho, pero dice que lo que más ha perdurado en su experiencia es el escuchar a los demás, entender el punto de vista del otro:
Y pese a que la decisión final de separarse de Americania no fuese de su única autoría, admite que le genera cierta satisfacción ser el “jefe” en cuestión “no lo niego, es divertido tener la decisión final”.
Con Recordatorio, Armando Añez tiene carta blanca y su género musical no se puede encasillar. Es indiscutible que sea “alternativo”, pero tiene un guiño tan importante de intimidad en todas sus canciones que sería una lástima por no decir lineal, colocar limitaciones dentro del discurso musical empleado en cada pieza.
Además, Recordatorio cuenta con una excepcional banda compuesta por Héctor Tosta, Luis Antonio Otamendi, Pablo Mora, Heberto Añez y Álvaro Casas. Este grupo comienza a mediados de 2014, cuando se juntaron las canciones para un nuevo álbum y la certeza de querer vivir haciendo música, comenta el cantante. No es que fuera un buen momento para comenzar a producir el álbum, es que ES el momento y no queda de otra.
Tal como lo dice el nombre de su banda, Recordatorio hace referencia a la memoria de algo que es acompañado por un pentagrama, una paleta de colores emocionales y musicales: «La música tiene una conexión fuerte con la memoria, mis canciones favoritas son casi todas recordatorios de algo que me pasó, algo que vi o sentí».
El argumento estético del nombre lleva en sí la palabra record, que en inglés significa “grabar”, por lo que en una suerte de juego de palabras nace Recordatorio. Una forma de pedirle a una máquina que recuerde lo que estamos tocando o cantando. Lógica Resbalosa fue ese intento de recordar, de colocar en un solo lugar las experiencias resbaladizas, todas expresadas a través de música y palabras. Se trata de cosas que no tienen mucho sentido y que van más allá de una explicación, pero que son ilustradas en música.
Cuando escuchas sus canciones, puede que no tengas ni idea de qué hablan, pero el uso del lenguaje musical es tan atinado que muchos se apropian de estas y eso es lo que más satisfacción le genera al cantautor.
«Lo que más me gusta y me sorprende es cuando alguien llega y me dice que conecta con una de las canciones porque significa para él algo que yo ni siquiera había pensado cuando la escribí. La gente se adueña de las canciones, y eso me parece hermoso».
Armando se considera como un niño que sigue el tiempo del metrónomo. No subestima el peculiar empleo de la musa, no desaprovecha las ánimas que le susurran. Estas últimas vienen “de pronto”, hacen breves apariciones que si no las atrapas al instante, eclipsan sus llamados y olvidas sus oníricas indicaciones:
«Eso sí, cuando llegan hay que sentarse a darle y sacarlas. Como dice Drexler en “La noche no es una ciencia exacta”. La musa no pacta»
En general, sus canciones se fecundan bajo conversaciones imaginarias y eso le permite ser honesto, hablar sin pelos en la lengua y como en cualquier cháchara nocturna, a veces cambian de guión y le permiten cavar sobre cualquier manía que considere:
«A veces es el amor, a veces el lugar donde vivo, a veces me pongo a soñar, a veces dudo y pregunto, a veces tengo una idea e invento, a veces me arrecho y reclamo».
Todo su proyecto musical está en las páginas de streaming (Spotify, Youtube, Apple music) y también las puedes comprar por iTunes. Para obtener el físico puedes acceder a cusica.com (si estás en Venezuela). Bonus:
-Comida favorita: Palmito.
-Un color: Verde.
-Fecha de cumpleaños: 05/02/1991
-Un libro: El Manantial – Ayn Rand.
-Un artista musical de Venezuela: Alonso Toro.
-Un instrumento: Piano
Síguelo:
Facebook: Recordatorio
Twitter: @armandoañez
Página web: recordatorio91.com