Melomanía

"Hay mucho más que reggae en Cultura Profética"

Los días 13 y 14 de octubre Cultura Profética se presenta en Venezuela. A propósito de esta visita, conversamos con su guitarrista, Omar Silva, sobre la banda, su música y la relación con los venezolanos

Cultura
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Cultura Profética debe ser la banda de reggae más famosa del mundo. O al menos está ahí entre las primeras. Lograr los números que acumulan en las plataformas digitales, el prestigio internacional y la cantidad de boletos que venden es muy difícil para cualquier proyecto musical, pero más aún para uno que ha apostado por desarrollar a su manera un género que la cultura popular sigue asociando sólo a Boy Marley, quien falleció hace más de 40 años.

Además de eso, han tocado canciones incómodas, bien sea por su contenido frontalmente de protesta o bien sea por su apoyo a la legalización de la marihuana. En 2020 ganaron su primer Grammy Latino. Y ahora, en 2023, Cultura Profética vuelve a Venezuela para ofrecer dos conciertos: el primero en el Centro Ítalo de Lechería, el 13 de octubre; y el segundo, en la Concha Acústica de Bello Monte, el 14 del mismo mes.

Con Venezuela tienen una relación más que amigable. Sobre todo, desde 2007, cuando hicieron un concierto en el Parque Los Caobos, un icónico lugar caraqueño en el que hoy día ya no tocan proyectos musicales de esa magnitud. Ese día los acompañó McKlopedia. Y todavía hoy lo recuerdan como una jornada especial.

Omar Silva, guitarrista y bajista de Cultura Profética, conversó al respecto.

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-¿Qué fue lo más mágico de ese concierto que hicieron en Venezuela, en el Parque de los Caobos, en 2007?

-Ese show completo fue uno de los momentos más bonitos de nuestras primeras visitas a Venezuela. Lo que recuerdo así como muy tripioso fue cuando tuvimos la participación de McKlopedia, que ahí se puso a improvisar el máster, tú sabes. Apenas lo conocíamos. Y se dio una cosa muy bonita con su trabajo, con la colaboración y la música, que estuvimos como todo improvisado. Fue un momento que atesoro.

-Desde entonces, ¿cómo fue su relación con Venezuela?

-Ya de ahí ha crecido una relación. Lo que es la escena de Maracay, la escena de Valencia, Barquisimeto. Nos ha ido súper bien. Venezuela es un país que no sólo está presente cuando nosotros vamos allá, sino que ustedes tienen una diáspora grandísima. Y en cada ciudad que vamos, Estados Unidos, en Europa, en todos lados están metidos. Siempre hay una esquina de venezolanos ahí en el público que nos llevan ese apoyo más allá de las fronteras de su país. Ha sido muy lindo la relación que tenemos con ustedes, de verdad que sí.

-El primer concierto que hicieron acá, que fue en la Concha Acústica, acabó suspendido. ¿Eso no les ha vuelto a pasar?

-No. Ahí ni supimos bien por qué pasó eso. Fue como un poco raro. Pero nada, tú sabes, es parte de lo que hace una relación, ¿verdad? Hay nacimientos de niños que son medio complicados al principio, pero después crecen en un ser humano maravilloso. Así que fue como un tropezón de entrada, pero nada que nos quitara las ganas, ni a nosotros ni al público. Eso no afectó para nada. Al revés, yo creo que eso hizo que esa segunda visita [la del Parque Los Caobos, en 2007] fuera lo que fue. Y que ahí explotara esa energía bonita de la relación del público y la banda.

-¿Con qué otros raperos venezolanos más allá de McKlopedia han hecho colaboraciones?

-Bueno, colaboración como tal no, pero sí nos hemos encontrado mucho en el camino con Apache; a los muchachos de Desorden Público, que fueron referentes de nosotros en los 90. Y ahora vamos a tocar un festival de ska en México, en el que van a estar ellos. Como que hemos tenido mucha relación más que nada personal y que siempre nos saludamos y nos damos el respeto mutuo. Pero colaboración más allá de lo que hemos hecho con McKlopedia, que también lo hemos hecho varias veces, pues por ahora no ha pasado.

-Hablemos un poco del momento actual de Cultura Profética. Ustedes empiezan haciendo música hace ya más de 25 años…

-27 años ya.

-Están a tres de las tres décadas. Bueno, empiezan haciendo bastantes canciones de protesta, muy ligados al reggae. Después, con «La Dulzura» en el 2010, alcanzan bastante fama internacional, sobre todo en el continente. Y empiezan a abordar también temáticas más relacionadas al amor, a las cuestiones sentimentales, a las relaciones de pareja. Y con el último álbum llega al fin el Grammy, que probablemente se tardó bastante, pues lo merecían desde hace rato. ¿Qué viene ahora? O sea, si vemos su historia a través de esos tres momentos, ¿cuál el siguiente paso para Cultura?

-Mira, yo siento que ya al público quizás le sorprendió que el contenido de «La Dulzura» fuera tal cual lo dice el título, ¿verdad? [sonríe] Nosotros siempre somos muy cuidadosos de no repetir, de no hacer la canción parte dos de una que ya hicimos, por decirlo así. Y sí, hemos siempre estado sumando y sumando y sumando puntos de vista sobre cualquier temática. Ya sea la protesta, ya sea sobre la marihuana, ya sea sobre… Tenemos canciones de la marihuana, pero no todas hablan de lo mismo. Hay una que es como más sobre lo espiritual, hay otra que es más como de la fiesta, hay otra que es casi un manifiesto. Y así mismo con las demás temáticas. ¿Qué pasa? Que cuando viene «La Dulzura» había un vacío de temática de las relaciones personales y todas las canciones llegaron en ese momento y por eso fue que dijimos “si todas las canciones están saliendo por aquí, vamos a darle por aquí, este es el momento, este es el disco”. Hicimos unos descartes, porque había otras que no tenían mucho que ver con eso. Una de ellas terminó en el disco de «Sobrevolando», que es Herida mortal.

«Sobrevolando» yo siento que se podría interpretar -y algunos amigos me lo han comentado- como un disco que muestra ya la pluralidad de propuestas temáticas de Cultura Profética. Y estoy bastante de acuerdo con eso.

Ahora hay que seguir desarrollando el concepto de lo que es el proyecto, que es un proyecto bastante amplio, que tiene una esencia inquebrantable, porque las personas que nosotros éramos en ese principio de la creación de la banda es lo que seguimos siendo hoy, con más experiencia, con más madurez, con más perspectiva.

La dificultad es más cómo vamos a hacer para superar ese discazo que es «Sobrevolando». Pero tenemos la seguridad de que ya lo hemos logrado antes… por ejemplo, cuando sacamos un disco como «Diario», después del cual dijimos “¡diantre, ¿cómo vamos a hacer un disco mejor que este?”. Y luego salió «M.O.T.A», ¿verdad?… Es decir, viene bien la Cultura. Seguiremos la trayectoria y seguiremos aportando canciones que sean la continuidad del pensamiento, pero la reinterpretación desde el presente.

-Me pregunto si ante la etapa de consagración en la que están, puede haber inquietudes respecto a cómo evitar entrar en esta zona de confort en la que entran algunos proyectos artísticos después de que ya tienen cierto nivel de reconocimiento.

-No, eso no va a pasar, primero porque nosotros estamos claros de que antes de ser músicos somos artistas, y cada cual en el plano individual tiene un deseo de evolucionar el trabajo anterior, ¿no? Yo, por ejemplo, aparte de Cultura hago música para cine y toda esa experiencia fuera del proyecto me permite traer más herramientas, más conocimiento, más experiencia. Todo eso se vierte acá. Lo mismo pasa con los demás. Así que aquí todos estamos en una búsqueda incansable. Y tenemos un gran respeto por el lugar donde el público nos ha puesto, seríamos unos traidores si nos quedamos en la zona cómoda, por decirlo así. Unos traidores a nosotros mismos y luego al público. Una falta de respeto. Entonces no va a pasar, punto.

-¿Qué significa ser artista?

-Ser artista para mí es que tienes unos talentos y unos dones que con la disciplina los has llevado a poder vivir de ellos. Ahora, yo soy bien radical con esto: si una persona que se llame artista no padece el dolor y el sufrimiento ajeno, no siente rabia por la injusticia, para mí no cumple con la definición de artista.

-¿Tiene mucho que ver con la empatía y la compasión, entonces?

-Claro. No con la empatía, sino con estar verdaderamente conectado con la realidad humana. Yo, por ejemplo, tengo un don el cual no pedí, no lo decidí: a mí me llegó la música de una manera natural, orgánica, a través de una guitarra que descubrí en casa de mi abuela, y ya quedé aquí perdido hasta el sol de hoy.

Todo ese trabajo que hice fue muy natural. Y entonces de repente entré en este proyecto, Cultura Profética, que tiene el camino que tiene, y que logra lo que logra de una manera independiente, contra la corriente. No es que yo dije: “yo voy a ser un músico de una banda, voy a ser famoso”. Cuando empezamos nosotros lo menos que pensábamos era que íbamos a tan siquiera grabar un disco.

Entonces, ¿sabes lo que te digo?, que todo esto ha sido un proceso que viene de la mano con que nosotros hemos decidido ser músicos honestos, que expresamos lo que nosotros como personas vivimos; y a la misma vez nos hemos convertido en vocales de toda una generación de soñadores, de varias generaciones de soñadores… Es imposible para nosotros caer en el pesimismo de la adultez, de que el mundo está jodido y ya, que lo está; pero imagínate si nosotros paramos de soñar, ¿sabes? Y aquí viene la cosa. Nosotros somos los que ponemos en palabras el pensamiento de un montón de gente que no tiene ni los vínculos, ni quizás la capacidad o el talento. Y a mí mismo me ha pasado que he conocido canciones que digo, “diablo, este tipo está diciendo exactamente lo que yo viví o lo que yo pienso, o está describiendo mi sentimiento, palabra por palabra con una perfección…”. Eso pasa con nuestra música también para muchos espectadores.

Eso se logra porque de verdad lo que estamos escribiendo se basa en la experiencia humana honesta. Y para que ese vínculo pase pues tiene que haber una catarsis, tiene que haber una comunicación espiritual y profunda. Eso se da en el proceso creativo. En la elección de dónde tú pones el acorde y dónde tú pones los verbos y los adjetivos. Todo tiene una malicia ya con el tiempo. Al principio fue muy espontáneo y vomitado, por decirlo así. Pero pues también era honesto y era rabioso y tenía otra energía, ¿no?

Entonces de eso se trata este proyecto. Respetamos todo ese proceso artístico y sabemos el resultado que crea. Entonces lo tomamos muy respetuosamente y muy en serio.

-¿Hoy día siguen considerándose una banda principalmente de reggae?

-En «Sobrevolando» el 75% de las canciones son reggae. Así que, por definición, el reggae es la espina dorsal. Es la estructura básica, rítmica, de esta música que nosotros hacemos. Definitivamente Cultura Profética abarca mucho más que un solo género en las canciones, pero a la misma vez nos sentimos orgullosos de llevar esa bandera del reggae latinoamericano en español. Ahí no hay duda. No es algo que nos de vergüenza decirlo ni nada. Pero sí sabemos que hay mucho más que reggae en Cultura Profética.

-Es que ya desde el principio era un reggae como muy versión de ustedes, con otras maneras de usar las trompetas. Y cada vez han ido incorporando más sonidos, ¿cierto?

-Claro, es lo que te digo. Desde el principio nosotros tomamos un montón de decisiones estéticas específicas para sazonar el reggae a nuestro gusto. Y teníamos una clásica que era que los acordes nunca podían ser triadas. Tenían que tener cuatro notas o más. Siempre. O sea, ningún acorde es una triada en Cultura Profética. En un caso que otro, hay una transición y pasa un do mayor simple, pero siempre hay séptimas, novenas, onces, trece, ¿verdad?

Armónicamente desde un principio nos propusimos a dar un poco más. A dar unos colores más allá de lo simple, de la construcción armónica. Lo que dices de los vientos [trompetas]: nosotros venimos de escuchar y de tocar salsa desde la escuela. En la high school teníamos una orquesta que se llamaba Azote Tropical: Willy cantaba, yo tocaba el bajo y pues había otros amigos… Iván, que era el pianista principal, tocaba trompeta en esa orquesta. Entonces, nada, como que había ya un conocimiento de cómo queríamos sonar. De hecho, eso lo peleábamos con el ingeniero cuando grabamos y mezclamos el primer disco. Porque él decía “no, los vientos tienen que estar de acompañamiento”. Y nosotros: “no, no, al mismo nivel que está la voz, bien duro ahí”.

Pero viene de esa escuela, de que estamos acostumbrados a escuchar los arreglos así. Y que tenemos ya un sonido y unas maneras de tocar como puertorriqueños que nos identifican. La manera de cantar, ya toda sincopada. Una canción como Fruto de la Tierra, que es del primer disco… eso es una salsa, está súper montada en la clave esa melodía. Entonces, son elementos que se nos hicieron naturales. Porque es del mundo en el que vivimos, de donde veníamos. Es lo que nos gustaba escuchar y tocar. Nosotros sí sabíamos lo que estábamos haciendo.

-Más allá de Cultura Profética, ¿qué está pasando hoy día con el reggae en Latinoamérica?

-Pues mira, yo como que no he visto mucho el surgimiento de grupos nuevos. Quizás me equivoco, y es que simplemente los desconozco, pero creo que hace unos 10 o 15 años, a principios de los 2000, hubo un auge. Nosotros tocábamos en una ciudad y había una banda, dos quizás, y cuando volvíamos al año siguiente había cuatro nuevas. Después, creo que eso paró. Se han mantenido los que se han consolidado.

-¿Ustedes cuando empezaron se imaginaban en un momento de cierta consagración como el que tienen hoy día?

-Para nada, para nada. Somos un grupo latinoamericano, estábamos viviendo un proceso en Puerto Rico como el que estaba viviendo Goondwana en Chile, como el que estaban viviendo Los Cafres en Argentina, Natiruts en Brasil, otras bandas de México como Antidoping. Era como que se estaban sembrando nuevos árboles. Pero incluso cuando grabamos «M.O.T.A» [en 2005] todavía no lo imaginábamos.

Y yo te diría el 2007 es el año en el que ya llegamos al cono sur, que era lo que nos faltaba. Ese año llegamos a Perú, llegamos a Chile, llegamos a Argentina. Y pues eso ya como que nos llevó a todos los puntos del continente hispanohablante, desde México hasta el cono sur. Y ahí yo digo que ese fue el año que Cultura se internacionalizó full: ya podíamos decir que somos una banda latinoamericana.

Pero no fue hasta que sale «La Dulzura» [2010] que viene como una ola de cariño y de respeto de todos los lugares. Ahorita que lo mencionaste, si había un disco que se merecía un Grammy era ese. Hay otros que también, pero si hay uno que no se lo llevó que se lo mereciera era ese. Porque creo que es un referente, un instant classic, en el repertorio latinoamericano. Bueno, a partir de ahí fue como que, okey, espérate: esto se puso grande. Como que empezaron a crecer los lugares de mil y dos mil personas. Estadios como el Luna Park y cosas así, ¿no? Y nos ponen a cerrar festivales junto a Los Fabulosos Cadillac, por ejemplo. Como que, wow, estamos en este lugar, qué loco. Así que por ahí ha sido el crecimiento, el despunte de la banda.

-Siempre han ido a contracorriente. O sea, el reggae nunca fue un género muy popular en Latinoamérica, y hoy día, bueno, estamos en una época en la que suena más trap y otras cosas. ¿Cuáles han sido las claves de ese crecimiento?

-Pues mira, nosotros lo hemos hecho todo siempre desde la independencia. Eso nos ha dado la libertad de hacerlo al tiempo que requerimos, de la manera que requerimos. Pero el secreto es hacer música buena y que conecte. O sea, que tenga verdad, que tenga peso y que no sea la copia de la copia de la copia, como surge hoy día mucho en la música del mainstream. El trabajo arduo de la composición en el cual nosotros nos hemos metido ha rendido fruto, y el mensaje y el respeto que tenemos al proyecto y a los oídos adonde llega la música también tiene que ver. El afán por la excelencia y complicarnos nosotros mismos la vida para que al final la canción sea mejor. Palas y ayudas no hemos tenido muchas, la verdad. Simplemente ha sido que a quien se le pone la música dice: “bueno, esta música es buena”. Que te guste o no te guste, pero tienes que reconocer que es buena, ¿verdad?

Y tenemos el honor de que nuestra música es así. Y así es que ha llegado tanto de mano en mano. Nosotros llegamos a Latinoamérica gracias a la piratería. Le debemos la carrera internacional a la piratería porque teníamos distribución sólo en Puerto Rico: una isla pequeña, dentro del continente americano. O sea que la gente ha llegado a la música porque la música se ha dejado compartir. Además de que siempre llegamos a una tarima y los conciertos se nos dan súper bien. Nunca hemos tenido que cancelar un concierto. Nunca hemos tenido un concierto extremadamente así vacío. La clave es hacer las cosas bien, diría yo.

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-Ustedes hacen su primera colaboración con un reguetonero hace ya muchos años, con Eddie Dee, que además era la primera vez que entraban a grabar una cabina.

-Es la primera grabación de Cultura, sí. ¡Madre mía!

-¿Cómo han visto lo que ha pasado con todos estos géneros en estos años? ¿Y cómo ha ido cambiando la industria también con el tema tecnológico? Me refiero a esto de que cada vez es más difícil pagarle a toda una banda para que se mueva, porque ya la mayoría de los productores prefiere apostar por alguien que va a poner música con su computadora y otra persona que va a cantar. ¿Cómo encajan ustedes en este mundo?

-Eso ha sido un problema: la reducción de las bandas. Eso no es nada nuevo, viene desde los big bands y las orquestas de salsa. Que de repente las charanguitas que son seis en vez de doce. En los grupos de rock, tú sabes, siempre ha habido eso. Mientras más personal, más difícil. Definitivamente por los costos. Pero nosotros, por ejemplo, también fuimos tercos. Porque nos decían, “no, pero vayan y buscan unos vientos de allá”. Y nosotros como que, “no, loco. Porque es que no es la misma banda y estamos arriesgando el sonido depurado que ya tenemos.¿Y para qué?, ¿para llegar? No, pues, cuando puedan pagar los diez pasajes vamos para allá”.

Eso nos ha hecho tardar en llegar por ejemplo a Europa. La primera gira la hicimos el año pasado. Ahora el año que viene hacemos la segunda. Con eso hemos sido tercos. Y sencillamente, pues, el que pueda llevarnos, que nos lleve.

Y ahora de cómo todo ha cambiado, en cuánto los géneros, yo estoy súper orgulloso de que Latinoamérica tiene dos mecas: Colombia y Puerto Rico. Nosotros junto a Corea del Sur, la India y un quinto país que no recuerdo somos los focos de la música mundial. Durante toda la vida, eso estuvo predominado por Inglaterra y Estados Unidos. O sea, la industria musical cambió completamente y los focos de influencias están trastocados.

Eso es algo bonito, ¿verdad? Que le hemos quitado la hegemonía a los países así dominantes y que se ha diversificado todo. Yo, por ejemplo, no sé, cuando me hablaste de la computadora, pues, yo siempre digo que yo amo la música electrónica. Yo hago música electrónica, toco en un proyecto de música electrónica. Y, pues, se hace con la computadora. Esa es la herramienta. Entonces, no es la flecha, es el indio. Es el que está detrás de la computadora el que decide cómo es que va a sonar eso. La herramienta no es lo que vale para la producción musical, es la cabeza que está detrás. Así que no veo problemas.

Veo que el mundo sigue cambiando, sigue evolucionando. Nosotros como grupo hemos visto miles de proyectos en toda nuestra trayectoria hacer así [ascender y volver a bajar], desaparecer. Y, pues, en una era en que todo esto está así moviéndose hacia una dirección nosotros seguimos en la nuestra, claros de lo que estamos haciendo.

A muchos se les va a notar la costura de estar haciendo algo urbano porque es lo que está ahí. Nosotros no hemos sentido nunca esa necesidad. Eso sí, convivimos con todos estos artistas boricuas, que eso es lo que trabajan y que se han desarrollado y han hecho carreras bellas.

Cultura Profética en Venezuela: 13 de octubre en Lechería y 14 de octubre en Caracas (Concha Acústica de Bello Monte). Entradas en Ticketmundo.

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